Amenaza, tecnologías y educación

La amenaza

La amenaza es, como dice José Honorio Cárdenas en su extraordinario libro La Ética frente a la amenaza: “la vivencia de una desventaja física, económica, social, moral y legal ante seres humanos o entidades sociales con las que se mantiene una relación”. Agrega Cárdenas, “se trata de una relación que atenta contra el sujeto porque… sucede una afectación de sus capacidades operativas”. Es una descripción que ajusta perfectamente a nuestro tiempo. Salimos a la calle con la sensación ominosa de estar en medio de una situación que nos pone en peligro, pues alguien con superioridad física puede atentar en nuestra contra. Ello afecta nuestro día a día de manera esencial. Nos sentimos presionados y preferimos suspender actividades frente a un peligro indefinido y latente.

La escuela ha sido y es un escenario para sentirse amenazado. Los niños y jóvenes, educados en el respeto al orden, a los superiores y a las instituciones o simplemente educados para ejercer su libertad y creatividad se encuentran en desventaja frente a compañeros y maestros que no tienen la misma actitud de sometimiento al orden establecido en la escuela o que no guardan respeto y empatía hacia sus compañeros. La vida de los niños que experimentan la amenaza es miserable porque quejarse no conduce más que a peores y más profundas amenazas. El daño moral no sólo consiste en la violencia que sufren o presencian sino también en la sensación de que serán el próximo en ser violentado o dañado.

No es infrecuente que un niño se niegue a ir a la escuela. Las razones son múltiples y si escuchamos más allá de las razones típicas esbozadas por nuestros hijos y alumnos (“me duele el estómago”, “no hacemos nada divertido”) comprenderemos el verdadero argumento para eludir la asistencia a la escuela: se sienten amenazados.

La amenaza proviene de quienes les arrebatan el lugar, el espacio en el mesa-banco o en la fila, de quienes roban sus alimentos, esconden sus objetos más preciados, les ponen apodos o se burlan de sus intervenciones en clase. Durante estos 37 años como maestro, no fueron raras las ocasiones en las que detecté y detuve estas situaciones, pero tampoco lo fueron aquellas en las que no tuve noticia y mis alumnos fueron víctima de abusos.

Tecnologías en la escuela y en la vida cotidiana

Parafraseo mi última colaboración para El Semanario: En un contexto de realidad sintética, diseñada, lejana del mundo natural e hipertecnologizada nuestros hijos conviven con dispositivos y sistemas que transforman de manera profunda su vida cotidiana (https://elsemanario.com/colaboradores/202216/la-ley-de-moore-no-es-cientifica/). No estamos más comunicados, sino tenemos más notificaciones.

La escuela mexicana no ha logrado aún utilizar las tecnologías digitales para mejorar el acceso a experiencias de producción de conocimientos ni al desarrollo del criterio moral. En algunos casos estas tecnologías se emplean para victimizar, amenazar y destruir la vida de niños y jóvenes. Una aplicación correcta de las tecnologías digitales posibilitaría el desarrollo del criterio moral en niños y jóvenes. Ayudaría a mejorar su calidad de vida en la escuela mediante el desarrollo de elementos para devenir en ciudadanos digitales.

Podría pensar que este uso dañino le es inherente a las tecnologías. No es la tecnología, somos nosotros que vemos crecer nuevas realidades sin empeñarnos como maestros y padres de familia en el trabajo complejo y delicado de mostrar con nuestro ejemplo el buen uso de estas formas de mediación técnica de la vida cotidiana. Un filósofo francés contemporáneo, Bernard Stiegler, concedía que nuestra condición es “farmacológica”: usamos técnicas que nos curan y nos enferman al mismo tiempo. Tenemos tecnologías que posibilitan la comunicación, la construcción de conocimientos de manera colectiva y, al mismo tiempo, se revierten como vehículos de una situación amenazante, que daña moralmente. Un niño que lee un comentario vulgar o hiriente a su publicación en redes sociales experimenta la amenaza, la violencia verbal. El gozo por el logro personal al producir un contenido digital en una red social, se transforma en experiencia dolorosa, frente a la burla o el insulto. En lugar de empeñarnos en dominar la técnica para mostrar a nuestros hijos el buen uso de las tecnologías digitales, incurrimos en la grave conducta de dejar a niños y jóvenes incursionar en espacios virtuales en los que son amenazados, humillados y sometidos por seres inescrupulosos, cuyo proceso de desarrollo del criterio moral es pobre o inexistente.

¿Tecnologías para la construcción de la ciudadanía?

Las teorías de Jean Piaget y L. Kohlberg en torno al desarrollo del criterio moral en niños y jóvenes se antojan imprescindibles en nuestro tiempo. Los niños y jóvenes que carecen de oportunidades educativas en las que se favorezca el desarrollo de la autonomía moral, la acción ética, se convertirán en seres dependientes del premio y el castigo. Vivir experiencias que contribuyan a la autorregulación transforma la escuela en el semillero de futuros ciudadanos. Por el contrario, el crecer ayuno de experiencias que nos ayuden a desarrollarnos como seres solidarios, empáticos con los demás, y capaces de regular la conducta propia mediante actos libres, responsables y apegados a escalas de valores aceptados y construidos colectivamente, genera a seres egoístas, mezquinos, acostumbrados a imponerse mediante una actitud amenazante, violenta.

Por eso, la escuela puede acabar con la sensación de amenaza que sentimos todos, de manera muy importante los niños y los jóvenes. Y las tecnologías que les permiten experimentar la pertenecía a una comunidad, así sea virtual, es un vehículo que debemos explorar y utilizar con sentido educativo. El uso de redes sociales en la escuela, de redes que impliquen la mediación y moderación de los profesores, en comunidades destinadas exclusivamente a los niños y jóvenes, son esenciales para aprender la ciudadanía digital. Sólo en el ejercicio de la libertad se aprende a ser libre. Hacerlo en ambientes libres de amenaza es un imperativo ético para padres y maestros.

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Luz Alins

Gracias por compartir su experiencia, la cual se vincula oportunamente con las vivencias escolares presentes. Como Docente , ahora entiendo q se requiere no solo saber usar las tecnologías, sino educarnos, orientados y basados en el respeto y el tiempo adecuado de uso. Saludos, excelente planteamiento

Doris Cetina

Miguel Ángel, excelente reflexión. Gracias por contribuir, como siempre lo haces, con la defensa del buen uso de la tecnología en la escuela. Los alcances serían enormes si tan solo nos animáramos a utilizar las redes sociales para el desarrollo de la autonomía moral y acción ética de los niños y jóvenes.

Claudio Ortiz

Excelente articulo profesor….Gracias por compartir. Saludos

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