Errores y horrores de campaña

La campaña por la Presidencia de la República prácticamente está en marcha. Los 3 finalistas están alineados y nos esperan aproximadamente 180 emocionantes días para que los mexicanos decidamos en manos de quien pondremos las riendas de la nación los próximos 6 años.

Las campañas son ejercicios espléndidos de comunicación donde los candidatos y sus equipos buscan ganar la mirada del electorado; son ejercicios donde se vale casi todo, pero también donde los errores cuestan caro. Cinco aciertos por error, puede ser una tabla justa de conversión.

Después de trabajar más de 40 años en los procesos de la ciencia, arte o técnica de la comunicación, quisiera compartir lo que desde mi perspectiva han sido errores y hasta horrores en las incipientes campañas. Como en las campañas no gana el mejor sino el que hace mejor campaña, queremos en esta ocasión que –por el bien de México‒ sea el mejor el que haga la mejor campaña.

El excesivo foco en las encuestas, ni para electores ni para candidatos es recomendable. Recuerdo haber leído hace tiempo un artículo que se titulaba: “AMLO siempre gana las encuestas pero pierde las campañas”. Es importante ubicarlas las encuestas en su sitio y reconocer que los ganadores de las encuestas en los últimos 3 procesos electorales han sido justamente los perdedores.

@El_Universal_Mx antes de la elección del 2000 daba en sus encuestas 47% a Labastida, 37% a @VicenteFoxQue y 18% a @c_cardenas_s; el resultado de la votación fue 36%, 42% y 12%, respectivamente.

El Reforma, antes de la elección del 2006 señalaba en sus encuestas: @lopezobrador_ 36%, @FelipeCalderon 34% y @Roberto_Madrazo 25%, el resultado de la votación fue el siguiente: @FelipeCalderon 35.91%, @lopezobrador_ 35.29% y @Roberto_Madrazo 22.03%.

En el conteo rápido al cierre del último debate en 2012,  El Reforma daba el 34% a @JosefinaVM, el 20% a @EPN y el 32% a @lopezobrador_, los resultados de la votación fueron los siguientes: 38% @EPN, 31% @lopezobrador_ y 25% @JosefinaVM.

Por otro lado, no vemos aún con claridad slogans o mensajes claros cuando estos son siempre piezas importantes en los procesos de comunicación. Los últimos mensajes ganadores han sido: 2000: “México YA, El cambio que a ti te conviene”;  2006: “Para que vivamos mejor, pasión por México”; 2012: “Mi compromiso es contigo y con México”.

¡Cuidado candidatos y equipos de campaña! Sabemos perfectamente que estando en cancha las cosas se ven distintas, pero los que estamos en la tribuna así las vemos, por no decir que así las sufrimos.

Un Meade Gordito no gusta y menos en este siglo de la cultura fit. Tampoco gusta un Meade que funciona en modo PRI y pide al priismo, casi como súplica “háganme suyo”; entendemos la circunstancia, pero hay otros modos más elegantes de hacerlo, por no decir más creativos. No entendemos tampoco por qué ponerse los guantes con quien ni siquiera es candidato, como fue el caso de Corral. Urge sangre nueva en su equipo de asesores que le ayude a salir del modo PRI en el que se ha metido

AMLO también ha patinado estos días exhibiendo un aire, postura y sonrisa de triunfo que le puede costar caro. Quien posee ya un doctorado en campañas, ¿podrá tropezar de nuevo con la misma piedra? Finalmente le avisamos que su alianza con @PESoficialPPN tarde o temprano le pasará una cara factura.

Qué decir de Anaya, a quien cada día se le complica más la difícil tarea de definir su partido, porque mientras @JoseAMeadeK  y @lopezobrador_ son claramente priistas y morenistas, respectivamente, @RicardoAnayaC no sabe si pintarse de amarillo o azul; mientras él decide las filas de esos dos partidos se hacen cada vez más flacas engrosando a morena y al PRI. Y, por si fuera poco, una de sus pocas fortalezas, su relación con medios, se ven afectadas por su otra alianza con Movimiento Ciudadano.

Finalmente, escuché casi por coincidencia (porque no lo sigo frecuentemente), el debate que presentó Lopez Dóriga con los tres presidentes de partido: PRI, PAN Y MORENA. Qué horror la postura de Yeidckol Polevnsky, saliéndose de sus tiempos e invadiendo espacios, lo que pudo ser un debate de altura se convirtió por momentos en discusión de barrio.