Mucho agradezco al Mtro. Carlos Ramírez, su referencia a la serie de notas que he publicado en relación con la desastrosa evolución de la economía mexicana en el marco del TLCAN, contrariamente a lo que se esperaba al negociar un tratado que incluía la regulación del intercambio de bienes, servicios e inversión entre México, Canadá y los Estados Unidos desde el 1° de enero de 1994. Este tratado también fue denominado como el Primer Tratado Verde, pues incluía cuestiones relativas a la protección del medio ambiente y hacía referencia a las condiciones de trabajo en el territorio de las partes involucradas.
La negociación del TLCAN iniciada en el año de 1990 y concluida en el año 1993, tenía un propósito claro y preciso, siendo su objetivo más importante la generación de riqueza y empleos en territorio mexicano, a fin de elevar el nivel de vida de la población de tal manera que se evitara la migración hacia Estados Unidos, misma que durante largo tiempo había caracterizado a la economía mexicana.

El TLCAN se constituía en el proyecto más importante para el desarrollo económico de México y se contaba con todos los elementos para lograrlo, pero nuestros altísimos funcionarios, en lugar de definir estrategias con programas, proyectos y políticas públicas que permitieran capitalizar las supuestas ventajas negociadas así como ubicarnos y posicionarnos en el mercado norteamericano, atomizaron y dispersaron las reducidas fortalezas de nuestro país al firmar varios TLC’s con otros 52 países, situación que fue agravada por el hecho que no hubo estrategias que permitieran aprovechar las ventajas comparativas ni desarrollar ventajas competitivas; en consecuencia, perdimos competitividad y los flujos de IED se redujeron de tal manera que el valor agregado en México ha disminuido de manera drástica durante la vigencia del TLCAN y, consecuentemente, hubo disminución en la generación de riqueza, la creación de empleos fue deficitaria y tampoco hubo mayor bienestar para los mexicanos sino todo lo contrario.
Esta ausencia de elementos esenciales para el desarrollo de México quedaron resumidos en la famosa frase: “la mejor política industrial es la que no existe”, que también los muy destacados discípulos del Dr. Jaime Serra, ex Secretario de Comercio y Fomento Industrial, han aplicado y defendido a ultranza, provocando la ruptura de numerosas cadenas productivas y una importante desindustrialización, convirtiendo a nuestro país en un maquilador básico con procesos de ensamble simple y con reducido valor agregado en nuestro territorio.
A pesar de los evidentes retrocesos, esos altísimos funcionarios y teóricos del comercio exterior mexicano no se cansan de reiterar que los resultados de los 25 años de vigencia del TLCAN han sido muy exitosos, aunque la realidad es verdaderamente patética, pues la simulación e improvisación de la cual han hecho gala, se ha traducido en enormes retrocesos de numerosas variables de la economía mexicana al no aprovechar las oportunidades que propiciaba este instrumento para lograr una integración comercial y productiva con Canadá y Estados Unidos.
Lo peor es que para esos funcionarios era verdaderamente importante la renegociación del TLCAN, pues lo querían presentar como un éxito del priismo a exhibir durante la campaña presidencial del 2018, sin darse cuenta que esta renegociación, ilógicamente presurosa, nos sacaba de una zona de confort que desgraciadamente no supieron aprovechar en su tiempo.
No habiendo logrado su objetivo para el mes de julio de 2018, posteriormente quisieron presentarlo como un logro y corolario de una etapa priista –que la mayor parte de los mexicanos no podemos borrar de nuestra memoria por los nefastos resultados que tuvo el PRI en casi 90 años en el poder– y, sorprendente, es que sin razón alguna, se dejó en el ambiente una sensación de necesidad y ansia para buscar la rápida aprobación de un T-MEC más complicado y no tan favorable para México como lo fue el TLCAN.
El cuadro comparativo de la evolución de las principales variables económicas del TLCAN y sus miembros que presento, muestra que éste bloque y sus socios, han disminuido grandemente su participación en la generación de riqueza al disminuir su porcentaje en la producción de bienes y servicios a nivel mundial, así como en el comercio exterior, con una exportación decreciente.
Durante el periodo 2000-2018, la participación del TLCAN en la producción de bienes y servicios a nivel mundial cayó 7.3% y, naturalmente, también se presenta una caída de la participación de México que corresponde a -0.56%, equivalente a una disminución de 29% en la aportación de nuestro país al PIB Mundial; situación que se refleja en que, si en el año 2000 nuestro PIB Per Cápita se ubicaba 49.9% por arriba del promedio mundial, para el año 2018 ya se ubicó -15.4% por abajo.
En el caso de la exportación, la pérdida de participación fue de -5.65%, lo que nos muestra que el TLCAN tampoco cumplió con nuestro objetivo debido a la carencia de una estrategia integral que nos permitiera aprovechar las supuestas ventajas negociadas, como tampoco lo cumplió para nuestros dos socios en general.
La aprobación del T-MEC necesariamente obligará a México a desplegar mucho mayor inteligencia –sobre todo por la muy poca inteligencia que se exhibió en los primeros 25 años de vigencia del TLCAN– que incluya una estrategia integral de desarrollo y comercio exterior para revertir la serie de retrocesos que registró la economía en este periodo.