José Luis Carazo Vega “Arenero”

El tiempo vuela y los recuerdos se agolpan, cuando hace 25 años vimos partir en el paseíllo de la vida a José Luis Carazo Vega, conocido públicamente como “Arenero”, pseudónimo que adoptó en su transitar por los medios, primero radiofónicos y luego televisivos cuando en 1972 fue parte del proyecto del Licenciado Julio Téllez García de “Toros y Toreros”.

El 11 de noviembre de 1992 se fue a la Gloria y, desde luego, su familia cercana, Lolita mi madre, su esposa, sus hijos y su hija, sus nietos, lo añoramos por ser quien fue en su paso por el mundo con sus afectos; dos de mis hermanos ya lo alcanzaron, Francisco Víctor y Luis Alonso, pero quedamos tres y la Macarena, su consentida.

Así llamaba a mi hermana como a su camioneta Ford, en la que iba por todos lados a las ganaderías y a los toros, con su sombrero cordobés y su faja que desde que intentó ser matador de toros lució en vez de un cinturón, para él fuera de cacho, como El Soldado, quienes siempre usaron la prenda para fajarse los pantalones. ¡Y vaya que los tenía bien puestos!

Desde muy joven intentó por todos los medios convertirse en figura del toreo, en alguna vieja revista “Sol y Sombra” de los años cincuenta, titulaban un encabezado, después de sus actuaciones en Puente de Vigas y en el Rancho del Charro en la colonia Polanco. ¿Será Carazo la figura del mañana?

Vaya que le luchó por serlo, tanto que toreó en El Toreo de Cuatro Caminos y en festivales en La México, en varias novilladas entre otros sitios en Acapulco y Morelia.

Fue con otros novilleros la parte seria en alguno de los festejos donde se presentaba Cantinflas y, en su afán de forjarse matador de toros, se vistió de diablo en la parte seria del espectáculo Cuatro Siglos del Toreo, que organizaba su gran amigo y compadre, El Brujo Zepeda, padrino mío de bautizo.

En una entrevista declaró mi padrino: Pensé en la conveniencia de resucitar suertes antiguas, de las que muchos aficionados apenas tenían referencias por láminas o grabados. Bauticé aquello como Cuatro Siglos del Toreo en México, aunque puede haber discrepancia, aduciendo algunos que son más o menos…

En los años cincuenta se presentaron en La México y conservo una fotografía de aquella fecha con gran orgullo de quien se atrevió en aras de un sueño, a lucir vestimenta roja y sus cuernos para partir plaza.

Era mi papá en la época en que el Brujo era el líder de los matadores, el representante de los novilleros, por aquel tiempo, formó un equipo de fútbol donde Morenito era el portero y Alfredo Leal delantero entre otros novilleros y matadores que también les daba por el balompié, luciendo un uniforme en los colores rojo y negro como los de Miura.

Alguna vez le pregunté el por qué no se había ungido matador y su respuesta la recuerdo como si fuera hoy: lo pude hacer y no quise, una alternativa debe ser tu llave para intentar ser figura del toreo, para colgarla en un cuadro, no sirve para nada. Así pensaba y esa fue su bandera, siempre.

Cuando decidió dejar la profesión nunca dejó de vivir en torero su lenguaje, sus expresiones, su preocupación principal era el toreo y apoyar a los que inician para que se vaya cumpliendo un ciclo de renovación siempre necesario.

En Canal 11 al lado de Luis Carbajo, El Negro Muñoz, desde luego, el titular Julio Téllez y otros más, dieron continuidad a la fiesta de la que la televisión, por distintos motivos salió de las plazas de toros en los años setenta y ochenta, entre otras las temporadas novilleriles de El Pana, Majano y Pastor del 1978 y la de Valente, Belmont y Mejía en 1982-1983 se cubrieron por Toros y Toreros, íntegramente.

Lo escribo emocionado como su hijo, pero también como aficionado de quien en su bonhomía integró al grupo de La Hermandad Taurina, con varios más que se unieron para reunirse y chanelar con los que habían intentado y con figuras como Capetillo, El Soldado, Silverio, quienes se quitaban los blasones para hablar con aquellos que no llegaron lejos pero que intentaron ser toreros en alguna época de su vida.

Al final muchos de ellos principalmente Gerardo Vergara se convirtió en el Búfalo de Juncal en esas andanzas, quijotescas.

No me extiendo más, pero los que le conocieron saben que me quedo corto en los recuerdos, algunos de ellos permanecieron plasmados en el programa de “Sangre y Arena” que pasaba por Cablevisión, en el que junto con Mauricio Locken y Juan Antonio de Labra con la producción de Lauro Alvarado, tuve la oportunidad de entrevistarlo y escudriñar en su larga trayectoria.

Su herencia de valores fue el tesoro más grande que nos heredó a su familia, hasta donde te encuentres Arenero, sabes que quienes te conocieron, te recuerdan con afecto; como un aficionado que me encontré el día de hoy en La México, Jorge Sánchez, me preguntó por ti y me dijo que te extrañaba, se me hizo un nudo en la garganta cuando me dijo: “su jefe era un romántico de esto”. Gracias a él y a tantos otros amigos que saben lo que fuiste para la afición que tanto amaste.

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