Las reservas de oro físico son un seguro contra las emergencias económico financieras que puede llegar a sufrir un país, como las previstas en un futuro cercano debidas a la deflación generalizada en el mundo; por tanto, la política de venta que ha venido manejando el Banco de México (Banxico) en los últimos dos años podría constituir un grave error.
Ciudad de México.- De acuerdo con el informe emitido por Banxico titulado “Reporte sobre las Reservas Internacionales y la Liquidez en Moneda Extranjera”, al corte de noviembre de 2013, el país contaba con un total de 3,963,000 onzas áureas, equivalentes a 123.25 toneladas.
Comparada contra igual reporte pero del año anterior, puede observarse que de mayo de 2012 –mes en el que comenzó con su política de ventas- y hasta noviembre de 2013, se han liquidado alrededor de 72,000 onzas.
Tomando en cuenta que las reservas de oro “contantes y sonantes” con las que cuenta el país son las que, efectivamente, se encuentran de manera física en las bóvedas de Banxico, no deberían ser tocadas para poder cumplir su función de “rescate” en determinado momento; sin embargo, justamente de esas bóvedas es de donde ha salido el oro vendido, en lugar de recurrir a las “reservas-papel” que supuestamente se tienen en el Banco de Inglaterra y en la Reserva Federal de Nueva York.
Y hablamos de reservas-papel, porque el oro que se encuentra en territorio extranjero, está apalancado, es decir, comprometido, no una, ni dos, sino cientos de veces, debido al sistema de reserva fraccionaria con el que operan los Bullion Banks los derivados de oro y a los préstamos especulativos que los bancos centrales hacen con el metal.
Con las 120 toneladas de lingotes que México tiene en esta modalidad (99% en Londres y 1.0% en Nueva York), está corriendo un fuerte riesgo sobre su seguridad financiera. Más preocupante aún resulta saber que, de seguir constante el ritmo de ventas de las reservas físicas, en poco más de dos años y medio no nos quedará una sola onza en el territorio nacional.
A un ritmo promedio de venta de 3,800 onzas mensuales, de mayo 2012 a noviembre 2013 quedan alrededor de 122,500 onzas físicas. En caso de que la deflación se hiciera presente en nuestra economía, al no tener mecanismos de rescate por medio de las reservas áureas, nuestra moneda perdería de tal modo su valor que las transacciones comerciales dejarían de ser una posibilidad real, llevándonos a recurrir al trueque.
Ya hay algunos síntomas de que ese es el destino de la actual crisis global, cuya recuperación es una ilusión más. Por ejemplo, hay rumores de un acuerdo secreto de intercambio entre Rusia e Irán, en el que este último pagará directamente con crudo para adquirir diversos bienes, facilitando procesos y esquivando diversas sanciones.
Resulta evidente que la falta de reservas físicas de oro en el país no puede ser indicador de nada bueno. La economía correría serio peligro en caso de una deflación extrema, por lo que vale la pena exigir que los lingotes que se encuentran en el extranjero sean legitimados y repatriados. Nada es garantía de nada, pero no está de más garantizar un poco de seguridad.
El Semanario sin límites, con información de Guillermo Barba, del blog Inteligencia Financiera Global.