La Construcción de una Agenda Político-Electoral

La Democracia no es sólo elecciones, sino elecciones libres y justas.

Robert Dahl.

El propósito de toda elección es triunfar y acceder al ejercicio del Poder con suficiente fuerza en el Ejecutivo y el Legislativo para conducir a buen puerto el destino de la Nación durante un período constitucionalmente determinado; renovar periódicamente a las autoridades y representantes populares, aleja la ambición de perpetuarse en el gobierno. Cuando se trata del Poder, sabemos que es difícil, pero la contienda debe garantizar certidumbre y confianza en el marco de un Estado de Derecho.

Elaborar una agenda político-electoral es un proceso complejo al cual concurren múltiples variables que deben atenderse antes, durante y después de la jornada electoral. Imagínese el lector una lista no exhaustiva de participantes: autoridades electorales, partidos con sus candidatos, independientes, ciudadanos, observadores, medios; todos ellos habrán de ceñirse a una normatividad que conjuga legalidad y legitimidad.

Hay que tener presente todo el tiempo que el proceso político incluye a todos los electores organizados en un territorio determinado, dividido y subdividido en distritos y secciones electorales.

Todo lo mencionado, que se expresa tan fácilmente, conlleva a formular una intrincada Agenda que obliga a planear, fijar objetivos y, por lo tanto, programar las actividades necesarias para alcanzarlos.

En nuestro sistema político sexenal y trianual, los plazos para operar las elecciones son claros: la persona que aspire a la Presidencia de la República y ocupe una Secretaría o una Subsecretaría en la Administración Pública Federal, la Fiscalía General de la República (aún vacante) o una Gubernatura, debe renunciar por lo menos seis meses antes del día de la elección. En el caso de pretender una curul (Diputado) o escaño (Senador) en el Congreso de la Unión, habría de hacerlo por lo menos 90 días previos; quienes no se encuentren en estos supuestos no tendrían problema para su registro.

Otros plazos críticos son los correspondientes a las “precampañas” (del 14 de diciembre de 2017 al 11 de febrero de 2018); registro de candidatos (11 al 29 de marzo); campañas (30 de marzo al 27 de junio), y el día de la elección (1º de julio), en que habrán de coincidir los comicios federales con los de ocho Estados y la Ciudad de México. En otros términos, el tiempo es la regla que acota la lucha electoral.

La Agenda rectora corresponde al Instituto Nacional Electoral, a la cual habrán de ajustarse los demás actores, de manera que cada uno tiene que adecuarse y desarrollar su propia Agenda a fin de posibilitar la organización de sus convocatorias por lo menos en los siguientes ámbitos:

El político-social, mediante un diagnóstico objetivo para responder a las necesidades y demandas prioritarias con base en información confiable, argumentación creíble y convencimiento de la capacidad de satisfacerlas a través de programas de trabajo incluyentes que -además de reconocer la importancia del voto- coloquen a la fuerza ciudadana como tomadora de decisiones y, en su caso, corresponsable de las tareas gubernamentales.

El político-electoral que se inicia con la selección y nominación de los candidatos a las diversas posiciones, cuidando los perfiles de los mismos, quienes deben de inspirar confianza, ser sensibles a las necesidades de la gente y contar con carisma, con estos tres elementos se puede configurar una estrategia para reunir la voluntad de la mayoría a su favor.

Si toda negociación política es intrincada y difícil hacia el interior de cada partido, la cosa se complica si consideramos los detalles para repartir equitativamente el pastel en el seno de las coaliciones electorales: siempre habrá sorpresas, descontentos, incomprensiones, desbandadas y el desconcierto de los votantes.

La promoción del voto que ojalá dé lugar a escuchar antes de proponer; involucrar a los posibles sufragantes como parte de una solución, más que como meros emisarios de su problemática; ello implica una muy cuidadosa planeación que estimule el diálogo directo y constructivo.

