El alza de los precios de productos, alimentos y combustibles fue significativamente mayor el año pasado, en donde los niveles inflacionarios cerraron en diciembre en 6.77 por ciento, la mayor cifra en al menos 17 años pero ¿cuál es el impacto real de la inflación en los bolsillos de las familias y en qué medida se han ido acumulando estos factores a lo largo de los años?
Ciudad de México.- Seguramente todas las personas han resentido de alguna manera esta situación, ya sea cuando cargan gasolina los conductores o compran gas LP; las amas de casa cuando van al mercado hay alimentos más caros; lo mismo con productos básicos y todo esto impacta en sus finanzas y disminuye su poder adquisitivo.
De acuerdo al estudio denominado 2017: Mayor Inflación y Menor Crecimiento, elaborado por Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), el efecto real de la inflación en las familias mexicanas es mucho mayor al 6.77 por ciento reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en diciembre pasado.
Si se toma en cuenta las cifras de este estudio, solo en 2017 el “gas doméstico se encareció 44.06 por ciento; la gasolina Premium aumentó 22.6 por ciento; la Magna subió 17.5 por ciento y el transporte público avanzó 8.9 por ciento”.
Lo que aunado al aumento del precio de los alimentos que subieron 7.92 por ciento en promedio; esto significa que el impacto real de la inflación en los bolsillos familiares supera el 15 por ciento.
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Deterioro de la calidad de vida de las personas
Según declaraciones que retoma Publimetro de María Fonseca Paredes, directora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, “esto es muy fácil de explicar: si una familia destinaba entre 30 y 35 por ciento de sus ingresos a la compra de alimentos; ahora con los aumentos tiene que gastar entre 45 y 50 por ciento”.
Además, se si contabiliza el acumulado del alza inflacionaria de los últimos años, las cosas se complican aún más, ya que según cifras publicadas por El Economista, de 2013 a 2017 la inflación acumuló un aumento de 22 por ciento y en los últimos diez años alcanzó 51 por ciento.
Sin embargo, los salarios no han aumentado en ese misma proporción, por lo que el poder adquisitivo de las familias se ha deteriorado considerablemente, reduciendo la posibilidad de tener acceso a todos los satisfactores básicos y mucho menos a actividades de esparcimiento y cultura.
Por lo que afirma Fonseca Paredes, “todo eso es una señal clara del deterioro en la calidad de vida, bienestar y desarrollo de las familias; cuyo salario no aumenta en la medida que avanza la inflación”.
¿Será mejor en 2018?
Sin embargo, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) estima que para 2018 el efecto inflacionario irá a la baja y puede “estar debajo de 5 por ciento de manera sostenible e inclusive a niveles cercanos a 4 por ciento” según información que retoma El Economista.
Pero uno de los factores de riesgo que pueden impactar de manera negativa estas cifras es la debilidad que tenga el peso en el mercado cambiario, ya que de acuerdo este organismo, “por cada peso que se deprecia el tipo de cambio, se traduce en 25 puntos adicionales en la inflación anual”, lo que puede seguir afectando la economía de las familias mexicanas.