Trabajar desde casa o hacer home office

Gracias a los acelerados avances tecnológicos en telefonía, apps, la nube y propiamente el internet, las distancias se derriban y uno puede desde la comodidad del estudio, la sala, el comedor o, a veces, desde la recámara y en pijama, trabajar de forma muy eficiente y productiva para uno mismo y/o para su organización.

El home office es una tendencia relativamente reciente en México, importada de Estados Unidos. Posiblemente, inició como una forma de seguir trabajando cuando las nevadas y otros fenómenos climatológicos impedían salir a la calle a los empleados. Con el tiempo, las empresas y sus colaboradores fueron hallando no pocas ventajas al teletrabajo, algo muy conocido por quienes funcionan bajo el esquema de freelance.

Hoy ya hay muchas compañías cuyas sedes físicas no albergan a todos sus empleados, por múltiples razones, y muchos de ellos ya están trabajando desde su casa, en ocasiones viven en otras ciudades o países. Se dan casos de multinacionales que empelan a vendedores o gente de auditoría que carece de oficina en sus sedes y trabajan “en la calle”, en las oficinas de los clientes, en las oficinas temporales que se pueden rentar por horas, días, semanas, meses, o simplemente desde la casa y esto seguirá creciendo rápidamente, porque las empresas lo quieren y les beneficia, además porque hay dos o tres generaciones de empleados que lo exigen.

Home office.
Fotografía: ExpokNews.

Es un hecho que a muchas organizaciones les conviene este esquema ya que logran importantes ahorros en costos de renta, mobiliario, papelería, servicios de telecomunicaciones, electricidad, café, agua, galletas, comedores, seguridad, etcétera.

Este tipo de trabajo conlleva sus riesgos. Uno de ellos está dado por el ambiente relajado del hogar o las múltiples distracciones que encuentra uno ahí, desde el refrigerador, la televisión, jugar con la mascota, o que otros miembros de la casa lo interrumpan constantemente, recurren a quien no sale para hacerle toda clase de encomiendas y encargos al suponer que tiene tiempo para hacerlo, está de flojo, o de vacaciones.

No hay nada como el orden y la disciplina para mantener la productividad. Fijarse una rutina, respetar los horarios, incluyendo claros momentos de receso y descanso. Claro, con la ventaja que da la flexibilidad de horarios: uno puede seguir haciendo un proyecto o un estudio a media noche o en la madrugada, escuchando su música favorita, quizá bebiendo una copa de vino, sin molestar a la familia en casa.

Es innegable que la movilidad de las ciudades y el medio ambiente resultan beneficiados con el trabajo remoto y/o bien con los horarios flexibles. No necesariamente uno debe estar como ermitaño recluido en el hogar, pues existe la posibilidad de acudir regularmente a la empresa en horas acordadas, a fin de coincidir con los demás y desahogar juntas, reuniones, trámites, tener la necesaria interacción cara a cara. De este modo, la gente puede trabajar desde casa temprano para evitar así el tráfico y el estrés matutino para llegar más tarde a la oficina y retirarse temprano a su hogar a seguir trabajando, o exactamente todo lo contrario, pero siempre en contraflujo. Por supuesto que estos esquemas son muy motivadores para la gente y benéficos para las empresas.

Las organizaciones que no den este tipo de beneficios a sus colaboradores en el mediano y largo plazo están condenadas a desparecer.

Trabajo remoto.
Fotografía: MBA & Educación Ejecutiva.

Uno puede ser muy feliz haciendo home office, pues tiene muchas ventajas, entre otras se evita perder varias horas al día en los embotellamientos y aglomeraciones de los traslados citadinos, además de ahorrar gasolina o el desgaste del vehículo, e incluso, bien planeado, se podría prescindir del auto, y cuando se es necesario, usar alguna de las apps de servicios alternativos al vehículo personal, o usar el transporte público que hay en la Ciudad de México.

