¡Preocupación!

Con relación a mi colaboración pasada que titulé “Falta atención” me refutó un amable lector y opina que según su prisma,  lo que debe cambiar es el planteamiento de la empresa de La México  de cara al futuro, en el  precio de los boletos, el número de corridas seguidas, los horarios y la difusión, lo consigno, sin embargo y que me disculpen quienes piensan de esa manera, ante  la evidente situación actual de alejamiento popular de los toros, que la solución (si la hubiera)  no solamente pasa por hacer unos cuantos ajustes de horarios, fechas y precios, para recuperar a la atención que no se retrata en la taquilla como antaño en La México y en las  diferentes localidades de la plaza en nuestro país y en otras partes del mundo. La competencia del toreo con tantas otras ofertas de ocio, según deduzco, provoca gran parte de la ausencia en los tendidos de las plazas en todos los países taurinos y a las pruebas me remito, pues solamente en fechas especiales, esto es; en la presentación de algún torero, en la feria anual, en una fecha representativa es cuando lo taurino se convierte en evento y así es cuando acude un mayor número de público, independientemente de su grado de atención. También pesan en la balanza, datos como el que por ejemplo en España se gastan más de mil millones de dólares en las mascotas y en México el número no le vaya muy lejos, alrededor de 800 millones de animales de compañía conviven con familias de Estados Unidos, América Latina y Europa, lo cual conlleva un proceso de humanización que provoca particularmente en las nuevas generaciones la falta de comprensión de lo que representa nuestra incomparable tradición del toreo. Por eso duele que las brillantes faenas de El Payo y Juan Pablo Sánchez, sin olvidar los buenos trazos de Castella y Perera, pasen de largo ante la opinión pública general, cuando hace algunos años lo que hicieron en el ruedo particularmente los mexicanos, sería motivo de crónicas y comentarios halagüeños congratulándonos de la alegría de ver que nuestros toreros tienen como competir con los extranjeros y que cada día están más maduros en su manera de interpretar el toreo con el sello del temple mexicano. Pero luego viene la siguiente fecha y probablemente la entrada no mejora, no reflejando lo que hicieron en el ruedo los toreros, lo cual es preocupante. Desde luego pudiera haber alguna crítica en el lado negativo por la falta de acometividad y sensación de peligro, en los encierros que privilegian la fijeza, claridad y embestida de ensueño, para ser el tipo de astados de preferencia de los toreros y por tanto  salvo casos excepcionales, los ganaderos en el mundo siguen esa línea de comportamiento en la crianza que nos obliga a ver uno o dos ejemplares de dulce por corrida si bien nos va y los demás astados por desgracia  generalmente se comportan sosos y faltos de emotividad.. Está columna está dedicada para los taurinos, resaltando el monumental trabajo por preservar el toreo que realizan los empresarios en todas las plazas del mundo y ahora mismo en La México. Lo que nos debe de preocupar es que entre pitos y flautas la falta de asistencia a las plazas, desmotiva a quienes invierten su tiempo y dinero, algún día se cansarán y ya veremos quién le entra al toro de darle la vuelta a la tortilla para que la gente en mayor número regrese a las plazas como sí lo hacía hasta hace ya muchos años y que los medios no especializados en toros, volteen hacia la fiesta como consecuencia. Por eso lo escribo, al ver que la solución si la hubiera, es muy compleja y por eso entiendo que el problema es mayúsculo y que aquellos que queremos a la fiesta nos toca trabajar por preservarla, cada uno en la parte que le toca y si fuera posible, en unidad. No hay de otra.

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