El 28 de abril de 1990, en un suceso extraño, vinieron a La México 7 matadores y, con el pretexto de ahorrar tiempo, 6 de ellos no tuvieron ceremonia de confirmación de alternativa, sólo uno previamente la había confirmado y fue José Lorenzo Garza, el resto, incluyendo a Javier Tapia, “El Cala”, hablando en términos religiosos, quedó en el limbo de no haber confirmado en La México.
Javier, por cierto, sufrió una cornada y actuó como primer espada de un festejo que sólo por la anécdota de haber suprimido la ceremonia de confirmación, como una semana después se hizo de nuevo, hubiera permanecido en el olvido.
El 6 de enero de 2019 pasará a los anales como la tarde de la revelación de su hijo del mismo nombre, y con su apodo en diminutivo, por una actuación rotunda, madura, que demuestra que su toreo le pudiera alcanzar para grandes alturas.
“Calita” después de torear como novillero en España, vino el 21 de noviembre de 2009 a recibir la alternativa de manos de Manolo Mejía y de testigo José María Manzanares con un toro de Julio Delgado y, desde esa fecha, en varios lugares entrenaba con ahínco, primordialmente en El Vivero de Coyoacán, desde horas muy tempranas, con la visión puesta en aparecer algún día programado en el elenco capitalino.
Con Germán Urueña, matador de toros colombiano, afinaba su concepto y recientemente lo ha hecho con Christian Aparicio, pensando en que la oportunidad llegaría algún día a su puerta. Convencido de ello, al verse anunciado en el elenco de esta temporada y antes de partir plaza, se le notaba la seguridad de quien sabe que la fe mueve montañas y así ocurrió.

Sergio Hernández el ganadero de Rancho Seco que envió un encierro con diferentes matices en su comportamiento, antes de iniciar el paseíllo, le aconsejó a Javier de la manera más adecuada a lidiar a los toros de su ganadería, que en conjunto resultó muy interesante por el juego ofrecido y por la buena presencia de la ganadería, más en San Mateo y desde hace algunos años con refresco en algunos casos de Santa Coloma, de Tlaxcala.
Y lo cierto es que en sus tres astados de Rancho Seco (el tercero de regalo) ha hecho gala Javier de cómo lidiar y torear con gran conocimiento de causa a sus oponentes, cerebral, atinado en el capote y la muleta, luciendo su manera de interpretar el toreo con la izquierda y con la derecha, con variedad como las sanjuaneras al segundo de su lote en pases por alto de muleta, recordando al berrendito de San Juan (hoy Eje Central) Luis Procuna, con sus maneras al caminarle, toreando a sus astados.
También tuvo que enfrentar a uno de regalo de Monte Caldera, que de salida hirió de gravedad al gran torero de Aguascalientes Fabián Barba, quien había obtenido un trofeo del primero de su lote y que, como Javier, regaló un astado más para redondear la tarde y desafortunadamente no pudo hacerlo, en esos contrastes del toreo y de la vida misma, la ambulancia llevaba al hospital al de Aguascalientes cuando Javier triunfaba en el octavo toro de la tarde, para obtener un trofeo más y salir en hombros.

Una tarde que, a pesar de lo ralo de la entrada, tuvo rasgo de grandeza por los toros lidiados y la gran actuación de Javier y de Fabián, Diego Sánchez puso mucha voluntad, aunque acusó la falta de continuidad en sus actuaciones y me parece que él mismo se encontró a disgusto con su actuación con pundonor, pero con poco resultado positivo.
Se despidió Daniel Morales, gran picador de toros conocido como “El Güero de la Capilla”, hermano de Irma, quien es la que cuida con gran mimo a la capilla de La México, y gran parte de su dinastía estuvo con lágrimas acompañándolo en una sentida vuelta al ruedo al son de Las Golondrinas.
Ecos de una tarde que debiera servir a “Calita” para tener más oportunidades, pues, junto con la actuación de Arturo Saldívar, fue de las más rotundas de los toreros mexicanos en esta temporada, que endereza el rumbo hacia el aniversario de inauguración.
Deseamos fervientemente la recuperación de Fabián y que la próxima semana la despedida de Federico Pizarro, con los toros de San Mateo, sea un acontecimiento memorable para él y sus compañeros de cartel, Fermín Rivera y Gerardo Adame, nada nos daría más alegría. Que así sea.