El arrastre de nitrógeno ha creado una amplia zona hipóxica, carente de oxígeno e incapaz de albergar vida, que se extiende en la porción norte del Golfo de México
En el Golfo de México crece cada vez más una enorme “zona muerta” en la que no hay oxígeno, como resultado del lento arrastre de nitrógeno por escorrentía, lo que amenaza la vida marina del lugar.
La escorrentía es un proceso que describe el flujo de agua, lluvia, nieve u otras sustancias líquidas sobre la tierra y es un componente principal del ciclo del agua, aunque conlleva el arrastre de contaminantes ya sea de manera natural o por acción del hombre.
De acuerdo con un reciente estudio publicado en la revista Science, la pérdida de nitrógeno en la escorrentía agrícola alrededor de la cuenca del río Misisipi se ha estado vertiendo de forma constante hacia el golfo de México desde hace varias décadas.
El año pasado, sin embargo, el exceso de nitrógeno creo una “zona muerta” (o zona hipóxica) en la que los niveles del oxígeno son extremadamente bajos. Se trata de una extensión de 22.729 kilómetros cuadrados, un área mayor a la del estado de Nueva Jersey, en la que la vida marina se encuentra amenazada.
Es importante señalar que desde principios de 2000, se creó una fuerza operativa dedicada al estudio y la mitigación del exceso de nitrógeno, pero los esfuerzos no han evitado que la zona hipóxica se mantenga tres veces más grande de lo que se fijó en los objetivos iniciales.
El nitrógeno es el problema
El nitrógeno es un componente habitual en la mayoría de los epsticidas que se usan en la agricultura y debido al proceso de escorrentía, las aguas contaminadas descienden lentamente hasta el mar.
El problema es que el nitrógeno se mueve muy lentamente a través del suelo y los sistemas de aguas subterráneas, por lo que el nitrógeno que es arrastrado en la escorrentía agrícola puede tardar décadas en finalmente llegar al océano.
Los investigadores Kimberly Van Meter y sus colegas, de la Universidad de Waterloo, en Waterloo (Canadá), emplearon una técnica de modelado para analizar una situación con condiciones “iguales a las de siempre”, así como con reducciones del 25%, 75% y 100% en los niveles de nitrógeno agrícola.
Los resultados mostraron, sin embargo, que, gracias a los esfuerzos anteriores para reducir las cantidades de nitrógeno, mantener dichos esfuerzos en una situación con condiciones “iguales a las de siempre” reduciría las cargas de nitrógeno en un 11% adicional para 2050.
La investigación mostró también que para acercarse al objetivo de una menor zona hipóxica, de 5.000 kilómetros cuadrados, para 2050 sería necesario llevar los niveles de nitrógeno a cero, situación que los autores explican que “no solo es poco realista, sino inherentemente insostenible”.
Con información de Vanguardia