La firma del TLCAN tenía como objetivos fundamentales lograr la integración comercial y productiva de nuestro país con Canadá y Estados Unidos, aprovechar las ventajas comparativas de cada país en el proceso de producción compartida, incrementar la competitividad y captar mayores flujos de inversión con el objetivo final de generar mayor número de empleos y elevar el nivel de vida de la población.
Desgraciadamente, ninguno de estos objetivos se ha logrado, motivo por el cual las desigualdades de México con su socios del TLCAN se han agravado, pero lo más preocupante no es que se hayan agravado las desigualdades con Canadá y Estados Unidos, sino que se han agravado en relación con el resto del mundo, pues para México, en todas sus variables económicas, se han presentado grandes retrocesos, especialmente, en el periodo 2001/2017, en el que, prácticamente, han estado en vigor los TLC’s con 48 países y los 33 APPRIS (Acuerdos de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones), y se ha llevado a cabo una desgravación unilateral totalmente incoherente que, supuestamente, de acuerdo con los teóricos del comercio exterior mexicano, iba a generar mayor competitividad, enorme desarrollo económico del país y gran bienestar para todos los mexicanos.
Lo inquietante es que en el periodo 2001/2017, México haya descendido de la 9ª a la 15ª posición como economía mundial, independientemente de que en el año 1981, la economía mexicana fuera la 8ª más importante de nuestro planeta.
Lo preocupante es que durante los 24 años de vigencia del TLCAN, para sólo referirnos al más importante, nuestra política de fomento y de comercio exterior ha estado basada en un liberalismo dogmático que propició el abandono de la política industrial aplicando el axioma la mejor política industrial es la que no existe y una apertura comercial totalmente ilógica, que empeoró con un esquema de simulación e improvisación en materia de promoción de exportación y la IED (Inversión Extranjera Indirecta), independientemente de que también se destruyó la estructura de promoción de ambas actividades.
También es alarmante que en el periodo 1981/2017, el PIB per cápita a nivel mundial se incrementó 282%, en tanto que el de México sólo lo hizo 123%, de tal manera que, si en el año 1981 nuestro PIB per cápita se ubicaba 42% por arriba del PIB per cápita mundial, en el 2017 se ubicó -13% por debajo del mismo. Esto se traduce en que en dicho periodo perdió 40 lugares pues, en el año 1981, nuestro PIB per cápita se ubicaba en el 43º lugar mundial, en tanto que, para 2017, descendió hasta la 73ª posición.
Sin duda, el libre comercio es benéfico cuando se realiza de una manera inteligente, sin embargo, lo preocupante es que en México, la ausencia de esa característica ha sido evidente y, consecuentemente, los resultados han sido negativos para nuestro país y sus habitantes.