Me consta –personalmente– que trabajar desde casa o hacer home office combinado con un esquema de horarios flexibles es la fórmula perfecta. Prácticamente desde septiembre del 2017, como producto del muy lamentable sismo, me quedé sin oficinas y sin el espacio de mi galería, lo que me obligó a repensar el tema profundamente y luego de un corto período (cuatro meses) de transición, decidí estar en modo 100% home office con el componente de horarios flexibles, para aprovechar ciertos asuntos: puedo, por ejemplo, visitar una exposición de éstas que son muy concurridas, el martes a las 11:00 a.m., donde habrá muy poca gente y ese día empiezo antes o termino después de “trabajar”; puedo ir al cine a las 16:00 horas e inclusive en ciertos horarios donde me dan descuentos; además puedo ir al súper prácticamente a la hora que quiera y no tener que hacerlo por la tarde/noche o en fines de semana, donde siempre habrá mucho más gente. Voy al gimnasio en horarios mucho más despejados, considerando que mi plan no es ir a ligar.

Como se podrán imaginar, tengo ahora un ahorro directo al dejar de pagar renta, estacionamiento, aunque sea parquímetro, el uso del auto lo he reducido a menos de la mitad y ahora también me muevo mucho más en bicicleta (propia y las de servicio público), también en patineta eléctrica, y camino mucho más.

Uno de los mejores incentivos en este esquema ganar-ganar, es que, quien no da resultados no cobra y se trabaja de forma relajada, sin tantas presiones y agobio.

Escritorio.
Imagen: Macfaen.es.

No hay lugar como nuestro hogar, sobre todo cuando uno puede cómodamente trabajar desde ahí. 

Algunos consejos para el trabajo desde casa:

  1. Tener un espacio propio o privado para ser productivo, es casi un requisito indispensable.
  2. Hay que tener muebles adecuados: Un escritorio y un asiento cómodo; buena iluminación (tener una buena lámpara es básico); un muy buen wifi y obviamente una computadora, laptop o tableta; una impresora; suficiente espacio para organizar y colocar documentos de trabajo; trituradora de papel, además de todos elementos de papelería necesarios: una engrapadora, plumas, lápices y para algunos será fundamental la cafetera.
  3. Si no somos organizados, el área de trabajo puede ser un desastre. Existe el riesgo de llenarnos de cosas de todo tipo que impidan hallar lo que necesitamos y perdamos tiempo. No es secreto que hay que procurar tener un lugar o espacio para guardar cosas, que nos ayude a poner orden en la oficina casera. Aquí aplica el clásico de “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”.
  4. Escritorio limpio. Este mueble es el corazón de tu oficina. Ahí trabajas con tu computadora, documentos importantes, y proyectos. Por ello es básico tenerlo lo más limpio posible. Cada tarde/noche, al terminar la jornada laboral, hay que despejar el área, limpiarla, para empezar el día siguiente con un escritorio limpio.
  5. La computadora es instrumento de trabajo, aunque puede convertirse en un distractor o una carga. Hay que depurar y organizar adecuadamente correos, archivos, borrar spam, guardar los e-mails de amigos con bromas para un momento de descanso y evitar que nos quiten el tiempo… En otras palabras, usarla para su propósito central y evitar que nos controle. Lo mismo aplica para el celular.
  6. Y sobre todas las cosas: disciplina, mucha disciplina, para trabajar, aunque estés en casa (o por eso mismo).
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Nydia Egremy

¡Es un temazo, que cada vez más se debate en instituciones públicas, corporaciones y hasta en bufetes! Para quienes hace tiempo decidimos convertirnos en los llamados ‘freelancers’ esa modalidad nos ha resultado muy bien. Combinar el placer de producir y desarrollar a plenitud nuestra profesión con la tranquilidad y disfrute de convivir con los nuestros (sean mascotas o personas), es el gran plus. Eso sí, se trabaja ¡y mucho! Por eso es cierto que la disciplina es la clave.

Octavio Aguilar

Muchas gracias por tu comentario Nydia y que bueno que ya lo estas poniendo en práctica y te este resultando tan efectivo.

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