Soy de izquierda y voté por Josefina

 

La elección del próximo domingo se ve intrincada por la muy posible vuelta del PRI al gobierno como la crónica de un resultado anunciado y de la sospecha de que regresa lo peor del PRI, un poder autócrata, con prácticas clientelistas, que apuesta por la corrupción formado por gente que cree que es dueña del país. No pierdo la esperanza de que nos sorprenda un voto indeciso y sobre todo volátil que aún sigue reflexionando su decisión y que no representa un voto duro, es decir, que podría cambiar de parecer hasta el último minuto antes de tachar la boleta. Según la encuesta de Parametría de esta semana, el 24 por ciento de los encuestados está “algo seguro” de su voto y el 10 por ciento “poco seguro”, lo que suma un 34 por ciento que podría cambiar de opinión. Según Mitofsky, hay 17.1% de preferencia no definida. Esta preferencia además puede cambiar de un momento a otro según se posicionen los dos candidatos en el segundo lugar, pues habrá quienes le den su voto a la coalición de izquierda para impedir que EPN llegue al poder, otros que le darán su voto al candidato del PRI para evitar que AMLO llegue al poder.

Por desgracia, lo que prima en estas elecciones es el desencanto, sobre todo de parte del electorado independiente, que si bien a diferencia del 2009 no anulará su voto para evitar dar una ventaja al puntero, tampoco está convencido de otorgar un voto útil como ocurrió en el 2000 y en el 2006. El PRD ha intentado sin éxito convencer al electorado independiente de usar un voto útil y sobre todo de convencernos que la contienda es de dos y no de tres (una de las razones por las que no votaré por el PRD es por la cantidad de propaganda y mentiras que circulan en las redes sociales firmadas por Morena; una cosa es tener argumentos para invitar al voto, otra es creer que hay que engañar porque se posee la Verdad). En mi opinión, la izquierda desaprovechó la posibilidad de llegar a la presidencia, al elegir al candidato equivocado (o mejor dicho, la única posibilidad que le quedó a la izquierda de llegar unida a las elecciones, sacrificando al candidato que hubiera podido apelar el voto independiente e inclusive el voto panista).

Yo siempre había votado por el PRD y, curiosamente, las elecciones donde más gente joven se está acercando al partido del sol azteca es cuando me parece imposible darle mi voto, no sólo porque su candidato dista mucho de pertenecer a la izquierda social demócrata y progresista con la que simpatizo, sino sobre todo porque creo que México necesita tres cosas que sólo la candidata del PAN puede garantizar y es por ello que, sin ser panista y estando muy en contra de ciertas actitudes conservadoras del PAN y de la misma Josefina, pienso votar por ella.

1) Ni EPN ni AMLO suscriben como compromiso impulsar la reelección de legisladores, de presidentes municipales o de jefes delegacionales lo que sería a una medida contra la corrupción pues éstos dependerían menos de sus “jefes” que de rendirle cuentas a los electores. Pero tanto EPN como AMLO creen en la necesidad de agrandar el poder del Estado, es decir, tener un Estado rector y una presidencia omnipresente. A mí me parece que esto es contraproducente para resolver el problema de la seguridad, lograr un mayor crecimiento y avanzar en el proceso de modernización. Es decir, lo que necesitamos es tener un Estado menos rector pero más fuerte, que garantice un mayor cumplimiento de la ley y mejore los programas sociales, y no un Estado con mayúscula que controle la economía e incluso se convierte en rector de las conciencias como lo propone AMLO.

2) Creo que mucho del voto priista se basa en el mito de que sólo el PRI podrá negociar con los cárteles como solía hacerlo en el pasado y lograr una paz relativa o funcional para los ciudadanos. Por el otro lado, nos han dicho hasta el cansancio que la estrategia del Presidente Calderón fue errónea y los seguidores de López Obrador (concentrados en la capital, algunos estados del centro y del sur del país), más alejados de la tragedia cotidiana del narcotráfico, se contentan con creer que es posible retirar al ejército en seis meses con un plan de regeneración nacional, es decir, una estrategia moral y educativa que toma como hipótesis que el problema de la violencia se deba únicamente a falta de oportunidades en los jóvenes, pobreza, una decadencia de valores y no a un negocio millonario que va construyendo una red criminal. Voy a votar por Mancera en el Distrito Federal e inclusive por el PRD en mi colonia, que ha dado rienda suelta a los tianguis y a la informalidad, porque prefiero una visión de diversidad y de espacios públicos en el Distrito Federal y porque quiero ver una continuación del proyecto de Ebrard. Sin embargo, me parece que la situación de violencia que vive el país no responde necesariamente a la falta de oportunidades o de empleo. Creo que la única posibilidad para avanzar en estos temas es votar por la única candidata que respeta y reconoce a las instituciones porque la solución a la violencia a mediano plazo y sin ignorar la necesidad de reconstruir el tejido social, sólo puede darse con un mayor respeto a la legalidad y juicios justos, algo por lo que los legisladores panistas hicieron mucho con las reformas a la ley de amparo y los juicios orales. El estado de derecho, lo que no reinó en el Estado de México durante la gubernatura de EPN y lo que AMLO no puede garantizar porque el derecho en cualquier momento le puede parecer una institución precaria o contraria a su ideal de justicia, que si bien es cierto que la justicia puede estar por encima de la ley, un mandatario no lo está. Y es ahí que votar por EPN o por AMLO se vuelve tan insostenible que ni el argumento de la gobernabilidad efectiva ni el del gabinetazo de la tercera edad, son suficientes para convencerme.

3) El PRI y el PRD representan pocas posibilidades de impulsar reformas vitales para el país: la política, la fiscal, laboral o energética. Ya ni pensar que podrá haber reforma energética cuando Romero Deschamps y Bartlett ahora por el PRD, se crucen en el Senado. Esto además de saber que los sindicatos se verán beneficiados tanto de un lado como de otro (AMLO ha propuesto combatir el sindicato de Pemex y sin embargo, revivir al sindicato de electricistas). Asimismo, son dos candidatos que no han impulsado la reforma política, ni siquiera AMLO en la oposición después del supuesto fraude, luchó por una segunda vuelta.

Estas son tres razones por las que votaré por Josefina. Sobre todo, es importante que los mexicanos no sólo reflexionemos nuestro voto para presidente sino también en el voto del legislativo para evitar una mayoría priista, con el fin de impulsar las reformas que nuestro país necesita para garantizar su crecimiento.

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