Gobierno y oposición: ¿Contrincantes o aliados?

Sin contrarios no hay progreso.

Atracción y repulsión, razón y energía, amor y odio, son necesarios para la existencia humana.

William Blake.

El voto fue estrepitoso. Los ciudadanos perdieron la paciencia ante los partidos tradicionales. Fue el resultado de cuarenta años de transición democrática. Todos sabemos que los sufragios se emiten y se cuentan por los ciudadanos. Las autoridades electorales ratificaron lo expresado en las urnas: ¡Buena noticia!

El recuento de la decisión del poder popular atribuyó a MORENA y a sus aliados la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión, la mayoría de los congresos locales, de las gubernaturas y de los municipios… Desde 1994 se nos había olvidado lo que era el “carro completo”.

En estas circunstancias cabe preguntarnos: ¿cuál sería el papel de la oposición en el Congreso? Advierto tres posibilidades en juego:

  • Pasivo: los grupos parlamentarios minoritarios pueden adoptar una táctica intencionadamente indiferente al apostar al desgaste y al error de la nueva administración. Esto no deja de ser peligroso para la estabilidad política. Una mayoría al servicio del Ejecutivo le conduciría a ejercer un poder sin contrapesos, la oposición quedaría inerme frente al partido del Presidente;
  • Activo: al asumir su lealtad al país y a sus instituciones, los partidos minoritarios han de efectuar constantemente una critica constructiva, operar con una disposición negociadora, cooperativa y propositiva en el marco del Estado de Derecho;
  • Beligerante: de presentarse abusos por la mayoría en el Congreso, se podría suscitar que los opositores establezcan una estrategia negativa a ultranza, destructiva y hasta paralizante.

Es probable que los partidos minoritarios decidan unir fuerzas para incrementar su densidad y, en su momento, optar por una o varias posibilidades conforme al estado de las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo. La racionalidad se impone. Queda claro que la magnitud de los problemas que nos aquejan obliga a llegar a acuerdos. De otra manera el desarrollo del país puede estancarse.

La oposición no sólo se manifiesta en el Congreso. También es propia de la sociedad, expresada en cinco espacios:

  • Los medios de comunicación masivos y/o especializados juegan un rol fundamental conforme a la responsabilidad que tengan sobre las acciones u omisiones del gobierno, al señalar sus aciertos y deficiencias, sus logros o errores. Habrán de diferenciar lo que es propaganda gubernamental de la información objetiva.
  • Las redes sociales han de ganar importancia en la medida que sean capaces de agregar posiciones individuales hasta conformar una opinión pública sobre el desempeño del gobierno. También resultan responsables en cuanto al uso y/o abuso de la información;
  • La organización colectiva en torno a intereses específicos: empresariales, laborales, académicos; causas como los derechos humanos, la ecología, el reconocimiento de minorías, entre otros, y las organizaciones no gubernamentales que se han activado para vigilar la transparencia, la equidad, la eficacia y eficiencia del servicio público;
  • Los partidos políticos, especialmente los tres derrotados, cada uno en lo particular, deberán recuperar las demandas y necesidades de sus afiliados y simpatizantes, lo que les permitiría mantener su vigencia y prepararse hacia los próximos comicios, siempre y cuando la ineludible reforma al sistema de partidos lo permita;
  • La participación ciudadana individual, que cuando se siente atendida, simplemente sigue su curso y acepta las decisiones. Por el contrario, cuando rechaza el quehacer de las autoridades, lo expresa mediante la organización vecinal y comunitaria, se alía a los medios o con algún partido, hasta llegar a emprender movilizaciones en lucha abierta por sus derechos.

Ante estos escenarios políticos y sociales otra interrogante que me formulo es: ¿qué se espera de la responsabilidad del Ejecutivo frente a la oposición? Estimo que pudiera transitar por alguna de estas cinco opciones:

  • Respetuosa: fundada en la apertura para escuchar todas las voces y considerarlas en los procesos de toma de decisiones;
  • Incluyente: al invitar a los interlocutores a formar parte de las soluciones. Ello implica no sólo señalar la problemática y discutir ad infinitum, sino proponer y comprometerse con acciones y recursos puntuales. El gobierno debe propiciar la construcción de consensos sin descalificar los legítimos disensos;
  • Indiferente: la cual sería propia de una condición autoritaria, soberbia, que confía sólo en sus lealtades mayoritarias y minimiza a los contrincantes;
  • Intolerante: que busca acallar toda posibilidad de crítica por parte de legisladores, comunicadores y de la ciudadanía en general. De ser así, el Ejecutivo se ubicaría al margen de la democracia;
  • Represiva: significa utilizar ilegítimamente a la Ley, a los cuerpos policíacos o a las fuerzas armadas, para violentar disidencias bajo el pretexto de evitar un cisma social, lo que colocaría a la sociedad mexicana bajo una dictadura.

De cara a la realidad nacional, este esquema puede ser útil para fines de análisis. Antes que la indiferencia, la intolerancia o la represión, la nueva administración debe acudir al expediente de la democracia participativa, respetuosa e incluyente. Es complicado pero siempre preferente en el arte de gobernar.

La estadística abrumadora resultante de las elecciones no es, por sí misma, una prueba fehaciente de la democracia. Dicho en términos del Presidente Electo apenas representa un voto de esperanza. Precisa comenzar a resolver, todos nosotros y en armonía, la compleja trama socio-gubernamental evidenciada durante las campañas. En esta etapa, cobra vigencia la reflexión de Lord Acton: El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente; olvidarla sería cerrar las puertas al cambio cualitativo que todos esperamos.

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