Ser jefe y asumir las responsabilidades de dirigir una empresa puede no ser una tarea fácil, pero ciertas acciones o conductas pueden ayudarte a ser considerado por tus empleados como una muy mala persona.
Ciudad de México .- Si bien es cierto, no siempre sabemos cómo actuar frente a situaciones difíciles, más si se trata de asuntos que puede afectar nuestros negocios, ganancias y relación laboral.
Perder el control frente a tus empelados o incluso hacerlos sentir menos puede hacer que ellos actúen de mala gana al delegarles alguna tarea o que incluso decidan ir de la empresa, ya a que a nadie nos gusta ser tratados de mala gana.
Por lo anterior, de acuerdo con información de Entrepreneur, estos son los diez pecados que pueden hacerte un mal jefe, revísalos y tómalos en consideración.
- Abuso verbal. El abuso verbal se manifiesta de diversas maneras. Usar tonos de voz desaprobadores, sarcásticos o acusadores; hacer comentarios hirientes o críticas destructivas sobre el trabajo o aspecto físico de las personas; ser insensible ante los problemas personales de tu gente; interrumpir lo que dicen o ignorarlos con tu silencio; humillarlos en público o privado.
- No cumplir lo que prometes. Existen ejecutivos que muchas veces que, en un afán casi desesperado, buscan a toda costa convencer a un empleado de que haga algo en particular. En este intento iracundo recurren a falsos incentivos, como un aumento de sueldo, que nunca llega.
- Descargar tu ira en vez de intentar corregir. Mucha veces las presiones que recaen en ti a veces son grandes. Pero agudizas el problema si en vez de buscar corregir el desempeño de tus subordinado para que mejore su productividad descargas en él tu coraje por los errores que cometió. Lo pondrás nervioso e incrementará su ineficiencia.
- Nunca felicitar el buen desempeño. En muchas empresas, la falta de premiación o valoración es motivo de quejas para los trabajadores. Son muchos los jefes que, a veces, guiados por la Soberbia recriminan automáticamente cualquier tipo de error cometido por su empleado, pero nunca reconocen o felicitan los logros de ellos. Lo que provoca un fuerte sentimiento de desvalorización entre los trabajadores.
- Ser incongruente. Algunos gerentes se sienten por sobre las reglas y valores de la empresa, incluso las defendidas por su boca… ¿Exiges a tu equipo que llegue temprano a trabajar pero tú sueles llegar tarde? ¿Les pides que se apeguen a los procedimientos de trabajo pero tú continuamente los evades?
- Boicotear el desarrollo de tu equipo. ¿Temes perder el puesto porque alguien brille más que tú? ¿Practicas la estrategia de divide y vencerás? Los ejecutivos que tienen este tipo de práctica en el fondo no confían en su propia capacidad para salir adelante. Es un problema de inseguridad.
- Ser pesimista. No hay peor pecado para los negocios que el liderazgo pesimista. ¿Cómo promover la creatividad y la motivación en un equipo de trabajo con esta actitud?… así nadie se motivará.
- Perder de vista el resultado. Existen muchos ejecutivos que se concentran tanto en las tareas que deben realizar todos los días que acaban perdiendo el foco de por qué lo hacen, y se desvían del objetivo general.
- No conocer las motivaciones de tu equipo de trabajo. Si eres de los ejecutivos que se centran mucho en las metas que la empresa te pide o lo enormes necesidades del mercado pero te olvidas de que detrás de ti hay un equipo que tiene necesidades específicas, estás perdiendo una gran oportunidad de convertirte en fuerza motivadora para ellos. No seas perezoso y encárgate de ambas requerimientos.
- Ser demasiado blando. Un líder tiene la obligación de proyectar fuerza y exigir siempre resultados. La idea de que te acerques a tu colaborador y conozcas sus motivaciones, necesidades o preocupaciones no es para que te compadezcas de él. La soberbia es un pecado capital en una empresa, pero tampoco recurras al otro extremo.