México y Estados Unidos tomarán medidas conjuntas para “congelar” el flujo de armas ilegales a territorio mexicano. Un acuerdo al que llegaron los presidentes Donald Trump y López Obrador tras los hechos en Culiacán.
Desde el viernes la Casa Blanca buscaba insistentemente al canciller Marcelo Ebrard para concretar una llamada entre el presidente Donald Trump y su homólogo mexicano, López Obrador, con la urgencia de abordar el tema de violencia registrado en Culiacán, Sinaloa, el 17 de octubre; pero, una gira por las zonas rurales del empobrecido estado de Oaxaca y, posibles limitantes de comunicación satelital, postergó la llamada entre mandatarios para el sábado 18.
Espeluznante y aterrador fue el poder y fuerza de fuego que mostró el crimen organizado en el despliegue de comandos armados que ejecutó la tarde y noche del jueves en Culiacán. Armas con tecnología que incluye detectores de metales y sensores químicos y de alto calibre se mostraron en redes sociales, armamento que presuntamente pudo haber ingresado a México por su frontera norte.
En la llamada, calificada como positiva por la cancillería mexicana, abordó el tema del tráfico ilegal de armas y se acordó tomar medidas inmediatas para frenarla, por lo que altos funcionarios de ambos gobiernos se reunirán la última semana de octubre para definirlas.
La llamada telefónica entre los presidentes se produjo a raíz del intento fallido de las autoridades mexicanas de arrestar a uno de los hijos del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, lo que provocó una ola de violencia que paralizó a la norteña ciudad Culiacán.
El caos en la ciudad, el principal bastión del Cártel de Sinaloa, elevó la presión sobre López Obrador, quien asumió el cargo en diciembre prometiendo pacificar a un país cansado de más de una década de asesinatos relacionados con la guerra entre bandas del crimen organizado por el control del territorio.