¿Cómo los millenials mejorarán el entorno laboral?

¿Ha escuchado acerca de ese niño que instó a su madre a llamar a su jefe y exigirle un aumento? ¿O supo del estudiante universitario que dejó su curso de verano porque estaba prohibido usar redes sociales? Sí, estamos hablando de la “Generación Y”, aquellos nacidos entre 1982 y 1999, también conocidos como “millenials”, que han venido a revolucionar el mundo laboral por su fragilidad emocional, actitud ganadora y síndrome de Peter Pan: no quieren crecer nunca.

 

Ciudad de México.- Ahora, esta mimada, sobrevalorada y definitivamente confiada generación está inundando los sitios de trabajo. Representarán el 75% de la fuerza de trabajo en EU para 2025, y están tratando de cambiar todo.

Después de todo, estos son los jóvenes que mandan mensajes de texto a sus padres desde clases. Piensan que la “vestimenta casual” incluye jeans ajustados  y esperan que el presidente de la empresa escuche sus “brillantes ideas”.

¿Cuándo lograrán adaptarse? No lo harán. Nunca. En lugar de eso, gracias a su fuerte sentido del derecho propio e inflada autoestima, harán que los lugares de trabajo se adapten a ellos. Y debemos agradecerles por ello, porque las condiciones laborales actuales francamente son regresivas y los cambios planteados por la “Generación Y” representan un cambio sustantivo.

Pocos países desarrollados exigen tanto de sus trabajadores como EU. Los estadounidenses pasan más tiempo en sus oficinas que los ciudadanos de muchas otras naciones del primer mundo. Anualmente, trabajan 408 horas más que los holandeses, 374 más que los alemanes y 311 que los franceses. Incluso trabajan 59 horas más que los estereotipados adictos al trabajo de Japón.

Más aún, aunque las mujeres constituyen la mitad de la fuerza laboral estadounidense, EU es el único país en el mundo desarrollado que no cuenta con garantías de licencia de maternidad remunerada.

Todo este trabajo duro es realizado por cada vez menos y menos beneficios. Los salarios llevan estancados varios años, los beneficios se han venido recortando cada vez más, las oportunidades de crecimiento están bloqueadas.

Debido a que los empleos son escasos y a que  la costumbre es laborar dentro de estructuras jerárquicas, se aceptan las cosas del modo en el que son. Peor aún, el exceso de trabajo es visto como una insignia de orgullo.

¿Quién no ha rechazado planes sociales, con un toque de auto-importancia, porque se encuentra “demasiado ocupado en el trabajo”?

En medio de esta situación se pasea la generación de la autoestima, con sus diplomas y títulos recién impresos. Y no están interesados en los negocios tradicionales.

La cultura empresarial actual simplemente no tiene sentido para la mayor parte de los millenials. Desde la cuna,  a estos niños privilegiados se les ha ofrecido autonomía, control y opciones —tipo: “¿Prefieres pantalones verdes o azules, cariño?”—. Han sido alentados a mostrar su creatividad y a tomar en serio sus intereses extracurriculares. Criados por padres que pretendían ser amigos de sus hijos, están acostumbrados a ver a los mayores más como compañeros que como figuras de autoridad. Por ello, cuando quieren algo, no tienen miedo de decirlo.

Y lo que los millenials con educación universitaria quieren es un trabajo interesante, significativo, flexible, que no sea la parte más importante de sus vidas. La sombría economía y la falta de oportunidades no parecen estar ajustando sus expectativas. De acuerdo a un análisis de la consultura AP, más del 53% de los graduados recientemente se encuentran desempleados o subempleados, pero esta situación no los lleva a cambiar sus expectativas profesionales.

En una encuesta realizada por el canal de televisión privada MTV a cerca de 500 millenials, 81% señaló que debe ser capaz de establecer sus propios horarios, y 70% dijo necesitar “tiempo para mí” en medio de las horas de trabajo (comparado con 39% de los “Baby boomers”). Más sorprendente aún: el 90% defiende la idea de que tiene derecho al “trabajo de sus sueños”. Esperan ser escuchados cuando tienen una idea, incluso siendo la persona más joven en la plática.

“¿Por qué nos tenemos que reunir en una oficina al otro lado de la ciudad cuando podemos conectarnos por Skype?”, preguntó Megan Broussard, copy y redactora de 25 años que lleva tres trabajando como freelancer.

De acuerdo con la encuesta, el 50% de la “Generación Y” prefiere permanecer desempleado que quedarse en un trabajo que odia. A diferencia de sus padres y abuelos, pueden darse el lujo de ser exigentes respecto a sus puestos de trabajo, aunque el aspecto negativo de todo esto es que son dependientes de sus padres como ninguna otra generación. Después de todo, no importa qué tan mal ande la economía, siempre pueden volver a vivir con mamá y papá (40% de los jóvenes lo hace), y es probable que reciban ayuda financiera hasta bien entrados los 20.

De hecho, es posible que la mala economía haga más fácil el ser selectivo, pues si muchas personas tienen dificultades para encontrar trabajo, eso reduce el estigma social de vivir con los padres.

A pesar de la recesión, o quizás debido a ello, las empresas están dispuestas a contratar y retener a los mejores y más talentosos miembros de la Generación Y. Por ello, las empresas están comenzando a prestar atención a sus demandas. Aunque los horarios flexibles y el trabajo compartido se han convertido en una constante durante las últimas décadas, aún en los entornos laborales más rígidos es aconsejable contar con un consultor especializado en las necesidades de este tipo de trabajadores.

Así, ventajas radicales como vacaciones ilimitadas pagadas —suponiendo que hayan terminado sus proyectos urgentes— se han vuelto comunes en las empresas interesadas en retener a sus jóvenes talentos.Un estudio elaborado por Deloitte advierte que advierte que, para retener a los millenials, las empresas  deben fomentar una cultura de respeto, que se extienda a todos los empleados, independientemente de su edad o nivel en la organización.

Más allá de eso, las demandas de la Generación Y finalmente pueden contribuir a crear políticas favorables para las madres trabajadoras que han estado al frente de la lucha. Aunque la Ley de 1993 de Ausencia Familiar y Médica proporcionó algunas protecciones para los padres que trabajan, la flexibilidad genuina sigue siendo un privilegio de unos pocos afortunados: los padres que trataban de salir de la oficina a las 5:30 pm a menudo eran acusados de incumplimiento. Pues bien, ¿adivinen qué? Ahora todo el mundo quiere salir de la oficina a las 5:30. Porque tienen la práctica de banda . O la cena con su abuela . O necesitan llevar a caminar a su cachorro.

El lugar de trabajo estadounidense se ha transformado durante las fases de expansión y recesión económica. El fin de semana fue un producto de las demandas sindicales durante el auge relativo de principios del siglo XX. La Gran Depresión condujo a la Ley de Normas Razonables de Trabajo del “New Deal”, que introdujo el pago de horas extras para la mayoría de los estadounidenses. Pero ahora, el cambio en el lugar de trabajo viene de la presión de “corrompidos” y “desorganizados” trabajadores.

Así, podríamos tratar de seguir acusando a los jóvenes de la Generación Y de ser pequeños mocosos malcriados. Podríamos intentar bajarles los humos, hablándoles de la “escuela de la vida”, diciéndoles que hay que aceptar la vida como es. Pero si somos inteligentes, vamos a animarlos: “¡Sean egoístas, exijan sus derechos y demandas!” Porque nosotros lo queremos también.

El Semanario Sin Límites, con información de The Washington Post.

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