México: Apertura comercial y retrocesos económicos

Al igual que muchos países en desarrollo, México adoptó al comercio exterior como palanca de su desarrollo. La idea de Carlos Salinas fue más allá pues, adicional a las reformas estructurales que se dieron en los 80 y principios de los 90 y que nos convirtieron en un país muy competitivo, durante su sexenio, se elaboró el Programa de modernización de la industria y el comercio exterior 1990-1994, basado en cinco ejes que tenían objetivos muy específicos:

  1. Internacionalización de la industria mexicana mediante su adecuada inserción en el proceso globalizador, pues se buscaba la adaptación continua al cambio; la consolidación de una cultura orientada a la exportación; la consolidación de una apertura económica que permitiera una especialización industrial y que incidiera en una mejora de la economía de escala; así como la promoción de la inversión extranjera directa como complemento del ahorro interno, con el fin último de crear más empleos y facilitar la transferencia de tecnología.
  2. Desarrollo de la tecnología e incremento de la productividad y la calidad, con el uso de tecnologías adecuadas y el adiestramiento de la mano de obra a fin de lograr el cumplimiento de estándares y especificaciones a nivel internacional, incluyendo normas relativas al medio ambiente.
  3. Desregulación de sectores para generar mayor competencia interna; eficiencia del mercado; aumento del potencial de la planta productiva y de la inversión privada; mayor desarrollo industrial, mejores precios y mayor calidad en los productos.
  4. Promoción de las exportaciones con la creación de una cultura de exportación; la consolidación de la presencia de México en los mercados externos; y, el reforzamiento de las negociaciones comerciales para lograr un mejor acceso de los productos mexicanos en los principales mercados del mundo. Por último:
  5. Fortalecimiento del mercado interno y mejora del nivel de vida de la población, buscando la recuperación del poder de compra; mejor distribución del ingreso tanto vertical como regional, a fin de que esto fuera un estímulo para lograr mejorar la calidad de los productos fabricados en México.

Parte fundamental de este proceso y culminación de una etapa de éste fue la negociación del TLCAN, que era el proyecto más importante para el desarrollo económico de México, el cual tenía como objetivos fundamentales:

  • Establecer un área de Libre Comercio en América del Norte, a fin de lograr una integración comercial y productiva.
  • Aprovechar las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida.
  • Incrementar la competitividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional y en el internacional.
  • Aumentar los flujos de inversión extranjera directa en la región.
  • Generar empleos y elevar la calidad de vida de la población.

Dos elementos no permitieron la evolución positiva del TLCAN para México y lo echaron por tierra al no haber continuidad en ese valioso proyecto, motivo por el cual ninguno de los cinco objetivos generales que México perseguía se ha alcanzado.

Primero, porque contrariamente a lo que hizo Canadá, que definió una estrategia de competitividad que incluyó una reforma fiscal muy exitosa, a partir de 1995, en el sexenio zedillista no hubo reforma adicional alguna que nos permitiera seguir siendo competitivos ni apuntalar al proyecto del TLCAN, de tal manera que, una vez que se diluyeron los efectos de las reformas arriba señaladas, a partir de 1999 empezamos a dejar de ser competitivos, por lo que en el periodo 1999/2017 México perdió diecisiete posiciones en materia de competitividad mundial.

Segundo, porque no hubo complemento ni estrategia alguna de fomento para implementar el TLCAN a fin de apoyar a la exportación y promover la captación de flujos de IED, que permitieran aprovechar las ventajas negociadas, pues prevaleció un liberalismo dogmático cuyo axioma fundamental, anunciado por el secretario de Comercio y Fomento Industrial, era la mejor política industrial es la que no existe.

Durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, la enorme mediocridad iniciada por Zedillo se acendró y, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, aunque se aprobaron las reformas estructurales largamente esperadas, la pésima calidad de las instituciones públicas y de sus funcionarios no ha permitido que haya grandes avances, pues la implementación de dichas reformas a través de una estrategia y políticas públicas realistas ha dejado mucho que desear.

Conviene señalar que Canadá, por ejemplo, una vez que firmó el TLC con Estados Unidos, elaboró varios programas específicos para aprovechar las supuestas ventajas negociadas, entre ellos, uno denominado “Ajustarse para ganar”, con todas las medidas que eran necesarias para ganar; y cuando se firmó el TLCAN, por ejemplo, la provincia de Québec definió una estrategia que incluyó, entre otros, dos programas: Las ramas industriales y un Programa de Acción Québec-México, orientados a fortalecer a su planta productiva, aprovechar las oportunidades que ofrecía el mercado mexicano y posicionarse en él, teniendo como referencia el nuevo marco creado por el TLCAN.

