El Hipódromo de las Américas es el único lugar para carreras de caballos en México. Las historias que guarda se cuentan por montones, pero saber qué es trabajar ahí es lo que muy pocos conocen.
Ciudad de México.- El Hipódromo de las Américas es un lugar con 52 hectáreas de extensión. Las historias que cuenta son muchas, por ejemplo, en sus caballerizas dormía Víctor Espinoza, ahora un millonario jinete mexicano, sinónimo de éxito en Estados Unidos y cuyos inicios en el país se dieron entre la miseria y la disciplina que lo han llevado a tener la Triple Corona y guardar una fortuna que lo colocan entre los 19 jinetes con mayores ganancias.
“El inicio de Víctor fue aquí (…) siempre se le vio que iba a ser un jinete destacado y le llego el sueño americano”, recuerda Ricardo Mar, director de prensa y mercadotecnia del Hipódromo de las Américas, al contar una de las tantas historias que se han cabalgado en el único lugar de carreras de caballos en México, espacio en que el trabajo, cuenta Mar, es una función de teatro, donde el drama y la comedia tienen un final en cada uno de los eventos.
“Yo tengo once años o temporadas como decimos, en el Hipódromo de las Américas, todos los días es como estar en una obra de teatro. Es una función con principio y fin. Tiene el cometido de divertir, entretener, que la gente se vaya con una buena experiencia después de haber estado en las carreras”, explica Mar como parte de la jornada que es estar al frente de un espacio amurallado, donde lo mismo conviven caballos en carreras, que un concierto mientras caminas acompañado de artistas.
“Todo parte de la pasión, el gusto, la afición de mucho tiempo, donde las emociones que se transmiten es el reto de todos los días”, explica.
Trabajar entre caballos
El Hipódromo de las Américas es un complejo amurallado, la mayor parte de su extensión es ocupada por la pista de cabellos, caballerizas y tribunas. Cuenta con un parque de diversiones infantil que es La Granja Las Américas, el Centro Banamex, un Casino Royal Jack y organiza eventos especiales, desde intimas comidas ejecutivas hasta conciertos para más de 15 mil personas.
“Para mi, la base de todo es la transparencia. El espectáculo tiene que ser presentado bajo la regulación y cuando haces las cosas con los reglamentos, estás dando una garantía al mercado y se demuestra en la pista”, asegura Mar, quien se reconoce como un hombre satisfecho entre los caballos.
Y es que, a decir de su experiencia, ha sido el orgullo y la pasión por lo que hace resolver los retos que se van presentando, convirtiendo al trabajo en una carrera no sólo contra el tiempo, sino a favor de ser el único lugar hípico en México.
“Estamos en una industria donde el día a día no es sencillo, donde como en otros rubros del negocio de entretenimiento, el ‘detrás de’ tiene temas fuertes. Tenemos problemas con lo que son enfermedades de los caballos, el cuidado, el respeto a ellos; la formación correcta del personal que participa, siempre retos y asuntos a resolver que se suman por muchos, pero haciendo un balance, te diría que es positivo cuando uno tiene la oportunidad o el privilegio de trabajar donde te gusta estar, no importa cuántas dificultades pases, porque te gana la satisfacción y el gusto”, asegura.
Espectáculo, el secreto tras los caballos
Aunque no haya otro Hipódromo en México, Mar acepta que la competencia es la oferta de entretenimiento que hay en el mundo como casinos u otras formas de diversión.
“Todos nos peleamos el dinero de la gente para la diversión, pero todos estamos en esa búsqueda, tenemos que seguir en el camino; si vamos a estar sin competencia en el escenario de carreras, tenemos que estar destacándonos en la autocrítica, tratando de avanzar con mejores cosas, mejor servicio, que la gente se vaya satisfecha y quiera regresar”, esboza, con un solo objetivo: “hoy somos los responsables de hacer que las carreras de caballos vuelvan a cobrar popularidad”.
Por Octavio N. Cervantes.