¿Imaginas poder conectarte a Internet desde tu lámpara de escritorio o de tu habitación? Gracias al Li-Fi esto, ya es posible.
Ciudad de México.- Los desarrolladores de la empresa Sisoft, una de las firmas pioneras en transmisión de datos a través de la luz y lidereada por Arturo Campos, podría dar solución a las redes Wi-Fi lentas al apostar por una nueva tecnología: Li-Fi.
¿Qué es el Li-Fi?
El sistema conocido como Li-Fi (Light Fidelity) emplea el espectro luminoso de un foco LED para transmitir en el lenguaje binario de las computadoras al encender y apagar esta fuente luminosa millones de veces por segundo. El dispositivo receptor contará con un detector luminoso que captará el parpadeo y lo traducirá en información.
Puede manejar hasta 10 mil veces más información que el actual Wi-Fi y es capaz de transmitir el volumen de datos correspondiente a 13.3 años de video en alta definición, en un segundo.
Además de la velocidad, la seguridad es otro de sus atractivos ya que la transmisión de datos de esta forma es más segura, dice Andre Possani, académico del ITAM, quien apoyó a Sisoft en cuanto al desarrollo del hardware.
“Garantiza que la información no salga de una habitación, pues, a diferencia del WiFi, la señal de la luz no puede atravesar una pared”, afirma Possani.
[box type=”shadow” ]El primero en usar por primera vez el término Li-Fi fue el profesor de la Universidad de Edimburgo, Harald Haas. El académico mostró el primer dispositivo Li-Fi en 2011.[/box]
Si bien la transmisión de información a través de la luz se estudia desde hace 50 años, Arturo Campos se ha encargado de llevar la tecnología al mercado.
“Esta solución permite reducir costos del cableado de las oficinas”, explica Campos. “Gastan mucho dinero en eso. La luz, que es algo que ya utilizan, es una solución que incluso puede crear experiencias para sus clientes”
Actualmente la empresa ha adaptado y comercializado este sistema, de la mano de su líder completó la primera etapa para patentar su dispositivo en México y planea hacerlo en Estados Unidos.
Por María Navarro
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