Cuando Randall Lawrance recibió la herencia de su padre, no podía creer lo que estaba pasando. En ese maletín recibía varios ejemplares muy raros, pero nada del otro mundo, aparentemente.
El padre de Lawrance había trabajado en la casa de moneda de los Estados Unidos, que está en Denver, Colorado, entonces tan peculiar legado lo hizo cambiar de afición, a partir de ese momento, Randall se convertía en coleccionista numismático.
Algunas piezas costaban unos cuantos cientos de dólares, pero cuando vió aquel centavo cromado de 1974, sin duda se fue de espaldas.
Se trataba de un centavo de dos millones de dólares, cuya historia era por demás curiosa.
En 1974 había un gran aumento en el costo del cobre, debido entre otras cosas, al golpe de estado en Chile, por lo que los Estados Unidos propusieron como plan B producir un centavo de aluminio, del cual se acuñaron unas cuantas unidades.
Lawrence sintió que llegaba el negocio de su vida, podría prestar la moneda a exposiciones itinerantes para que la gente viera la unidad y así cobrar mucho dinero a lo largo de su país.
Sin embargo, lo único que obtuvo fue una demanda judicial. El centavo tenía una procedencia sucia.
Y es que ese centavo nunca salió a la circulación, se acuñaron algunos para regalar a los miembros del Congreso de los Estados Unidos, pero momentos antes de autorizar el embarque, el precio del cobre regresó a su nivel, por lo que se guardaron las monedas. En todo caso, su padre lo habría robado y su propiedad se está decidiendo en los juzgados.