Obviamente esta estrategia obliga a combinar dos elementos: el “arrastre” que pudiera tener un candidato, con la eficacia de la estructura partidaria, y así generar compromisos de los aspirantes en una cadena inteligente de mando, coordinación y supervisión, bajo temas de interés público y mensajes integradores, capaces de dar unidad e identidad que establezcan diferencias cualitativas y cuantitativas que sobresalgan ante la oferta de los otros.

Por otro lado, se requiere de una sólida estructura en toda la República con una cuidadosa selección y capacitación de promotores convencidos de las cualidades de ese partido, del candidato a la Presidencia y de todos los demás candidatos a otros cargos de elección popular.

En la jornada electoral se debe prever la participación de los representantes de partidos y candidatos a fin de que en cada casilla se cuente con una representación confiable, motivada y preparada para proteger la legalidad y objetividad de la elección, cerrando las posibilidades de impugnaciones y desvíos que den lugar a la judicialización de la política.

En cuanto a la comunicación, difusión e imagen, habrá de ponerse el énfasis en las propuestas, definir un discurso objetivo, positivo, concertador, que privilegie lo estructural sobre lo coyuntural, sin descuidar el día a día; evitar las descalificaciones y responder a las agresiones con firmeza y buen talante. En los tiempos actuales, atender esta recomendación significa “vacunarse” contra aquellos agentes en las redes sociales que propagan noticias falsas y distorsionan la realidad.

Esto será consistente si la imagen de los candidatos corresponde a los hechos de poseer una representación genuina, calificada, eficaz, con honradez y liderazgo tanto en la esfera pública como en la vida personal y familiar. Lo que es probable pero no posible en todos los casos.

También será menester equilibrar la presencia en los medios a objeto de impactar en las audiencias; evitar la saturación de información hueca, que lejos de contribuir al convencimiento, conduce al hartazgo e invita al abstencionismo.

Las elecciones de este año nos pueden colocar como ejemplo de madurez en el contexto internacional o, por el contrario, como incapaces de procesar el cambio político en situaciones no escogidas.

El asunto es tan extenso que en mis dos próximas colaboraciones abordaré sobre las características de la convocatoria para votar y los temas candentes a resolver en el país.

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LUIS GARCIA CARDENAS

EL ARTÍCULO TIENE UN MÉRITO PRINCIPAL: SU OPORTUINIDAD. NUESTRO PAÍS ATRAVIESA UNA TURBULENCIA,
CARACTERÍSTICA DE LOS TIEMPOS ELECTORALES. EN LOS PRÓXIMOS MESES PRESENCIAREMOS UNA MUY INTENSA
DESCALIFICACIÓN ENTRE LOS PRINCIPALES ACTORES DE LA LISA EN COMENTO. ESTUDIOSOS DE LO ELECTORAL
SOSTIENEN QUE, CON BASE EN LA TRANSPARENCIA DEMOCRÁTICA, LOS PARTIDOS POLÍTICOS MÁS IMPORTANTES
RECURRIRÁN A ALIANZAS OCULTAS QUE LES GARANTICEN EL TRIUNFO. A PESAR DE LAS DECLARACIONES A MODO
DE LOS TODAVÍA PRECANDIDATOS, SE ADVIERTE UNA AUSENCIA DE OFICIO POLÍTICO EN QUIENES OPERAN LA
CONTIENDA DESDE LA SEDE DE LAS INSTITUCIONES, PERO SOBRE TODO DE LOS PROTAGONISTAS EN UNA CONTIENDA
COMPLEJA, NUNCA ANTES EXPERIMENTADA POR MÉXICO. TODOS ESTAMOS HARTO ATENTOS A SU EVOLUCIÓN.

Beatriz Eugenia Piña Garza

Me parece muy clara tu propuesta sobre lo que implican unas elecciones a nivel nacional y los riesgos de las redes sociales y medios de comunicación de mostrar información sin sustento y que sin embargo sí deterioran la imagen de algún precandidato y coincido en qué hay que ser responsables de lo que “publicamos en redes sociales”.

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