Se conmemora un aniversario más del comienzo de la lucha por la Independencia de México en 1810, ¿estás seguro que conoces a todos los personajes iniciadores de esta historia?
Ciudad de México (elsemanario.com).- La lucha de Independencia es una de las batallas que año con año se recuerdan debido a que en ella se mezclaron todo tipo de personajes para quitarle el yugo imperial a un país por entonces conocido como La Nueva España, bajo la tutela de Fernando VII y en donde también, algunos españoles llegaron para combatir la esclavitud impuesta por sus compatriotas.
Desde los primeros años de nuestra vida académica, en las aulas de primaria o secundaria, nos encontramos con una historia que nos muestra a los criollos y a los mestizos en esta lucha; tenemos figuras e historias que se convierten en mito, cómo es que se planeó la revuelta, si se adelantó, por qué, quiénes fueron los participantes.
Contamos también, con un amplio bagaje que tiene que ver con los personajes de una historia, de cierto modo, inacabada. El momento cumbre: un grito que perpetúa en el discurso la presencia de Frenando VII. En las páginas de nuestros libros de historia, contamos con un cura rebelde cargando un estandarte, un cura al que de repente, el propio movimiento que inició se le sale de control.
Vaya, sin ir más lejos, tenemos un bagaje lleno de nacionalismos y de religiosidad en torno a ciertas figuras; pero de todas ellas, se ignora, a veces por completo, a veces en parte, la participación de una población ya presente en el país y en el continente al poco tiempo de que llegaron los españoles.
Se trata de una raza que fue despojada de su lenguaje, tradiciones y cultura y fue traída a América para ser esclavos. Las poblaciones negras fueron empleadas en minas o en plantaciones de azúcar, entre otras labores impuestas para una raza que la blanquitud consideraba inferior y a la cual le debemos, si es que podemos hacer honor a ello, el espíritu rebelde que muchas veces se impregna en los libros de texto sólo como historia y no como fresco presente.
La esclavitud fue disuelta en 1829 por Vicente Guerrero, tras un largo proceso que tuvo que pasar primero por una prohibición en 1810 y luego por una abolición en 1817. Cuando por fin pueden considerarse a sí mismos libres, los negros de México ya habían echado raíces: la población se volvió mestiza, sin poder darse cuenta, claro que esa libertad implicaba estar bajo mecanismos de dominación paternalista.
La cultura africana en nuestro país fue negada, pero su presencia no puede dejar de verse, de palparse, de percibirse. Negada por mucho tiempo, el gobierno y los posteriores nacionalismos quisieron borrarla. Según Cesáreo Moreno, director del Centro Museo de Bellas Artes Mexicanas en Chicago:
Con la independencia (1810), el sistema de castas español legalmente llegó a su fin, se abolió la esclavitud y se decretó que todos los ciudadanos, sin importar el color de su piel, fueran tratados iguales y reconocidos como mexicanos”.
Sin embargo, como bien nos podemos dar cuenta en nuestra feroz actualidad de “México Independiente” la discriminación hacia estos grupos, sean mestizos o afrodescendientes, nunca se fue y después de la época revolucionaria, fue bajo el manto de José Vasconcelos, que se definió lo mexicano como la simple unión de lo español y lo indio:
Con la creación de una identidad nacional mexicana, también desaparece la historia ‘oficial’ de los afromexicanos y la eventual negación de las importantes contribuciones de África a México”.
Y a pesar de todo esto, de todas las contribuciones y de haber ayudado a forjar este país independiente, a pesar de las grandes contribuciones, la llamada “tercer raza” es de las más marginadas en México. Actualmente, la mayoría se encuentran en Oaxaca, Guerrero, Coahuila o Veracruz.
Pero esto no es suficiente, pues a los venidos de África les debemos que ayudaran a crecer la fuerza de producción en la construcción de lo que conocemos como América y el impulso de libertad que nos dejaron, pues siempre fue una población rebelde que no se agachó ante la esclavitud.
El africano nunca estuvo de acuerdo con la esclavitud, nunca se sometió, no tenía con qué enfrentar, como nosotros, los cañones y las armas europeas, pero nunca se resignó a ser esclavo. El mito del esclavo resignado es una mentira, el africano siempre fue rebelde, nos heredó la idea de la libertad, es la deuda mayor que tenemos con ellos”.
Esa es la opinión de Luz María Martínez, etnóloga y curadora de la exposición México, la Tercera Raíz y la Independencia, presentada en México hace algunos ayeres.
Lo que debes saber
Si le queda duda de lo anterior, otro cura muy famoso, Morelos, era afrodescendiente. De igual manera Vicente Guerrero o Guadalupe Victoria. Ahí, destaca entonces, la fuerza y la importancia de la tercer raíz en nuestra lucha de independencia.
Y no sólo eso: música, comida o tradiciones que ahora el discurso homogéneo ensalza como “100% mexicanas”, también son compartidas con nuestros hermanos africanos. África es América y no a la inversa. América como tal, es, en parte, fruto de la esclavitud, sangre, sudor y trabajo de África.
Cabe mencionar que antes de la mítica lucha de 1810, la población afrodescendiente en México ya había librado batallas que les dieron algunos privilegios frente a la Corona Española.
Casos precisos se dieron en Veracruz, donde los pueblos que lograron librarse del yugo español se ubicaron en las playas de Chalchicueyecan y la Cuenca del Papaloapan: Mocambo, Mandinga y Matosa son de origen negro, por ejemplo, esta última debe su nombre a Francisco de la Matosa, lugarteniente de Gaspar Yanga; a su vez, Gaspar Yanga, encabezaría 30 años de rebelión junto a los cimarrones. Al final, debido a la sangre derramada y las condiciones del caudillo aceptadas por la corona, surgiría El Pueblo Libre de San Lorenzo de los Negros, cerca de Córdoba, Veracruz; aunque después cambiaría su nombre por el de Yanga, en honor al caudillo y libertario.
Y eso, como era de esperarse, llegaría a los oídos de todos los ámbitos sociales y raciales de la Nueva España. Con ello, dos siglos antes, el 6 de enero de 1609 comenzaría la lucha para fundar el primer pueblo libre de Latinoamérica; dos siglos antes de que Miguel Hidalgo diera el primer paso para el movimiento tan festejado en estos días.
Un poquito más
– Algunos apellidos tan comunes tienen su origen en la tercer raíz, por ejemplo: Moreno, Crespo, Pardo y Prieto.
– Lázaro Cárdenas, también tuvo ascendencia africana.
Por Alberto Cedeño.