Mujica: un presidente fuera del protocolo

El presidente de Uruguay, José Mujica, se ha caracterizado por su estilo relajado y su desapego a los bienes materiales, lo que ha demostrado viviendo austeramente y siendo “el mandatario más pobre del mundo”.

Montevideo, Uruguay.-José Mujica ha vuelto ha dar la nota en el mundo al presentarse a la toma de protesta de su nuevo ministro de Economía y Finanzas Mario Bergara en sandalias, camisa y pantalones arremangados, a diferencia de lo que marca el protocolo.

Las imágenes que muestran al presidente Mujica sentado cómodamente al lado de dos integrantes de su equipo –perfectamente trajeados pese al fuerte calor- han sido ampliamente difundidas en las redes sociales, generando tanto burlas como simpatías.

Por un lado, las formas alejadas de las formalidades que caracterizan al presidente de un país son admiradas por los sectores de la sociedad que disfrutan verlo tan despegado del poder, y cercano a la vida de cualquier ciudadano.

Por el contrario, quienes critican su estilo hacen hincapié en la necesidad de preservar las formas del protocolo que corresponden a un mandatario, y que su imagen no ayuda a la buena percepción de Uruguay en el mundo.

Un reportaje de la BBC  internacional titulado “El presidente más pobre del mundo” fue el disparador que atrajo la atención global sobre Mujica, quien ha convertido a Uruguay en una de las economías más estables de la región.

Aún siendo presidente de este país, sigue viviendo en su rústica casa de campo, con su esposa y sus perros. Tiene un patrimonio de poco más de 200,000 dólares, una cifra ridícula si se la compara con otros mandatarios de la región.

Por ejemplo, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, un exitoso empresario, posee 2,500 mdd de fortuna, mientras que la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, tiene un patrimonio de 5,000 mdp.

 Ante esto, Mujica ha hecho hincapié en que los bienes materiales esclavizan al hombre, y que el consumo exacerbado genera menos libertad.

“Yo no soy un presidente pobre”, declaró. “Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento”.

Al preguntarle sobre su escaso patrimonio, afirmó: “No preciso más, porque con lo que tengo me sobra y cuando me vaya de este mundo, si puedo dejar una escuela, esa va a ser la herencia que voy a dejar. Pero es una actitud política de quererle transmitir a la gente ‘no enajenes tu vida’. El hombre tiene que trabajar para vivir pero no vivir para trabajar“.

Eso tan simple parece revolucionario. No tiene nada de revolucionario, los que están locos son esa manga de viejos que se creen que precisan una vida complicada, llena de chirimbolos, y que necesitan un ejército de gente que los sirva. Inútil, todo eso es pamento (aspaviento). Eso es pagarle precio al feudalismo”, concluyó.

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