Los ambulantes en la Ciudad de México

El comercio fuera de lo establecido ha existido desde los inicios mismos de la Ciudad. Hoy en día, por expansión y otras características que le acompañan, se ha convertido en un verdadero problema para los gobienos en turno, aunque su actividad contribuya al PIB del país.

Ciudad de México (elsemanario.com).- En los últimos días hemos sido testigos de cómo personal de la Policía capitalina ha disuadido a los comerciantes informales para su retiro y desmontaje; de hecho, en las calles sólo pueden permanecer quienes cuenten con su respectivo permiso.

La encargada de estas acciones es Patricia Mercado, la secretaria de Gobierno de la capital, quien cumple el rol de ser la mano derecha de Miguel Ángel Mancera para estas cuestiones.

En su reciente comparecencia en la Asamblea capitalina, aún en el marco del Tercer Informe de Gobierno, Mercado señaló que no se permitirá ningún permiso más; sobre todo en el Centro, donde no se evitará completamente, aseguró, la informalidad.

Insistió en que ya no habrá más permisividad ni expedición de permisos, pero también en que se debe regular el comercio existente; claro, en lugares permitidos, enfatizó; recordando de igual manera que la presión es bastante, sobre todo por las épocas que se avecinan desde esta segunda mitad del año y hasta el 6 de enero, por lo que ya mantiene el diálogo con diversas organizaciones de comercio ambulante.

De esta manera, el Gobierno de la Ciudad de México informó que cuenta con un padrón de 104 mil ambulantes, pero según Inegi, existen más de 700 mil. Así, la secretaria de Gobierno dejó claro que trabajará de la mano con las delegaciones para reforzar la Subsecretaría de Programas Delegacionales y Reordenamiento en la Vía Pública.

Además, y aquí viene un eje importante, remarcó que el ambulantaje no puede ser la única opción de empleo para los jóvenes o para los desempleados, por lo que clarificó que deben ofrecerse oportunidades de estudio y capacitación para ingresar a la llamada economía formal.

Asimismo, Patricia Mercado subrayó que se está actuando bajo los objetivos de recuperación del espacio público en beneficio de la comunidad, además de eliminar zonas de inseguridad por el hacinamiento de comercio, etc.

Ante esto y por lo que pudiera argumentarse en contra de tales acciones, también manifestó que no se trata de criminalizar a los comerciantes ya que, sostuvo, el comercio informal es resultado de la ominosa situación económica y de los salarios mínimos en el país, por lo que destacó que:

Nuestra visión va más allá de la falsa disyuntiva entre prohibir esta actividad con la fuerza pública o permitir que se ocupen todas las calles; nos regimos por los objetivos de recuperación del espacio público, éstos son beneficiar a la comunidad, liberar de puestos fijos y semifijos, procurar accesibilidad y eliminar zonas de inseguridad por el hacinamiento del comercio”.

¿Dónde y por qué surge este “problema”? ¿Es realmente un problema?

Evidentemente, los orígenes del comercio “informal” se remontan varios cientos de años atrás, como respuesta a una necesidad de intercambiar productos básicos.

Así que, según un análisis sobre las historias de esta actividad, el comercio ambulante es resultado del proceso histórico de la división social del trabajo, enraizado en la mayoría de los pueblos. Es decir, esta actividad es tan vieja como la misma ciudad.

Por ejemplo, una de las primeras formas de comercio fue el tianquiztli, para la población mexica; y los nauhaloztomeca y los pochteca-tlaloque son lo más próximo a los ambulantes de nuestra época, pues ellos traficaban el comercio exterior, comercial y socialmente.

Tianguis de Tlatelolco/Imagen: Internet
Tianguis de Tlatelolco/Imagen: Internet

Después de la invasión española surgió una nueva forma de comerciar, una que se llevó a cabo en la plaza-mercado y, además, surgen dos figuras que también se podrían considerar como antecedente del ambulante: el buhonero y el libremesillero. Estos dos personajes se acompañaron de una reglamentación comercial y algo que se volvió cotidiano: la saturación de comerciantes y su presencia en las calles. A esto se le debe sumar el comercio que se llevó a cabo fuera de los lugares establecidos con tal fin. Con estos hechos latentes, y aparte de la reglamentación, surge la construcción de mercados.

Para la época postrevolucionaria se sigue con la construcción de mercados y con la reubicación de quienes se encontraban fuera de los lugares destinados para ello: comienzan a emitirse nuevos reglamentos que ya no sólo tenían que ver con lo comercial, sino con la obstrucción de la circulación peatonal (como le llaman hoy en día) y de los vehículos. Así, continuaron las modificaciones a los reglamentos al emitido en 1890, en 1931 y en 1951. Con este último se expone qué es un vendedor ambulante, el tipo de actividad que desempeña y los días en que cada tianguis puede ocupar las calles. De igual manera, surge un padrón para su control y especificando los lugares prohibidos para llevar a cabo esta actividad, como camellones y parques públicos.

Tianguis en Tonalá, Jalisco/Imagen: Internet
Tianguis/Imagen: Internet

Y entonces, ¿qué hacemos con el actual ambulantaje?

Sin embargo, para la actualidad y con la extensión del mercado en otras formas y figuras, nuevamente se intenta detener el crecimiento; a esto se une la venta de piratería y que cada vez es más común que a los ambulantes (sobre todo en el metro y en ciertas zonas de la ciudad) se les asocie con la delincuencia, organizada o no.

Patricia Mercado comenzó desde el pasado mes de julio con este reordenamiento; inició en el Centro Histórico con los denominados “toreros”, aunque, según la secretaria de Gobierno, los mismos tendrían la oportunidad de unirse a las filas del comercio formal en alguna de las 45 plazas que se rehabilitarían para este cometido.

Al respecto, la Secretaría de Gobierno del DF informó a través de su cuenta de twitter lo siguiente:

El acuerdo se dio con la Coordinación de Reordenamiento de la Vía Pública del Centro Histórico de la Secretaría de Gobierno.

— SEGOB CDMX (@SeGobCDMX) octubre 12, 2015

Como parte de estas acciones hay una vigilancia sobre el Centro Histórico, por ejemplo, para evitar la instalación de los comercios informales.

Pero, contrastante a lo anterior, un análisis de la Confederación Patronal de la República Mexicana del Distrito Federal, refleja que los comerciantes informales pagan 42.3 millones de pesos al mes para poder trabajar. Eso quiere decir que cada ambulante paga aproximadamente 705 pesos, lo que se traduce a 1.41 millones de pesos diarios.

Además, el 25% del Producto Interno Bruto del país viene de esa informalidad.

Es así que surgen las siguientes preguntas:

¿Hasta dónde llegarán estas acciones con los vendedores ambulantes sin permiso que viven -literalmente- al día gracias a esta actividad? Es decir, ¿a qué se dedicarán si se les quita este medio (a veces el único)  de subsistencia? Una más, si se supone que ya no habrá más permiso para el comercio en las calles de la ciudad y tampoco se elevan los salarios y la situación se torna más crítica, ¿qué sucederá con los desempleados o con los jóvenes que se han venido dedicando a esto? La última, ¿qué pasa cuando los ingresos en el denominado comercio informal son mayores a los obtenidos bajo el mercado laboral formal?

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x