Investigadores confirmaron que uno de los icebergs más grandes de las últimas décadas se desprendió de la Antártida.
Londres, Reino Unido .– Catalogado como uno de los icebergs más grandes de las últimas décadas un bloque de hielo de casi seis mil kilómetros cuadrados se desprendió de la Antártida, informaron investigadores del proyecto Midas, encargados del monitoreo de esa zona del planeta.
De acuerdo con Notimex, imágenes de un satélite estadounidense, confirmaron la ruptura del hielo la cual ya había sido pronosticada por los especialistas desde el 2014, año en que se cumplían 10 años de investigación continua de la fisura. “Corrientes y vientos podrían eventualmente empujar el bloque de hielo al norte de la Antártida, donde podría convertirse en un peligro para el transporte marítimo”, agregó Adrian Luckman, parte del proyecto Midas en la Universidad de Swansea.
Los datos que recibieron los científicos, por parte del satelital Aqua MODIS de la NASA, indican que el desprendimiento se produjo entre el 10 y el 12 de julio, cuando el iceberg se separó del segmento Larsen C del continente blanco.
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“Es uno de los más grandes registrados y resulta complicado predecir su futuro progreso. Sigue formando ahora un solo bloque, pero es más que probable que se romperá en segmentos”, afirmó Luckman, quien opinó que parte del hielo “podría permanecer en la zona durante décadas”, mientras que “partes del iceberg podrían derivar al norte hacia aguas más cálidas”.
Aunque pesa más de un billón de toneladas, el A68 (nombre con el que se espera que sea denominado el iceberg) ya estaba flotando antes de su desprendimiento, por lo que los científicos no prevén que se produzca un aumento inmediato del nivel del mar.
El iceberg es uno de los más grandes que se tenga registro, declaró el profesor quien recordó que el más grande observado en la era del satélite era un objeto llamado B-15. Salió de la plataforma de hielo Ross en el año 2000 y medía unos 11 mil kilómetros cuadrados.
En 1956, se informó que un rompehielos de la Marina de Estados Unidos había encontrado un objeto de aproximadamente 32 mil kilómetros cuadrados. Pero no había satélites en el momento de seguimiento y verificar la observación.