Esta enfermedad afecta a dos millones de personas según la Asociación Mexicana de Trastrono Bipolar y quienes la presentan aseguran sentir como si fueran dos personas dentro de su cabeza.
Ciudad de México (elsemanario.com).- La mayoría de ellos forman parte del 77 por ciento de las personas que no asisten al psicólogo en el país. Los que llegan a hacerlo, pueden llegar a ser mal diagnosticados pues solo uno de los dos humores que conviven dentro de ellos se presenta a consulta.
Vivir con trastorno bipolar significa esencialmente una cosa: las personas que lo padecen sentirán estados de animo dicotómicos todo el tiempo, estos serán llevados al extremo y no tienen la capacidad para regular esto.
La bipolaridad fue acuñada como termino en el siglo XIX por Jean Pierre Falret quién la llamo folie circulaire ó ‘locura circular’, misma que describió como una sucesión de estados maníacos y melancólicos con intervalos lúcidos.
La historia de Dr. Jekyll y su fiel compañero Mr. Hyde, es el ejemplo perfecto de bipolaridad. Un mismo hombre que sentía mantener dos personas dentro de sí… cada una diferente, con emociones propias y exaltaciones individuales que les hacían comprometerse en actividades diferentes.
Al igual que en el relato, los pacientes con bipolaridad mantienen estas características. Se presentan dos estados de animo -maníaco y depresivo- en los cuales las personas caen intensamente. A diferencia del resto de las personas, estos pacientes no logran permanecer en el pasillo que une los límites del completo entusiasmo y la profunda melancolía.
Mientras que las emociones son todo aquello que se encuentran en ese pasillo, el humor vendría a constituir el material con el cual fue construido. Los trastornos del estado de ánimo, como la bipolaridad, afectan principalmente al humor -temperamento biológicamente determinado y moderado gracias a la química individual del cerebro-.
En el cerebro bipolar existe un fallo en la norepinefrina, sustancia encargada de la concentración y el control de los niveles de excitación del organismo. Su producción suele faltar en los estados maníacos e intensificarse en los estados depresivos, en los que además existe una disminución de la serotonina -encargada de inhibir la ira, el sueño y la agresión, todos indicadores relacionados a la depresión-.
Esta enfermedad no solo es mental, llega a traspasar el rango físico pues altera la forma en la que todo el organismo corre, modifica sus patrones de sueño, de apetito y los neurotransmisores con los que trabajamos.
En su estado maníaco las personas no pueden dormir por días, existe un aumento descontrolado de energía que les hace mantenerse activos durante prácticamente todo el tiempo, existe un aumento en la creatividad pero también surgen conductas impulsivas poco reguladas por lo que estas personas llegan a comprar descontroladamente cosas que no necesitan, vacían sus cuentas o caen en comportamientos promiscuos; todo inspirado en el aumento repentino de auto percepción y valoración que adquieren en estos momentos.
De estas conductas, por lo general, devienen consecuencias dolorosas que posteriormente los harán caer en estados depresivos. Días en los que no logran despertar ni tienen energía, existe dificultad para concentrarse o tomar decisiones y se mantienen sentimientos de inadecuación y fatalismo.
¿Recuerdan como Mr. Hyde salía ‘a jugar’ sin previo aviso? Lo mismo ocurre con la bipolaridad y el estar exaltado -estado maníaco- o el estar melancólico -estado depresivo-, es algo que surge espontáneamente y cambia de forma precipitada sin previo aviso. Los humores, aunque dicotómicos, se mantienen por periodos equivalentes de tiempo -un día, una semana o un mes de entera tristeza o completa felicidad.
Los desórdenes de este tipo son causados por la combinación de factores biológicos, genéticos, psicológicos y ambientales. Aun cuando una vida de estrés no puede generar trastorno bipolar, puede disparar episodios maníacos o depresivos en personas que predispuestas por su condición genética.
Aún cuando no es curable, los pacientes con trastorno bipolar llegan a mantener una buena calidad de vida, aunque suelen reducir su expectativa hasta nueve años en comparación de la norma, debido a todas las conductas de riesgo que realizan cuando se encuentran en el extremo maníaco. El tratamiento consiste en medicación y terapias para controlar el ánimo y mantener al paciente en un punto medio durante la mayor parte del día.