Liderazgo Institucional para el Desarrollo Sostenible*

Los conceptos de “Desarrollo Sustentable” y “Desarrollo Sostenible” no son precisamente lo mismo; dirimir la sutil diferencia entre ambos es determinante en la búsqueda de nuevas soluciones a la problemática que aqueja al mundo en nuestros días.

Por un lado, la sustentabilidad se refiere a lo cotidiano, “casa, vestido y sustento” era la conseja de nuestros mayores; la escasez de recursos restringía el ahorro y la previsión; “mañana será otro día”, nos decían.

En contraste, la sostenibilidad implica construir una base estable que permita avanzar incrementalmente hacia situaciones deseables, pertinentes y factibles. ¿Cómo es esto? mediante la planeación y realización de acciones racionalmente enfocadas: si queremos progresar hacia el bienestar integral, hay que empezar desde ahora.

Los líderes mundiales convocados por la ONU, consensuaron utilizar la sostenibilidad como idea fuerza al emitir la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, así se ha hecho desde septiembre de 2015, se trata de mejorar, en los hechos, las condiciones de vida en el planeta, de ahí que se definieran diez y siete Objetivos, 169 metas y 241 indicadores.

El significado de este consenso mundial implica un cambio de paradigma para explorar nuevas formas de convivencia, en el cual el Liderazgo Institucional posibilita la construcción de políticas públicas transversales en un entorno de corresponsabilidad entre sociedad y gobierno, conforme lo establecen los Objetivos 16 y 17 de esa Agenda: “Paz, Justicia e Instituciones Sólidas” y “Alianzas y Cooperación”, respectivamente.

Como es sabido, las instituciones gubernamentales son las encargadas de mantener la cohesión social y posibilitar la viabilidad de un país; con este fin, han de prepararse y estar listas a ejercer un liderazgo que posea tres características distintivas: Autoridad legítima sobre el conjunto de las instituciones públicas, privadas y sociales, así como de los individuos; esta autoridad asentada en un Estado Democrático de Derecho, cuyo marco constitucional, legal y normativo es tarea constante de los Congresos y/o Parlamentos ante la Agenda 2030; Recursos provenientes del esfuerzo económico y socialmente productivo de la sociedad, y Medios Organizacionales eficientes, eficaces, transparentes y fiscalizables.

El liderazgo institucional demanda capacidades de organización, dirección, supervisión y motivación, fundamentadas en la jerarquía establecida por el marco normativo de observancia general y específica; complementadas por una personalidad capaz de inspirar, simultáneamente, confianza y respeto.

También, el liderazgo institucional debe fomentar el sentido de pertenencia, ampliar el conocimiento de los fines y procedimientos institucionales, estar reconocido por los superiores jerárquicos, cooperar con sus pares, tener aceptación de los colaboradores, trabajar en equipo y estar abierto a la innovación. Estas características previenen contra la arbitrariedad, la discrecionalidad y la corrupción, de ahí su importancia como ejemplo de vocación de servicio público.

Precisa señalar que los liderazgos institucionales no sólo se sitúan en las estructuras gubernamentales; también se expresan en las organizaciones sociales y las empresas privadas, articulados mediante el ejercicio de la Gobernanza, entendida como la institucionalización legal, estructural y administrativa del compromiso moral, económico y participativo, conducente a asegurar que la sociedad civil tenga la oportunidad de hacer oír su voz, tomar decisiones, realizar acciones y evaluar resultados. El sector privado debe encontrar en la responsabilidad social una oportunidad de invertir, crear empleos, elevar la capacidad de respuesta en un escenario de sostenibilidad.

Ante el nuevo paradigma del Desarrollo Sostenible, los gobiernos tendrán que asumir una apertura real, diferente, eficaz, inclusiva, profesional y responsable. En correspondencia, se esperan nuevas actitudes de colaboración de la sociedad civil organizada, del sector privado y de la ciudadanía. No sólo se trata de lo material, sino también de lo intelectual y asumir una ética pública: modificar la percepción del mundo y las maneras de valerse del mismo, pensando a largo plazo, en las generaciones futuras.

En México tenemos el momento oportuno para armonizar los múltiples liderazgos políticos, económicos y sociales, y plantearnos no sólo un cambio de personajes en el gobierno, sino un nuevo diseño de país.

El desafío es enorme, la obligación de asumirlo es insoslayable para todos.

*Extracto del Informe presentado por el autor ante el Consejo Económico y Social de la ONU, en su calidad de Presidente del Comité de Expertos en Administración Pública de ese organismo.

 

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Julián Domínguez López Portillo

Felicidades Dr. Castelazo, excelente artículo!!!

Roberto

Bienvenido Colega a El Semanario! Nos vendrá bien tu perspectiva en estos tiempos turbulentos!

GEO

Doctor como siempre claridad y pulcritus en sus textos FELICIDADES y estamos al pendiente de sus próximas colaboraciones ENHORABUENA

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