Chipilo, una parte de Italia en nuestro país

Chipilo, la pequeña Italia de México se encuentra en el estado de Puebla.  Fundada en 1882 por inmigrantes italianos, actualmente conserva un modo de vida peculiar con fuertes vínculos con el país europeo. El Semanario, en su última entrega de Asentamiento extranjeros en México, los invita a viajar a esta parte del país que es hogar de descendientes italianos.

 

Ciudad de México.- Su peculiar historia inicia en el amanecer del 23 de septiembre de 1882, cuando los primeros rayos del sol iluminaban al volcán  Citlaltépetl, en Veracruz, los cuales daban una buena señal a los inmigrantes italianos que provenía de diversas partes y que se conducían hacía su nueva patria, su propósito, fundar colonias agrícolas en Chipilo y Tenamaxtla en el distrito de Cholula, Puebla.

Su nombre proviene del náhuatl “Chipiloc” que significa “lugar de pequeños”, sin embargo, esta connotación no tiene nada que ver que ver con el tamaño del territorio, ni mucho menos con la estatura de sus habitantes, sino que hace referencia a la pequeña Italia de México: Chipilo.

Tan sólo un año atrás, en 1881, fue para los recién llegados, un año de dolor y desesperación cuando sus casas y sembradíos fueron arrastrados por el río Piave, que se había desbordado en el deshielo de la primavera al correr hacia el Mar Adriático.

Entonces, como tantas veces lo ha hecho a lo largo de su historia, México extendió sus brazos para recibirlos como gente de trabajo y así poblar ciertas regiones idóneas para la agricultura. Los italianos emprendieron el viaje a lo desconocido, instalándose en Veracruz, Distrito Federal y Puebla, a poco más de 100 años de su llegada, Chipilo es el único poblado sobreviviente a los embates culturales, conservando los rasgos y dialecto de origen.

Sus habitantes de tez blanca, contrastan con las pieles morenas de los habitantes de pueblos aledaños, los chipileños además se caracterizan por utilizar el véneto, lengua originaria del pueblo de Segussino, Italia, de donde provinieron la mayoría de las familias que se instalaron en Puebla.

Popularmente se relaciona a los chipileños con la elaboración y venta de quesos, no obstante, aunque por mucho tiempo se dedicaron a esa actividad  como su principal fuente económica, con el paso del tiempo se fueron diversificando y adaptándose a los requerimientos del sistema político, económico y social. Sin dejar de resaltar su capacidad productiva en comparación con otras localidades, motivo por el que, en su momento, Porfirio Díaz decidió otorgarles un espacio en el país.

Actualmente la localidad cuenta con alrededor de 3 mil 500 habitantes, en su mayoría chipileños, pues hasta hace poco fue permitido el matrimonio entre este segmento y los no pertenecientes, lo que provocó la diversificación de la comunidad.

En Chipilo, a diferencia de los pueblos colindantes de Cholula y Atlixco, no hay zócalo, ni kiosco central, tampoco mercado; la iglesia del pueblo no tiene los ornamentos tradicionales, sino que destaca por su sencillez.

Se encuentran circundados por un extenso valle sembrado de alfalfa, junto a un pequeño montículo que han llamado desde sus inicios “Monte Grappa”, aludiendo a la montaña cercana al pueblo alpino de donde son originarios sus fundadores.

La comunidad cuenta con gran solidez en su identidad y a pesar de combinar dos culturas completamente distintas no han perdido sus rasgos de origen, no obstante también empatan en el contexto del país que los recibió.

Por María Navarro

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