El sistema bancario en México es muy caro; la pregunta que como empresarios, como sociedad y como gobierno hay que hacernos, es por qué el Banco de México no ejerce su autoridad regulatoria sobre tasas de interés, comisiones y demás costos que encarecen el crédito.
Es indiscutible la importancia crucial del sistema financiero para sustentar políticas soberanas de desarrollo, planes de negocios y para aprovechar lo mejor posible la economía familiar de las clases medias.
Con un sistema financiero que tuviera costos competitivos, amplia cobertura y alta eficiencia, las empresas y las familias dispondrían de más recursos para invertir y para gastar, dos pistones clave del motor del crecimiento.
La banca fue estatizada hace treinta y seis años por López Portillo, se reprivatizó con Salinas, pero fue mal manejada y terminó extranjerizada durante el gobierno de Ernesto Zedillo.
Desde entonces, los bancos han operado con una débil regulación financiera, pero, por fin, instancias como la Comisión Nacional de Competencia y la Auditoría Superior de la Federación (ASF) le han señalado al Banco de México que debe afirmar su autoridad regulatoria.
La reforma financiera de 2014 (RF) -dice la ASF en su informe sobre la Cuenta Pública 2017, que incluye una revisión al funcionamiento de Banxico- ha fallado en reducir la diferencia entre las tasas de interés que cobran los bancos y las tasas que pagan a los ahorradores, la cual es mucho mayor al promedio de América Latina y el Caribe.
Ello, a pesar de que el Banco de México tiene en la RF instrumentos para hacer que la banca baje costos hasta hacerlos comparables a los de otras naciones de desarrollo semejante o inferior al nuestro.
La ASF revisó la regulación de las tasas de interés y las comisiones que cobra la banca comercial, los mecanismos de competencia entre instituciones crediticias y los costos de sus servicios para los usuarios.
Resulta que la banca en México no es competitiva: siete bancos -seis de ellos extranjeros- controlan 78.6 por ciento de los activos del sistema, 81.8 de la cartera de crédito, 82.4 por ciento de la captación de ahorro y 79.7 del capital contable. Otras cuarenta y una instituciones manejan el resto del mercado.
Tampoco es eficiente, pero sí es extraordinariamente rentable para sus accionistas. Por ejemplo, Bancomer, la filial mexicana de BBVA, es la joya del grupo español al que le aportó el 37,3% de sus utilidades mundiales durante el primer semestre de este 2018, contra el 23% que ganó en España y el 30% en el resto de América hispana y lusitana.
Una de las recomendaciones de la ASF al Banco de México es que regule las tasas de interés, activas y pasivas, así como las comisiones que cobra la banca múltiple.
En Estados Unidos, Canadá y catorce países latinoamericanos, entre ellos el liberal Chile, regulan las tasas porque no se ha descuidado la importancia estratégica de los costos financieros para las inversiones y la fortaleza del mercado interno.