Quedarse en la zona de confort es = a miedo

#ZonaDeConfort

Se le atribuye a Dostoievski la frase “Tomar un nuevo paso, decir una nueva palabra, es lo que la gente teme más”. Esto viene a colación porque esta semana escribo acerca de estar en nuestra zona de confort. Ese espacio cómodo y sin sobresaltos que nos pone en modo off y nos hace “vivir” la vida como autómatas.

 

Cuando hablamos de confort en principio sonaría a “esas condiciones materiales que proporcionan bienestar o comodidad”, como encontré definido en internet. Me gusta la definición porque precisamente hablar de bienestar o comodidad siempre le es atractivo a cualquier ser humano. ¿Quién no identifica un grado de bienestar, al sentarse en un sillón mullido y cómodo? Pero ¿qué pasa cuando, ya hablando de nuestra vida, decidimos quedarnos en el cómodo sillón y nunca levantarnos de él? Mi experiencia personal me dice que, si no nos levantamos, entonces no conocemos otras cosas, no vemos opciones, no nos desarrollamos y, por ende, no trascendemos. ¡¿Y por qué querríamos todas esas cosas si en mi sillón estoy a todo dar?! Mi respuesta sería que no basta con estar “a todo dar”, hay que ir más allá de estar cómodo; en la comodidad no desarrollamos todas nuestras potencialidades, ni sacamos al mejor ser humano que podemos ser.

 

Salirse de la zona de confort cuesta mucho trabajo porque al final estamos dejando a un lado lo conocido, lo que no me cuesta trabajo hacer, lo que hago por rutina y que de alguna manera me funciona. Para mí es claro que no nos salimos de nuestra zona de confort por miedo. La frase de Dostoievski que les compartí en un principio me encanta, porque en tres simples oraciones te describe una realidad: el miedo nos paraliza, nos impide dar ese nuevo paso o decir una nueva palabra. Pero esto va más allá al no permitir: salirnos de matrimonios tortuosos porque “ahora quién me va a mantener” o “ahora tendré que trabajar”; salirnos de trabajos que no nos gustan porque “no sé si la voy a hacer en lo que realmente me apasiona”; expresar lo que realmente sentimos porque “no vaya a ser que contradiga a mi jefe, padre, amigo, etcétera”. Y puedo enumerar un sinfín de ejemplos de cómo, por miedo a que pase algo que nos afecte, no nos atrevemos a salirnos de esa zona de confort que nos mantiene “protegidos”.

 

Muchas de las cosas más maravillosas que se han inventado han sido creadas por gente que no estuvo en su zona de confort. Siempre el ejemplo de Thomas Alva Edison es ilustrativo. Tras miles (literal, ¡MILES!) de intentos consiguió un filamento que alcanzara la incandescencia sin fundirse. ¡Trascendente descubrimiento! Básicamente logró que hubiera luz eléctrica. Y ejemplos como estos hay a raudales. Ahora bien, hablando sobre temas más contemporáneos y de nuestra vida diaria, muchas cosas increíbles pasan cuando nos salimos de nuestra zona de confort.

 

Empresarios que admiramos por las grandes empresas que han conformado, tuvieron que tomar riesgos para alcanzar el éxito de sus empresas. Tomar riesgos es salirnos de nuestra zona de confort.

 

Muchas personas se privan de comer ciertos alimentos o bebidas para mantener una vida sana. Privarnos de ciertas cosas es salirnos de la zona de confort.

 

Legisladores que estudian y analizan a profundidad las iniciativas para promulgar leyes adecuadas, se salen de su zona de confort. Estudiar a profundidad es salirnos de la zona de confort.

 

Estos tres casos que señalo a manera de ejemplo, tristemente no suelen ser lo habitual.

 

Forjadores de grandes empresas no son frecuentes, más bien lo son empresarios con empresas pequeñas y medianas.

 

Personas que estén en su peso y lleven una vida sana, por lo menos en este país, son una minoría.

 

Legisladores que estudien y analicen con profundidad lo que van a votar, muy pocos.

 

Lo anterior refleja que cosas muy importantes se logran si nos salimos de nuestra zona de confort, pero también hay muchas afectaciones negativas cuando nos quedamos en ella.

 

Quitémonos el miedo que es el principal factor para no dar el paso; hagamos ese esfuerzo adicional (go the extra mile, le dicen los gringos); descubramos nuevas formas de hacer las cosas; atrevámonos a hacer cosas que jamás hayamos hecho; quitémonos la flojera (probablemente dedique un artículo completo a ese tema); seamos curiosos y creativos. Si algo sale mal, seguro después encontraremos formas para que salga bien. Equivocarse es de ganadores, el que no se equivoca es porque nunca lo ha intentado; y si no lo intentas, entonces seguirás atrapado (consciente o inconscientemente) en tu zona de confort.

 

Cierro con esta frase que se le atribuye al multifacético y extraordinario músico Herbie Hancock, la cual creo que todos deberíamos decirles a nuestros hijos desde que son pequeños:

 

“No tengas miedo de expandirte, a salir de tu zona de confort. Ahí es donde reside la alegría y la aventura” (Herbie Hancock).

 

Que tengan una semana llena de cosas por descubrir.

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