El senador priista lleva en la dirigencia del sindicato de Pemex desde 1993 y se reeligió hasta 2024. Es sumamente difícil no ver el manejo que ha hecho del sindicato con, al menos, suspicacia. Ante él se abre un futuro incierto, pero también ante López Obrador.
Nadie puede decir que Carlos Romero Deschamps vive el mejor de sus momentos. Para muchos es uno de los mayores símbolos de la corrupción y saqueo en Pemex, para otros, el líder sindical perfecto. Entre ambas posturas, lo único que parece cierto es que el líder petrolero vive entre los frentes que piden su salida del gremio y el futuro incierto ante el gobierno entrante.
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Esta semana, el líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) compartió un desplegado en el que celebró el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 1 de julio, en un mensaje en el que Deschamps ofreció “respeto institucional irrestricto” a Obrador.
“En esta campaña, los petroleros de México participamos ampliamente, como siempre ha sido a lo largo de nuestra vida como organización sindical. Lo hicimos en nuestra condición de representantes de trabajadores de todo el país, y ellos, en la urna, votaron en absoluta libertad de elección, conforme a lo establecido en los estatutos generales de nuestra organización”, precisó el líder sindical y senador, en un comunicado firmado por los dirigentes de las 72 secciones del STPRM.
El líder puntualizó también que “Nuestro respeto institucional será, como siempre ha sido antes, irrestricto a la Presidencia de la República. Lo mostraremos de la mejor manera que siempre hemos creído, cumpliendo cabalmente, con dedicación”.
Pese a estas palabras que cuadran con el sentimiento de “conciliación” que ha promovido López Obrador, lo cierto es que el futuro de Deschamps no es claro.
El candidato de Juntos Haremos Historia, virtual presidente electo, ha prometido terminar con “el cacicazgo del sindicato del petróleo”. Con un sexenio que plantea incontables retos, parece difícil que Obrador tienda la mano cordialmente a quien es considerado por muchos como uno de los principales actores de la corrupcción en el país.
El senador priista cuenta con denuncias penales por desvío de cuotas sindicales que requiere el Contrato Colectivo de Trabajo a los más de 87 mil trabajadores sindicalizados, de dinero de contratos para refinerías u obras, y de venta de inmuebles propiedad del Sindicato, como ranchos, granjas o tiendas de consumo en cada una de las 36 secciones, destaca Sin Embargo.
La mayoría de las denuncias han sido promovidas por trabajadores disidentes de la Alianza Nacional Democrática y Petroleros Activos en Evolución. La familia de Deschamps, sus hijos y su hermana, también son líderes sindicales locales y “prestanombres” del líder sindical. Ellos también han sido denunciados.
El priista lleva en la dirigencia del sindicato desde 1993 y se reeligió hasta 2024. Es sumamente difícil no ver el manejo que ha hecho del sindicato con, al menos, suspicacia. Ante él se abre un futuro incierto, pero también ante López Obrador. Erradicar la corrupción, combatirla ferozmente, esa es quizá la principal promesa de su campaña.
Acabar con la corrupción. Para muchos ese fue el motor que llevó a millones de mexicanos a votar por un cambio. Ahora, Andrés Manuel tiene delante de sí una prueba enorme, muchos otros sexenios no lo han logrado, algunos ni siquiera lo han intentado: acabar con el cacicazgo en los sindicatos, en el de PEMEX principalmente.
Millones de mexicanos están observando.