Para México, esta omisión se tradujo en la imposibilidad de participar adecuadamente en el mercado constituido por Canadá y Estados Unidos, pues no hubo una estrategia de promoción de las exportaciones y de captación de IED realista que nos permitiera capitalizar las supuestas ventajas negociadas e integrarnos comercial y productivamente con nuestros socios del TLCAN, como tampoco la hubo para participar adecuadamente en el concierto internacional.

La política y la estrategia de comercio exterior en estos veinticuatro años se redujo a la firma compulsiva de TLCs con otros cincuenta y dos países, incluyendo a los del TPP. Dichos TLCs están caracterizados por las mismas deficiencias del TLCAN en cuanto a su implementación y, mucho peor, se procedió a realizar una desgravación unilateral totalmente incoherente que ha dañado gravemente a la planta productiva nacional pues sólo generó una competencia desleal para ésta, al tener que trabajar con un marco sistémico totalmente deficiente provocado por la pésima calidad de las instituciones públicas y sus funcionarios, por tanto, incapaces de mejorarlo por su nula posibilidad para definir políticas públicas realistas que generen riqueza y por la corrupción imperante en nuestro país, entendiendo a la corrupción no sólo como un acto de soborno, apropiación o desvío de recursos públicos, sino como el ejercicio de una actividad o función sin contar con los elementos mínimos para cumplir adecuadamente con las responsabilidades correspondientes, pues muchas de las designaciones son producto del dedazo, muy común en la sociedad mexicana desde hace noventa años.

Índice de Corrupción

México
Fuente: Organización para la Transparencia Internacional.

Las consecuencias de este negativo proceso han sido funestas, lo que se manifiesta en el decreciente valor agregado en nuestra exportación, mismo que cayó del 59% a 39% en el periodo 1993/2017, así como el creciente número de países con los que registramos déficit, resultado que es la muestra más que palpable de esta incoherencia, pues el mecanismo adoptado, basado en importar crecientemente para reexportar con reducido valor agregado, ha jugado en contra de México, por lo que en el mismo periodo caímos como economía mundial del 9º al 15º lugar.

México: Número y valor de países con los que registramos déficit

Ahora que, irresponsablemente, se firmó y se ratificó el TPP, nuestros teóricos añadieron a la colección de países con los que firmamos un TLC y mantenemos un déficit a otros cinco, para llegar a cuarenta países por un total de -784,607 millones de dólares, cifra equivalente al 80% del PIB total de México en el año 2017. Específicamente, con los países del TPP de Asia y Oceanía, nuestro déficit en el periodo 1993/2017 alcanzó -370,244 millones de dólares.

México: Evolución de la Balanza Comercial TPP Asia y Oceanía

Conviene señalar que este déficit es originado por la muy reducida competitividad de México frente a esos países, pues del total de ciento veintiséis variables que la miden, nuestra ventaja sólo se presenta en dieciocho de ellas, en tanto que tenemos total desventaja en ciento ocho, situación que nos indica que nada podremos ganar frente a esos países verdaderamente competitivos.

El TLCAN se presentaba como un objetivo ideal para México, pues está constituido por Canadá y Estados Unidos que forman el mercado más grande del mundo, el principal bloque importador mundial, el más cercano, con el que logramos tener un acceso preferencial para integrarnos comercial y productivamente, y con el que somos muy complementarios; desgraciadamente, los teóricos del comercio exterior, en pos de una apertura y una diversificación geográfica de nuestro comercio exterior han firmado TLCs al por mayor, generando una ilógica atomización de nuestras reducidas fortalezas, sin definir una estrategia ni atender adecuadamente el mercado del TLCAN.

Increíblemente, nuestros funcionarios continúan con su liberalismo dogmático, ahora dando mayor importancia al TPP, mismo que se presenta como un mercado accesorio y reducido, muy lejano, mayormente con nivel de ingresos muy bajo, mucho más competitivo que México, con una oferta exportable muy diversificada, nada complementario y, lo que es peor, competidor directo nuestro en numerosos bienes en los que antes éramos grandes productores y exportadores y que ahora, paradójicamente, importamos de esos países, entre los que podemos contar a los textiles, confecciones, productos electrónicos y, mucho más aberrante, el café.

Concluyendo, es importante decir que el libre comercio es benéfico, sin embargo, la forma en que se ha manejado en nuestro país a partir de 1994 ha tenido resultados muy negativos según lo demuestra este análisis que podemos resumir en el cuadro siguiente en donde los retrocesos se han marcado con amarillo, mismos que se presentan en todas las variables económicas consideradas.

Sin duda, el cambio de gobierno en este año se presenta como una ocasión de oro para aprovechar las oportunidades que hay en el mercado internacional y para definir una verdadera política de competitividad y de comercio exterior, con una estrategia realista de fomento que incluya programas, proyectos y políticas públicas así como una reestructuración del sistema de promoción de las exportaciones y de la captación de inversión extranjera directa a fin de revertir los enormes retrocesos que México ha sufrido en estos importantes rubros, especialmente en los diecisiete años más recientes.

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