Detectives de la ciudad de Nueva York se encuentran investigando la muerte del bebé de cuatro meses, hijo de un funcionario consular mexicano, que llegó al hospital con muestras de maltrato en manos, pies y espalda.
Nueva York, EU.- A las 21:00 horas del martes 10 de diciembre, el niño Eduardo Rocha Ovalle fue llevado de urgencia al Centro Médico de la Universidad de Nueva York, pues se hallaba inconsciente; media hora después fue declarado muerto.
Como su cuerpo presentaba varios moretones y marcas de maltrato, fue preciso iniciar una investigación. Sin embargo, para la noche del miércoles no se habían presentado cargos y el interrogatorio había terminado. El Centro Médico determinó que la autopsia del bebé no fue concluyente, por lo que la causa de muerte tendrá que ser determinada por pruebas adicionales, lo que tomará semanas.
Poco después de ocurrida la muerte del infante, investigadores de la unidad de víctimas especiales de la Policía de Nueva York fueron al departamento en el que vivía con su padre Eduardo Rocha Bracamontes, empleado del Consulado Mexicano de 36 años, y su madre, quien aún no ha sido identificada.
De acuerdo con el informe obtenido, la madre se encontraba en casa con el bebé, por lo que el departamento se ha convertido en escena del crimen y se encuentra sellado y bajo resguardo policial.
La pareja había vivido en dicho departamento por menos de un año, de acuerdo con Wanda Hernández, la intendente de 52 años que trabaja en el conjunto de condominios y vive justo debajo del hogar de los Rocha. Durante ese tiempo, se reportaron dos veces disturbios domésticos a la policía, en septiembre y octubre.
La sra. Hernández declaró que uno de los disturbios tuvo lugar fuera de su apartamento, en el vestíbulo, ocasión en que escuchó a la madre del niño –quien sólo habla español- gritando haber sido violentamente sacudida y magullada por su marido. “Le pregunté”, agregó Wanda, “¿está todo bien? ¿Por qué está llorando? ¿Dónde está su bebé? Ella dijo que arriba, y que él no se lo quería dar”.
Entonces la madre del pequeño Eduardo le mostró los moretones en sus brazos, “y los policías vinieron y fuimos todos arriba. Yo le ayudé como traductora. Ellos hablaron con ambos, y todo quedó resuelto”.
“La señora les dijo que desde el nacimiento de su hijo se había sentido muy sola. ‘No tengo familia aquí, no tengo familia aquí’, repetía constantemente”, añadió la encargada del edificio.
En esa ocasión, y en la siguiente, los oficiales no fueron puestos al tanto del maltrato físico, por lo que los eventos quedaron caracterizados como disputas verbales. Por tanto, la familia no fue puesta en contacto con la Administración de Servicios para Niños, que investiga la negligencia y abuso infantil.
Rocha no ha respondido a las llamadas telefónicas ni al correo electrónico. “Por supuesto, es una situación muy triste”, dijo el portavoz del Consulado de México Carlos Gerardo Izzo Rivera. “Nos encontramos a la espera de más información acerca de lo sucedido”, agregó.
En un comunicado, el consulado afirmó que se encuentra en contacto constante con las autoridades neoyorquinas y que “de acuerdo con la ley internacional” proveerán a Eduardo Rocha y a su esposa toda la asistencia y asesoramiento jurídico posible, como lo haría para cualquier mexicano en Nueva York.
Mónica Argüelles, quien trabaja en el consulado, comentó que Rocha sólo llevaba ahí algunas semanas. Mencionó que fue recientemente trasladado de México a EU. “Era una persona muy agradable”, dijo, y agregó que frecuentemente se saludaban al encontrarse por los pasillos del Consulado.
El Semanario sin límites, con información de The New York Times.