En medio de protestas multitudinarias exigiendo su renuncia, la presidenta brasileña Dilma Rousseff se enfrenta a una crisis económica que parece agudizarse; analistas prevén que la recesión se extienda hasta 2016.
Brasil (elsemanario.com).- A la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, no paran de crecerle los problemas, al descontento social que exige su renuncia y los escándalos por corrupción, ahora se suman los malos pronósticos de la economía brasileña, ya que analistas prevén dos años seguidos de recesión.
La economía del gigante sudamericano vive una crisis, la inflación es la más alta en 30 años y este año se prevé que el país tenga un decrecimiento del 2.01%. Pero eso no es todo, según la encuesta semanal del Banco Central de ese país, para el próximo año no se ven mejoras pues se estima que se contraerá 0.16%.
De acuerdo con la información del boletín Focus difundido este lunes por el órgano central brasileño, esta es la primera vez en que se prevé una contracción, situación grave si se considera que la última vez que la economía se contrajo dos años seguidos, fue en 1930 y 1931.
Además, los cien analistas consultados prevén que la inflación alcanzará un 9.2% este año y que la escalada también se prolongará el año que viene con una subida de precios de hasta un 5.44%. Una mala noticia para Roussef que espera que el Congreso apruebe una ley fiscal poco popular entre sus gobernados.
Apenas el domingo marcharon entre 600 mil y 800 mil personas en diversas ciudades de Brasil, esto según analistas no es el mayor problema de la presidenta, sino el lidiar con la oposición en el Congreso y las diferentes expresiones de desaprobación e insinuaciones de su renuncia expresadas por adversarios políticos como el expresidente Fernando Henrique Cardoso y el ex candidato presidencial Aécio Neves.
Y es que si bien, superaron las 540 mil personas de la protesta del pasado 12 de abril, estuvo muy por debajo del 1.7 millones de manifestantes que participaron el 15 de marzo en una expresión del disgusto generalizado del pueblo por el escándalo de corrupción en Petrobras que condujo a la investigación de más de 30 legisladores, en su mayoría del Partido de los Trabajadores.
Aunque Rousseff no esté acusada de corrupción, su partido sí, además su segundo mandato inició con serios reproches a sus políticas, una crisis económica que se sigue agudizando y la presión por reducir el gasto fiscal.
Por si fuera poco, más de la mitad de los brasileños está a favor de someter a la mandataria a un juicio político, postura que sus adversarios políticos ya comenzaron a impulsar.
Pese al descontento, hay quienes sostienen que destituir a la presidenta brasileña sería un error. Para el historiador británico Kenneth Maxwell, autor de varios libros sobre Brasil, un impeachment representaría un retroceso, pues las opciones para sustituirla son igual de malas o más.
Esa postura es compartida por el economista André Perfeito, quien señala qu,e está bien que la gente se manifieste y exprese su descontento, pero no comparte pedir la salida de Rousseff: “¿para poner a quién?”, cuestiona.