Los aranceles Made in USA

Estamos en la etapa en donde los alcances de la tecnología nos permiten conocer cualquier evento en tiempo real; hay muchos inventos que realmente podrían ayudar mucho a la humanidad, también existen otros que se centran en una carreta tecnológica por obtener el gusto (compra) del consumidor, y desafortunadamente son estos últimos los que van ganando terreno en la esfera productiva.

Un área que se ha beneficiado con la carrera tecnológica son las comunicaciones. Actualmente puedes comprar lo que sea de cualquier parte del mundo, y acceder a información real de cualquier rincón del planeta. En ese sentido, ¿quién no se enteró de las declaraciones del presidente de Estados Unidos, respecto a los aranceles? La noticia se difundió a nivel mundial, lo cual demuestra que el nivel de globalización o de relaciones globales es enorme, un nivel sin precedentes, tanto personales como comerciales. El comercio electrónico es una realidad, y se empieza a legislar tanto en favor de uso como en favor de sus detractores.

Tenemos a la tecnología por un lado, que nos permite acércanos tanto en términos de comunicación como en términos comerciales. Dentro de la Teoría del Comercio Internacional debe tenerse en cuenta la pregunta de “¿cuáles son las causas del comercio?” y, sobre todo, “¿por qué los países comercian?”. Indudablemente, la respuesta se asocia al beneficio de las sociedades que comercian, acceso a productos en los cuales los costos de producción son más altos si se decidirán a hacerlos que a importarlos; y una ventaja para poder realizarlo correctamente es el uso de la tecnología. Hoy en día podemos saber qué se está produciendo, en dónde y hasta qué costo, todo eso en un instante. Debemos aprovechar la tecnología para comprar a bajos costos.

El comercio internacional nos dicta “especializarnos” en lo que somos buenos, y entonces obtendremos a un mejor costo lo que no podemos producir, y así nos beneficiamos todos del comercio. Cada uno hará lo correspondiente en las condiciones productivas para que se haga en el menor costo y poder intercambiar en términos de ganar-ganar con los demás países. Para eso nos abrimos al comercio, para poder acceder a productos que no se pueden (o que son muy caros) hacer en el país. Sin embargo, eso no pasó, algo se hizo mal.

La realidad latinoamericana en general, y la mexicana en particular, demuestran que nos hemos especializado en la exportación de insumos para otras industrias y no así en productos terminados, lo que está encareciendo nuestras importaciones y nos hace depender aquello que están haciendo los demás. No estamos incentivado la producción nacional y eso trae consigo saldos deficitarios a la hora de evaluar el comercio internacional; además de hacernos altamente dependientes en casi todas las ramas y sectores.

Recordemos que el primer paso que se dio, dentro del proceso de liberalización económica, fue quitar los aranceles paulatinamente, con la idea de proteger a las industrias que se abrirían al comercio, protegerlas con la idea de que se consolidaran y pudieran competir con el mundo.

Antes de seguir, es importante puntualizar qué es un arancel, y la propia Organización Mundial de Comercio los define como: “(…) los derechos de aduana aplicados a las importaciones de mercancías (…). Los aranceles proporcionan a las mercancías producidas en el país una ventaja en materia de precios con respecto a las mercancías similares importadas (…). Un resultado de la Ronda de Uruguay fueron los compromisos asumidos por los países de reducir los aranceles (…).

Contrario a lo ya establecido, el presidente de Estados Unidos anunció medidas “nacionales” para proteger a las industrias del acero y aluminio a través de la imposición unilateral de aranceles que, desde su visión miope, los términos económicos actuales perjudican a los productores de ese país. Cabe mencionar que dicho anuncio se hace en el marco de las renegociaciones del TLCAN, y que mediáticamente afectó a todos aquellos defensores del libre comercio; “vaya locura” se puede resumir de todo lo dicho al respecto.

Al final se saldrá con la suya, lo hará; sin embargo, debe aprovecharse el contexto internacional y la “justificación económica y argumento jurídico” para poder replicar este establecimiento de aranceles a sectores realmente estratégicos. El mercado nos vende o nos provee de las mercancías (incluida la tecnología) al precio que quiere. Es momento de realmente replantear las necesidades internas y sí ir al comercio, pero por aquello que por el momento no podemos producir.

Sin duda el libre comercio tiene los días contados, iniciaremos de nuevo la carrera arancelaria; en esta carrera sí debemos ser pioneros, debemos proteger todas aquellas industrias que nos permitan ya no ser tan dependientes, dependencia como resultado inmediato de décadas de libre comercio mal implementado.

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