Padilla Aguilar, informó que Tlalpan ha sido víctima de la corruptela de los funcionarios, quienes han devastado el patrimonio de los habitantes para vender los terrenos a los desarrolladores urbanos, situación que se agravó tras la devastación del terremoto.
Ciudad de México – Hace un par de días la titular de la Secretaría de Cultura, María Cristina Gracia Cepeda, informó que, tras el terremoto del 19 de septiembre, alrededor de 1,225 inmuebles considerados patrimonio cultural sufrieron daños. A su vez, comentó que la vida humana y la preservación cultural que han construido los mexicanos a través de los siglos debe ser la prioridad del gobierno.
Bajo este contexto, Salvador Padilla Aguilar, cronista de Tlalpan y miembro del Colegio de México, evidenció la corrupción que envuelve al patrimonio cultural de la Ciudad de México. Padilla Aguilar, informó que Tlalpan ha sido víctima de la corruptela de los funcionarios, quienes han devastado el patrimonio de los habitantes para vender los terrenos a los desarrolladores urbanos, situación que se agravó tras la devastación del terremoto.
“El desastre ocurrido debido al sismo del pasado 19 de septiembre es una advertencia ante la amenaza que de manera constante se cierne sobre esa zona de la ciudad y su herencia histórica”. Las autoridades ya han devastado las ex haciendas de Coapa en aras de la construcción de centros comerciales y zonas habitacionales, suceso que hace una semana costo vidas humanas.
En entrevista con la Jornada, el también urbanista Salvador Padilla Aguilar, declaró: “los grupos inmobiliarios desde hace 25 o 30 años han estado destruyendo nuestro pueblo, es decir, los vestigios del viejo San Agustín de las Cuevas, al erigir condominios horizontales. A algunos se les ha podido mantener a raya gracias a acciones insólitas del gobierno capitalino, debido a la presión de los ciudadanos, como fue la adquisición que hizo la delegación de los predios donde ahora se encuentra el parque Juana de Asbaje (donde estuvo el hospital siquiátrico La Floresta) o la Casa Frissac, construida a finales del siglo XIX”.
Sin duda, es tiempo de que las autoridades encargadas del desarrollo urbano de la Ciudad de México se replanteen el valor del patrimonio cultural de la urbe, pues no solo es un atractivo, sino también una medida de prevención ante los temblores constantes que afectan esta ciudad.