Perspectiva Metropolitana de la Ciudad de México

Quien gobierne la Ciudad de México,

debe hacerlo con una visión metropolitana,

de otra manera fracasará en el solo intento.

El autor.

La capital de la República Mexicana es, en sí misma, una ciudad metropolitana. Su conceptualización va más allá de magnitudes de población o de extensión territorial. Se origina en factores históricos y políticos al ser la sede del poder, desde las raíces prehispánicas, durante la colonia, y a partir de su definición como Nación independiente y su constitución como República Federal. Su magnetismo atrae población proveniente de todo el territorio nacional e inclusive inmigración extranjera, con una libertad que da lugar a la diversidad presente en todas sus expresiones.

En efecto, las demarcaciones territoriales que la integran no son producto de la casualidad, sino de la causalidad aludida. En otros términos, la Ciudad de México es el conjunto de dieciséis núcleos urbanos establecidos conforme a una identidad que deviene de su evolución histórica, en una constante interacción. De ahí que sea una ciudad metropolitana.

Con el proceso de industrialización, a partir de la década de los 40 del siglo pasado, este gran asentamiento considerado como la ciudad de todos los mexicanos, ha venido sufriendo una transformación sui generis. Ahora está rodeada de más de cincuenta municipios del Estado de México y uno del Estado de Hidalgo, que se integran en una Zona Metropolitana, la del Valle de México, inmersos en una dinámica de interdependencia sumamente compleja al compartir, tanto beneficios como problemas que determinan la calidad de vida de todos los habitantes de la zona, sin importar su procedencia, condición socioeconómica o política.

Así las cosas, la Ciudad de México forma parte de la Zona Metropolitana, como su núcleo, por las expectativas de desarrollo personal que muchos no encuentran en sus localidades de origen: vivienda, salud, educación, cultura, recreación y entretenimiento, en virtud de la potencialidad de producción y consumo que representa, su infraestructura turística y urbanística, sus posibilidades de trabajo formal o informal…

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Ofrecer esto a un conglomerado de más de 21 millones de seres humanos implica enfrentar problemas muy serios de orden urbano, atender rezagos de todo tipo dada la diversidad de la población, garantizar la seguridad pública, la integridad de personas y bienes, así como la permanente confrontación con la delincuencia. La prevención y el combate a la corrupción que nos agobia. Generar condiciones dignas para el empleo; propiciar la calidad en la educación; facilitar la movilidad intra e interurbana a partir de la realidad constatable de las “ciudades dormitorio”, cuyos habitantes se ven obligados a traslados mayores de dos horas a sus lugares de trabajo, estudio u otras actividades. El abasto de agua y alimentos; la recolección, tratamiento y disposición final de residuos sólidos o líquidos; el control y mitigación de los impactos ambientales; la organización de la protección civil, toda vez que la Zona Metropolitana se asienta en terrenos de alta sismicidad, por mencionar sólo algunos aspectos de importancia relevante.

Más aún, la Zona Metropolitana del Valle de México se integra a una región mayor: la Megalópolis. En un radio que va de los 50 a los 200 kilómetros, coexisten otras zonas metropolitanas que forman una continuidad con influencias mutuas, como son las de Cuernavaca, Pachuca, Puebla-Tlaxcala, Toluca-Metepec y Querétaro. En teoría, esta configuración debiera integrar un sistema que permita interactuar de manera más racional y productiva, de suerte que los beneficios y los riesgos se compartan mediante la creación de una legislación que logre el equilibrio de la autonomía de los municipios y la soberanía de las Entidades Federativas, con políticas públicas de aplicación general, administración eficaz, eficiente y transparente, sobre la base de una coordinación real, con voluntad política y obligación legal, útil a toda la población.

Una decisión política impostergable es conciliar la centralidad necesaria para normar, dirigir, organizar, gestionar y controlar el sistema y sus subsistemas, con la indispensable descentralización de los servicios, la inversión, el trabajo. En suma, una mejor calidad de vida, al reencauzar la presión demográfica mediante una mejor distribución de oportunidades en la megalópolis y en todo el país.

Lo anterior es imposible sin la participación comprometida y la responsabilidad compartida con la academia, los centros de conocimiento y la ciudadanía organizada en estamentos que cuenten con aptitudes específicas para actuar en coparticipación con las autoridades.

Ser Jefe de Gobierno o Alcalde en la Ciudad de México exige tres capacidades: políticas, sobre todo de concertación; administrativas, particularmente de resultados, y técnicas que soporten el paso del tiempo para pensar en el largo plazo. No basta con querer ser, se requiere saber.

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LUIS GARCIA CARDENAS

El artículo del doctor Castelazo pone de relieve un problema que padecemos en nuestro pasado histórico, desde
las etnias indígenas, la colonia española, Antonio López de Santa Anna y sus leyes centralistas y ahora un federalismo
a modo, con un ejercicio preeminente e invasivo del titular del poder ejecutivo federal. Muchos mexicanos pensamos
que el presidente de la República es un rey sin corona, quizás peor, con una corona hábil y sutilmente disfrazada.
Nuestra formal división en tres poderes constitucionales es un acercamiento fársico para consumo del ciudadano ingenuo.
La pasividad de nuestra “clase política”, su complicidad obscena con el poderoso, no permite avizorar en un futuro cercano
un avance sustancial en democracia, una participación auténtica y eficaz en la toma de decisiones que importan a México.
Me gusta como concluye el artículo: no basta con querer ser, se requiere saber . . .

Luis Enrique Guerra Brenes

Es en este artículo donde el Dr. Castelazo ponen en contexto, la realidad que vive la Ciudad Capital de nuestro país sede de poderes, y el tema central que se vive en el mismo, pero el tener la responsabilidad de ser la Ciudad Cede de los poderes de la unión también tiene ciertas implicaciones, como la sobrepoblación en la misma y la población flotante de los municipios y estados circundantes.
Y como bien se plantea, estamos en una llamada megalópolis compuesta por una diversidad de estados del centro del país, como Estado de México, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Ciudad de México, donde derivado de ello la directriz debería ser tendiente a permitir una facilidad y una compatibilidad dentro de las mismas, lo cual aun materialmente no se refleja dejando a nuestra Ciudad con los problemas antes mencionados y sobre todo las complejidades, y temas de los culés deberá tener conocimiento quien pretenda ser Jefe de Gobierno de nuestra Ciudad o un alcalde de las recién surgidas alcaldías en sustitución de las Delegaciones.

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