Presento a continuación, en seguimiento a mi anterior colaboración para El Semanario, otra serie de mega tendencias que considero son una gran oportunidad para que en América Latina se tomen en cuenta, se evalúen y logremos subirnos a estas “olas”:
- Compra y renta de tierra para cultivar. Se intensifica y se intensificará aún más la compra y renta de tierras en países subdesarrollados por parte de países desarrollados, países pequeños territorialmente hablando, países con muy altas poblaciones y grandes trasnacionales. Es la respuesta de los países importadores de alimentos ante el aumento de los precios y otras condiciones del mercado, como los cambios de hábitos de consumo: los chinos consumiendo leche de forma masiva, por ejemplo.
La lista de compradores o alquiladores la encabezan: China, India, Corea del Sur, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, y Qatar. Mientras que los vendedores y quienes alquilan sus tierras se encuentran –principalmente– en África: Sudán, Mozambique, y Malí; pero también lo son: Rusia, Ucrania, Paquistán, Filipinas, Indonesia y solamente Brasil lo hace, en grandes magnitudes, en América Latina.
Desde 2006, según diferentes fuentes de información, se han vendido varias decenas de millones de hectáreas, operaciones que suman una cifra superior a los 40 mil millones de dólares.
Algunos ejemplos públicos lo han sido: en Sudán empresas surcoreanas rentan 700 mil hectáreas para sembrar trigo; Emiratos Árabes compraron 400 mil hectáreas en varios países. En Mali, Libia cultiva 100 mil hectáreas de arroz y Qatar 40 mil hectáreas de frutas y verduras. En Mozambique, en sus propias tierras, China obtiene 500 mil toneladas de arroz.
Empresas vitivinícolas europeas, principalmente españolas, francesas e italianas, han comprado vinícolas (bodegas con sus respectivos viñedos) en Argentina, Chile y Uruguay.
De manera directa o indirecta más y más grandes marcas y productores de frutas y verduras de Estados Unidos, principalmente, (Dole, Del Monte, por citar algunas) están comprando o rentando centenares de miles de hectáreas en América Latina para atender la demanda en su propio país y alrededor del mundo. Lo mismo hace Nestlé para satisfacer la creciente solicitud de café a nivel global.
Hay pues una clarísima oportunidad para seguir vendiendo o rentando tierras para producir y vender “productos de la tierra” desde América Latina a todo el mundo de forma directa sin valor añadido, pero sería aún mejor hacerlo con valor agregado.
- Envejecimiento de la población. En la mayor parte de los países desarrollados el proceso de envejecimiento se agudizará y esto tiene muchas implicaciones obviamente demográficas, pero también laborales, políticas y hasta de subsistencia en el largo plazo para algunos países.
La población mundial crece, pero los países desarrollados disminuyen su población. Por ejemplo, Europa bajará de significar el 13% a sólo el 5% en la proporción de la población global, mientras que en África vivirán en 2050 tres veces más habitantes que en Europa.
Existe una creciente migración africana y asiática hacia Europa de forma legal y la mayor parte ilegal. Los gobiernos de los países receptores han establecido políticas para regularla y hacerle frente. Es un gran reto, pero va a continuar. Las barreras físicas y legales no la van a detener.
En América Latina hoy y por los próximos veinte años, en varios países: Colombia, Perú, Brasil y México, por ejemplo, estamos viviendo los beneficios del bono demográfico, esto es, que la suma de las personas menores a 15 años y mayores a 60 años es menor que las personas entre 15 y 60, quienes constituyen la Población Económicamente Activa. Lo que da enormes posibilidades económicas en esta ventana de tiempo. Desafortunadamente, las economías locales no están teniendo la capacidad para absorber esta mano de obra y si bien no hay un gran desempleo en las cifras oficiales, en la práctica tenemos a millones de personas trabajando en la economía informal o realizando trabajos muy por debajo de su real capacidad.
Aquí hay tres grandes vertientes obvias para aprovechar esta mega tendencia:
- Se pueden hacer convenios o tratados de gran envergadura para que haya una migración planeada de personas de América Latina a estos países europeos, como los hubo en sentido opuesto para habitar zonas de América con migrantes europeos en los siglos XIX y principios del XX.
- Realizar convenios únicamente laborales, para que latinoamericanos, con ciertas características, vayan a los países desarrollados a realizar trabajos de forma temporal y con contratos en buenas condiciones, como lo hacen los trabajadores mexicanos del campo que realizan tareas agrícolas en Canadá desde hace más de veinte años.
- Que las empresas europeas o los propios países generen empleos en los países de América Latina, de forma directa y acordada mutuamente con los países de ese continente, para satisfacer la demanda de productos y servicios en Europa.
- Un nuevo paradigma político-social: A decir de Rubén Aguilar, el nuevo paradigma político-social está integrado por cinco conceptos que complementan o modifican los anteriores. Unos y otros están interrelacionados y como tal forman un todo.
La ciudadanía: La definición jurídico-política de que el ciudadano es sujeto social, que adquiere su carácter en el hecho de gozar de ciertos derechos y obligaciones, sigue siendo válida, pero está muy lejos de agotar la nueva idea de ciudadanía.
El elemento fundamental de la actual definición pasa necesariamente por la idea de la participación. Se es ciudadano en la medida que se participa en la construcción de la comunidad y se busca su bien; la participación es el elemento central y constitutivo de la nueva idea de ciudadanía.
Lo público y privado: La construcción del espacio público, de lo que corresponde a todos, no es sólo responsabilidad y obligación del gobierno sino también de los ciudadanos y sus organizaciones.
El gobierno no puede renunciar a su papel y tampoco descargar en la sociedad responsabilidades que le corresponde, pero tampoco reclamar como espacio exclusivo la construcción de lo público, lo cual es una tarea que también toca a la ciudadanía y sus organizaciones; que debe compartir con ellas.
El Estado. La definición jurídico-política que define al Estado a partir de un territorio, una población, unas leyes y unas instituciones da cuenta de una realidad, sigue siendo válida, pero no la agota. El Estado moderno sólo se entiende a partir de la interrelación de los actores que lo integran.
La nueva idea de Estado contempla la relación dialéctica y complementaria entre gobierno y sociedad civil, que algunos autores desdoblan entre gobierno, mercado y sociedad civil. En todo caso, lo que es necesario tener claro es que todos somos actores estatales y no sólo los gobernantes como algunos todavía lo siguen entendiendo.
La sociedad civil. La sociedad civil está integrada por dos grandes bloques de organizaciones que en ningún caso buscan el lucro, la repartición de dividendos, como sí lo busca la empresa o el mercado.
En el primer grupo se ubican las organizaciones que buscan el auto-beneficio para sus miembros (cámaras empresariales, sindicatos, partidos, iglesias…) y en el segundo las que buscan beneficiar a los otros, que no son sus miembros (fundaciones, organizaciones operativas…). Ambos grupos, pero sobre todo este último, crecen en todo el mundo. Es una característica de la modernidad.
La gobernanza. La sola idea de la gobernabilidad no basta, se requiere la gobernanza. La Academia de la Lengua define este nuevo concepto como: “Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”. De eso se trata, de la relación fluida y complementaria de los actores que integran el Estado.
Como ven, hay enormes oportunidades para hacer de América Latina un verdadero jugador de clase mundial en los años por venir… Ojalá no lo desperdiciemos.