Investigadores europeos analizaron muestras de placenta y sangre materna de 4 mil mujeres para determinar si el sexo de su bebé influye en las complicaciones que presentan las embarazadas durante los 9 meses de gestación.
Cambridge, Reino Unido .- Dependiendo del sexo del bebé serán las complicaciones a las que deberán de enfrentarse las futuras madres, asegura un investigación realizada en la Universidad de Cambridge donde se analizaron muestras de placenta y sangre materna de 4 mil mujeres embarazadas.
En declaraciones retomadas por Notimex, Gordon Smith, autor de la investigación, señaló que el sexo del embrión controla el nivel de moléculas conocidas como metabolitos en la sangre de la madre embarazada, lo que puede explicar por qué los riesgos de algunas enfermedades durante los nueve meses de gestación.
“Este hallazgo explica, por ejemplo, por qué los bebés varones en el útero pueden ser más vulnerables a los efectos del crecimiento deficiente, y por qué el embarazo de una niña puede conducir a un mayor riesgo de eclampsia para la madre”, añadió el científico.
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La investigación, que contó con el apoyó del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Centro Cambridge de Investigación Biomédica del Instituto Nacional de Investigación en Salud, descubrió que el perfil genético de las placentas de los bebés de ambos sexos era muy diferente, pues muchos de los genes en la placenta que diferían según el género, no se habían identificado previamente.
Poco después lograron determinar que uno de estos genes placentarios únicos relacionados con el sexo controlaba el nivel de una pequeña molécula llamada espermina (metabolito), “una sustancia involucrada en el metabolismo que desempeña un papel importante en todas las células e incluso es esencial para el crecimiento de algunas bacterias”, explicó Smith.
El también académico señaló que las madres embarazadas con bebés niñas tenían niveles más altos de una forma de espermina en la sangre, en comparación con las embarazadas de varones. Con estos datos los investigadores reportaron que la forma de espermina, que era más alta en madres embarazadas con una niña, predecía el riesgo de complicaciones en el embarazo; los niveles altos se asociaron con un mayor riesgo de preeclampsia (donde la madre desarrolla presión arterial alta y riñón), mientras que los niveles bajos se asociaron con un mayor riesgo de crecimiento fetal deficiente.