México se pierde cada vez más en el laberinto de la corrupción

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Hasta antes de diciembre pasado, todo se centraba en discursos emotivos y elocuentes donde el objetivo era castigar y condenar estos hechos, pero dentro del laberinto de la corrupción, México sigue perdiendo el camino y los números no mienten.

 

Ciudad de México.- Ser el último lugar entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el penúltimo entre el G20, no es nada halagador. Esa en la posición que ocupa México actualmente en materia de combate a la corrupción.

A nivel global y según el Índice de Percepción de la Corrupción elaborado por Transparencia Internacional (TI), estamos colocados en el lugar 138 de 180 países evaluados en 2018 y caímos tres lugares con respecto a un año anterior.

En cuanto el entorno regional, México está muy lejos de Chile que se ubica 111 lugares por encima, mientras que Argentina está 53 sitios por delante; pero sí estamos apenas por encima de Venezuela, Haití, Nicaragua y Guatemala, países con “problemas de gobernabilidad democrática”, dice Transparencia Internacional.

Este es el escenario que vivimos en el país y que en el día a día se ha traducido en un deterioro constante del Estado de derecho y del sistema de justicia, ya que “la corrupción socava la democracia y genera un círculo vicioso que provoca el deterioro de las instituciones democráticas, que progresivamente van perdiendo su capacidad de controlar la corrupción”, dice Patricia Moreira, directora ejecutiva de Transparency International.

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Nadie castiga a nadie

En los sexenios anteriores, los funcionarios y los presidentes en turno hablaban sobre el combate a la corrupción mientras se destapaban escándalos que los involucraban a ellos mismos o a sus colaboradores más cercanos, pero en ningún caso la sociedad presenció que hubiera un castigo real que frenara estos actos.

En prácticamente ningún caso, México ha logrado desmantelar las redes de corrupción detectadas, ni las redes que les han brindado protección política”, dice Transparencia Mexicana y en contraste, “un número limitado de las acciones anticorrupción en México conducen a la sanción, la recuperación de activos robados o la reparación del daño a las víctimas”.

Y peor aún, “las medidas preventivas tomadas hasta ahora pierden efectividad cuando quienes participan en las redes de corrupción saben bien que no serán sentenciados y que podrán mantener los recursos desviados del erario público”, señaló Eduardo Bohórquez, director de la oficina en México de Transparencia Internacional.

Pero esto no es solo un mal que aqueje al gobierno en sus tres niveles, sino que es una manera de operar en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad, ya que esto se ha convertido en la forma más “fácil y rápida” de solucionar un problema con la ley o para obtener algún beneficio extra, generando mayor desigualdad.

Tal como lo señala Pablo Montes, especialista del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), “un segundo problema tiene que ver con la naturaleza antidemocrática de los esquemas de corrupción, ya que cualquier tipo de acto o suspensión obtenida a cambio de un soborno o prebenda genera un trato desigual entre quien paga indebidamente y recibe el beneficio”, en contra de “todos aquellos que pudieron haber obtenido dicho servicio y se les negó”.

Y agrega: “Esta ventaja generada a partir de un intercambio rompe con uno de los principios básicos de toda democracia: la igualdad ante la ley”.

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La oportunidad para AMLO

Con esta dura realidad llegó Andrés Manuel López Obrador al poder enarbolando precisamente la bandera de enfrentar a la corrupción y en cierto sentido, ha implementado medidas que comienzan a generar algunos cambios en el entorno.

La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) fue el comienzo, luego vino la lucha contra el huachicol, que tal como lo dijo el presidente, se tiene que combatir desde dentro de Pemex y a pesar de que ha generado desabasto de gasolina en varias regiones del país, la sociedad aplaude estas acciones, porque precisamente está cansada de la impunidad y la corrupción oficial.

De ahí la necesidad de generar cambios, ya que como diagnostica Transparencia México, se “carece de una política anticorrupción integral para todos los niveles y poderes de gobierno”.

Esto es realmente grave, ya que “sin una política efectiva en todo el territorio, los escándalos de los que la sociedad mexicana ha sido testigo por décadas seguirán sucediendo, y México se mantendrá en esta lamentable posición, en éste y otros índices internacionales”, agrega la oficina local de TI.

Pero AMLO lo sabe y por eso se mantiene su postura firme y aseguró que “todas las investigaciones que están en curso sobe hechos de corrupción tienen continuar” y afirmó que  “no somos tapadera de nadie y todas las investigaciones que están abiertas deben definirse y castigarse a los responsables, que no haya impunidad”.

Así, México sigue perdido en medio del laberinto de la corrupción a la espera de que sea rescatado y la sociedad tiene esperanza de que sea el gobierno actual el que lo logre o por lo menos, que siente las bases de un cambio verdadero, sólido y esperanzador para acabar con esta grave situación.

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RICARDO

depende el vaso de cómo lo veas, en otro diario México mejoro 3 posiciones en ser menos corrupto. despajito.. despajito..

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