Un paseo por el muralismo mexicano: ¿qué inspiró este movimiento?

El movimiento muralista trascendió fronteras no sólo geográficas, sino ideológicas. Hoy día, pudiera trascender otras tantas pues, las nuevas generaciones se apoyan en este discurso para trascender su realidad y transformarla.

Ciudad de México (elsemanario.com).- Hoy, el muralismo mexicano ha servido para la creación, recreación y reapropiación de los espacios sociales. Con ello, se ha logrado  la recreación visual, pero también se ha alcanzado un cambio sustancial, de fondo en el espacio y en quienes conviven ahí. Eso es el neomuralismo, que pareciera no tener que ver con la técnica o la escuela, como sucedería, con el nacimiento de este movimiento.

El muralismo tuvo un alcance importante lejos de los periodos históricos en los que se representó. Sabemos la influencia y lo que despertó en cada uno de los espectadores; de igual manera que Siqueiros, Rivera u Orozco habrían despertado en su interior emociones y sentimientos cuando sus ojos se iluminaron con el rayo de la revolución o de cada una de las experiencias de vida que tuvieron estos creadores.

Países como Cuba, Argentina, Alemania, Italia, España o Japón, por mencionar algunos se inspiraron en lo que el muralismo mexicano exportó; la esencia del movimiento impactó a todo el mundo, sobre todo a los que pasaron por situaciones similares como la de México, dice Leticia López Orozco, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

En Japón, por ejemplo, la obra de los mexicanos es considerada como un arte expresivo del pueblo que inspira a sus propios artistas dice Kauro Kato, crítico de arte japonés. En Cuba sucede algo similar, pues en los sesentas utilizó el muralismo para expresarse en mercados, escuelas, hospitales y universidades, menciona Alberto Hijar.

Imagen: internet
Mural pintado en el Museo de la Revolución, Cuba. Imagen tomada de internet.

Un ejemplo más cercano de lo que puede ser el neomuralismo lo encontramos en Tepito, de la mano del fallecido pintor Daniel Manrique Arias, con su proyecto Tepito Arte Acá, movimiento que vio la luz a mediados de los setentas. Este neomuralismo es considerado resistencia en el barrio más bravo de la ciudad; con sus pinturas que al mismo tiempo son un retrato social, una crítica y la historia misma de la comunidad.

Imagen: internet
Daniel Manrique Arias delante de una de sus obras. Imagen tomada de internet.

Uso estos dos casos para conceptualizar lo siguiente: las expresiones de resistencia o de lucha que despertaron Los tres grandes y quienes vivieron en esa maravillosa época, el contenido ideológico de cada trazo y la reapropiación de la ideas a través del arte, han sido inspiración para movimientos posteriores en la historia mexicana y en el extranjero.

Sin embargo, la función histórica y la conceptualización que se le ha dado a este magnífico periodo de la vida del México Contemporáneo, es vista muchas veces como eso: una parte de una historia lineal de occidente, inerte y atrapada en su tiempo.

Pero la historia no es esa línea de sucesos que tiene un presente y un pasado; la historia suele repetirse, como sus errores y sus virtudes, también es cíclica, es infinita, es un espiral que se aleja de su par lineal. ¿Por qué dogmatizar la belleza del arte? ¿Por qué institucionalizar y encuadrar el arte como algo formal y quitarle su ente insurrecto y generador de sentimientos e ideas? ¿Qué acaso una pinta callejera en un esquina de barrio no puede tener el mismo valor que una obra que surgió por la visión y reflexión de una serie de injusticias y decidió plasmarse como mucho de lo que aconteció con el muralismo nacional?

Es cierto, no todo lo que hoy se ve en las calles o en los muros tiene esa esencia y esa sensibilidad. Y aún así, atenta contra las buenas costumbres y lo hegemónicamente correcto; irrumpe una realidad marginada, puede contener un sublime contenido que despierte la conciencia de alguien.

No es apologismo al “vandalismo” ni a la violencia, como muchas veces es catalogada una pinta en una barda; tampoco una oda a la destrucción del patrimonio de las personas.

El movimiento muralista trascendió fronteras no sólo geográficas, sino ideológicas. Hoy día, pudiera trascender otras tantas. Hoy la técnica ha sido sustituida por lo visceral y hasta por la empiria de alguien que decide aferrarse a lo que le gusta a través de las paredes, en las calles, y expresar algo. Pero hay casos realmente destacables; no todos son “vándalos” o “vagos”, como muchos llamarían a quienes gustan de aplicar su “arte”.

Hoy no hay muchos Siquieros ni Riveras; no hay Orozcos; hay una enorme cantidad de jóvenes inspirados, quizás algunos con conocimiento de estos grandes, que se han estimulado con la creación de otros para desarrollar una mejor técnica en lo que hacen.

Un ejemplo puede ser el de Rod Villa Osuna, radicado en Baja California,  aquí una muestra:

Imagen tomada de la página del autor.
Obra de Rod Villa Osuna en Baja California. Imagen tomada de la página del autor.
Imagen tomada de la página del autor.
Rod Villa en proceso de creación. Imagen tomada de la página del autor.

Otro ejemplo es el de Pachuca, donde la historia de uno de sus barrios se modificó cuando un grupo de jóvenes llamado Germen Colectivo transformaron el otrora barrio gris y peligroso en un lugar lleno de colores. Hoy, Las Palmitas, el barrio mencionado, es un mural gigante. A grandes rasgos utilizan el Graffiti, el Muralismo, la Investigación Social y la Documentación Audiovisual, reapropiándose de los espacios públicos e impulsando una nueva forma de hacer muralismo para regenerar el tejido social.

Imagen de Germen Colectivo (Facebook)
El magistral mural que transformó la vida de Las Palmitas, barrio en Pachuca. Imagen de Germen Colectivo (Facebook)

Es así como las nuevas generaciones se apoyan de este discurso y estás expresiones. Ya no importa tanto plasmar la realidad en un mural, porque a veces la realidad es tan cruenta que los ojos del otro se vuelven murales expresivos. Sin embargo, como en este último ejemplo, se transforma la realidad de otra manera: desde la reapropiación del espacio generando vínculos entre los individuos que a la larga, motivarán un cambio no sólo al interior de estas comunidades sino en el exterior al ver tan significativa transformación.

La representación pasa, quizá, a un segundo plano. Pero la base sigue siendo la misma: la transformación es impulsada por la realidad social.

*Como dato curioso, el DVD de la banda estadounidense Rage Against the Machine, The Battle of Mexico City, tiene como portada parte del mural Del Porfirismo a la revolución de Siqueiros.

Por Alberto Cedeño.

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