Tegucigalpa se viste de gala

Capital hondureña desde 1880, pero con un origen que data de 1578 (establecida en ese entonces como un poblado español), Tegucigalpa, conocida etimológicamente por unos como “Cerro de plata” y por otros como “Lugar donde se reúnen los señores”, celebra este 29 de septiembre sus 440 años de existencia, con una serie de actividades organizadas para recordar el recorrido histórico de la urbe para constituirse en el principal centro sociopolítico de la nación.

Entretanto, un alegre carnaval desarrollado el reciente 22 de septiembre ha servido como punto de encuentro para que personas de diversas tendencias ideológicas y condiciones socioeconómicas aprendan un poco más sobre la historia urbana y el proceso transicional de una ciudad enclavada entre cerros, mismos que, de acuerdo a historiadores -entre 1894 a 1924-, después de haber alcanzado la independencia del imperio español, servían como reductos ampliamente disputados entre opositores políticos para hacerse del control de la zona. Según los historiadores mexicanos José Dávila y Alfredo Barrera, Tegucigalpa proviene del vocablo náhuatl “Tecuztlicaltipan”, o sea “Lugar de Residencia de los Nobles”.

Ciudad entre cerros
Vista del Cerro Brujo, Tegucigalpa, Honduras (Foto: Joelsvhn).

En primer lugar, podríamos destacar que Honduras y particularmente la ciudad capital han podido resistir y sobrevivir a través de la historia a una serie de embates de la naturaleza (huracanes Fifi y Mitch). A pesar de su irregular topografía e invasiones desordenadas de sectores inhabitables (a falta de un reordenamiento urbano y a la necesidad de fomentar sostenibles políticas públicas que permitan descongestionar la metrópolis para así contribuir de manera paralela a la gestión y resolución de problemas ingentes como: la inseguridad ciudadana, el desempleo y la falta de acceso -en algunos sectores- a recursos básicos como el agua, entre otros).

Pienso que se han dado pasos muy importantes en materia cultural, al gestionar desde la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), el Centro de Arte y Cultura (CAC) -el cual inició funciones formalmente el 15 de octubre de 2012-. Aquí convergen representantes de las más variadas creaciones humanas; el mismo sirve además como un importante instrumento para movilizar recursos simbólicos estratégicos para intervenir en diversos espacios ciudadanos, a fin de posibilitar el conocimiento de las creaciones humanas en sus diversas manifestaciones. Fomentado e impulsado lo anterior a través de dinámicos procesos que involucran artistas -en sus distintas expresiones-, historiadores, agencias internacionales de promoción de la cultura y gobiernos -central y municipal-. No obstante, creo que para mediatizar estas acciones debe haber un mayor involucramiento de la prensa nacional (y apropiación del entorno de cobertura) para la gestión y publicación de productos mediáticos de tal naturaleza.

Por otra parte, las autoridades municipales deben apuntar -en colaboración y coordinación con contrapartes- a la gestión y consolidación de ciudades ecológicas, que permitan la reingeniería forestal, el control de emisiones de los distintos contaminantes, además de una readecuación en materia legislativa que permita gratificar los esfuerzos comunitarios para la innovación en gestión ambiental, y sancionar, asimismo, a aquellos ciudadanos que contribuyan al deterioro socioambiental.

edificio
Centro de Arte y Cultura, UNAH (Foto: https://presencia.unah.edu.hn).

Bajo mi punto de vista, debido a la vulnerabilidad de ciertos sectores ciudadanos ante los riegos generados por deslizamientos provocados por las lluvias, las autoridades edilicias deben flexibilizar sus ejecuciones administrativas, que permitan no solamente inundar la ciudad de obras de infraestructura vial -lo que acontece actualmente-, sino que además contribuyan contribuir al estudio, acompañamiento y  reordenamiento de estas personas, que generalmente carecen de fuentes de ingresos -a raíz de la desigualdad laboral y de oportunidades-, que les permitan acceder a viviendas apropiadas como garantías a su dignidad humana.

En definitiva, la experiencia acumulada por parte de los habitantes de la ciudad, así como la capacitación del recurso humano en diversas disciplinas sirven y deben coadyuvar como una base necesaria e impostergable que permita empujar -amparados en principios de promoción de la justicia y oportunidad para todos- el rediseño urbano que inserte a la ciudad en el contexto global de las denominadas “ciudades inteligentes” y desarrolladas, en boga actualmente en la terminología universal.

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