La proliferación de huachicoleros será uno de los principales retos de los gobiernos entrantes: en 2017 se detectaron 10,363 tomas clandestinas, 50% más que el año anterior según datos de Petróleos Mexicanos (Pemex).
En México, el robo de hidrocarburos es un negocio de millones de pesos, un negocio que ha pasado de la clandestinidad a la casi exposición pública.
En Hidalgo, en Puebla, Michoacán y otros estados, la venta de combustible robado se llevaba a cabo en carreteras remotas, en parajes escondidos o en poblados “huachicoleros” en los que esta práctica es tan común que parece legal. Ahora, la venta de combustible robado es cada vez más frecuente en la Ciudad de México.
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Toma sólo unos minutos. Se tiene reportes de camionetas, autos grandes e incluso camiones revolvedores que se presentan en barrios de la capital del país. Van cargados con diésel y gasolina robada de ductos de Pemex, sus principales compradores son choferes de autobuses, pero también capitalinos atraídos por los bajos costos.
Un problema que escala
Para las autoridades capitalinas, un problema que hasta hace poco se consideraba casi exclusivo de la zona sureste del país, podría estarse gestando en territorio cercano.
El jefe de Gobierno de CDMX, José Ramón Amieva, dio a conocer esta semana que tan sólo en lo que va de este año, de los ductos de Pemex que atraviesan la ciudad se han robado más de 358,000 barriles de combustible.
Poco importan las cámaras de vigilancia que operan en la ciudad, considerada la más vigilada del país, las tomas clandestinas se preparan en casas particulares, en patios, incluso en cementerios. Crecen bajo el cobijo de la complicidad de los habitantes que consiguen el combustible diario a precios más bajos.
El reto del nuevo gobierno
La proliferación de huachicoleros será uno de los principales retos de los gobiernos entrantes, tanto a nivel federal como estatal. De acuerdo con un reporte de la BBC, en 2017 se detectaron 10,363 tomas clandestinas, 50% más que el año anterior según datos de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Esta cifra récord, sin embargo, podría superarse este año, toda vez que hasta el 30 de junio pasado, se habían desactivado 7,590 tomas ilegales de extracción de hidrocarburos.
“Se ha incorporado la utilización de tecnología de punta para la vigilancia de los ductos e instalaciones de almacenamiento. Y se ha incrementado el número de elementos de seguridad de diversas instancias para vigilancia y patrullaje”, indicó Pemex al medio de comunicación.
Las autoridades mexicanas han indicado que los grupos de huachicoleros han operado desde hace varios años, pero sus robos han aumentado, también la eficacia de sus métodos y con ello las pérdidas económicas: de acuerdo con el director de Pemex, Carlos Treviño Medina, por el robo a ductos de hidrocarburos, la paraestatal mexicana pierde cada año más de 30,000 millones de pesos.
El robo de combustibles se sumara entonces a la larga lista de retos que el nuevo gobierno deberá enfrentar.