Ricardo Flores Magón: el primer revolucionario mexicano

Un día como hoy, pero en 1922, muere Ricardo Flores Magón, precursor, ideólogo y participante de la Revolución Mexicana.

Ciudad de México (elsemanario.com).-  Lejos de la parafernalia clásica de estos días, estas fechas bien podrían empatarse en torno a un personaje; ni olvidado, ni oculto, sino que se ha mantenido en esa parte de la historia nacional que no muchos quieren tocar.

Fue uno de los precursores de la Revolución Mexicana, además de periodista, dramaturgo y pensador, nacido en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca. Hijo de Margarita Magón y de Teodoro Flores, teniente coronel retirado que luchó en la intervención estadounidense en 1847 y después contra los conservadores y en la intervención francesa.

Tiempo después, la familia de este personaje se trasladaría  a la Ciudad de México. Ahí, Ricardo Flores Magón estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, en los tiempos donde el positivismo de Comte permeaba la educación nacional; aunque gracias a sus amistades, el joven Magón leería a Proudhon, Bakunin y Marx, lo que claramente definiría su ideología, siguiendo la profesión de periodista pero también el activismo político, siendo ideólogo anarcosindicalista. Fue abierto opositor de Porfirio Díaz, ese personaje que ha querido ser reivindicado por algunos sectores de nuestra sociedad actual. Por ello, sufrió persecución y varios encarcelamientos.

Fundó el Regeneración, periódico anarcosindicalista y antiporfirista, por lo que el hostigamiento del gobierno lo persiguió; Ricardo y su hermano Enrique, además de otros seguidores deciden entonces  irse a Laredo, Texas; pero aún ahí son hostigados, por lo que viajan a San Luis Misuri.

El 28 de septiembre funda el Partido Liberal Mexicano, aunque residiría en Estados Unidos debido a la dictadura de Díaz. Ricardo quedaría como Presidente de la Junta Organizadora del PLM; para el 1 de julio de 1906 se publica el programa de este partido y el manifiesto a la nación en  San Luis Misuri, mismo que se difunde en el sur de Estados Unidos, México, algunos países de América del Sur y Europa: este manifiesto desnuda la dolorosa realidad en  la que se encontraban los mexicanos; de igual manera, invitaba a la población a revelarse contra Porfirio Díaz.

Mediante su periódico y su movilización, los Flores Magón estuvieron presentes en el imaginario que quería un cambio, mucho antes del levantamiento político burgués encabezado por Madero.

Pero hablar de la figura de Flores Magón sólo como el ideólogo presente en muchos para la revuelta que se aproximaba sería injusto; él fue más que eso, fue un hombre de acción que utilizó lo que produjo para educar y organizar al proletario mexicano.

De hecho, su pensamiento tampoco se queda ahí, sino que se transforma; ya no sólo contra Díaz, el dictador, sino contra el sistema capitalista que arroja la injusticia, explotación y opresión.

Él mismo se definiría anarcocomunista por su acercamiento a estas ideas:

El anarquismo tiende al establecimiento de un orden social basado en la fraternidad y en el amor… El anarquismo aspira a establecer la paz para siempre entre todas las razas de la tierra, por medio de la supresión de esta fuente de todo mal: el derecho de propiedad privada”.

Al contrario, el patriotismo le pareció una herramienta de enajenación; esto, claro, en una sociedad de clases; Flores Magón dividiría el patriotismo en dos vertientes: el burgués (irracional) y el patriotismo sano.

Es por ello que cuando Francisco I. Madero intentó llevarlo a su causa no pudo, ya que  Flores Magón no creía en la “revolución burguesa”.

Para 1918, Ricardo Flores Magón y Librado Rivera firmarían un manifiesto para todos los anarquistas del planeta; este acto lo llevó a la cárcel, nuevamente, sólo que en esta ocasión fue condenado a 20 años. Finalmente, fallecería en 1921.

Tierra y Libertad

¿Le suena tan emblemática frase? Así también se llamó una de las obras que Flores Magón escribió para el teatro.

Evidentemente, el pensamiento de Flores Magón sería captado y digerido por algunos dirigentes de la revolución nacional; entre ellos, claro está, Emiliano Zapata. De hecho, llevando a fondo la vocación periodística, Ricardo Flores Magón habría entrevistado al caudillo del sur, quedando esta entrevista inscrita en el periódico Regeneración del sábado 24 de febrero de 1917.

En ella, Zapata denuncia a Carranza como el impostor de la Revolución, quien se dirigía públicamente con esos ideales cuando en realidad quería restituir los privilegios a las clases poderosas, claras herederas de la época porfirista.

Porque todos ellos saben y ven que la Revolución cumple las promesas, ha repartido tierras (aunque le pese al carrancismo), ha permitido al hombre de los campos levantar magníficas cosechas, ha iniciado la redención de la clase indígena (…) No hay un Estado en toda la República en donde no arda la Revolución; no hay sierras, valles o llanuras en donde no existen grupos revolucionarios; no hay una sola vía de comunicación que se pueda decir controlada por el carrancismo”.

Diría Zapata para la pluma de Flores Magón. Posterior a ello, Ricardo Flores Magón cerraría su artículo diciendo:

Tengamos confianza en el porvenir. La Revolución arde: añadamos combustible a ese fuego sagrado, y soplemos. Avivemos la llama con el soplo de nuestros ideales.
Esforcémonos por hacer que nuestros hermanos de miseria se convenzan de que el triunfo de la Revolución no consiste en que se encarame un individuo a la silla presidencial, y desde allí expida leyes protectoras de los pobres. No; ese no sería el triunfo de la Revolución, sino su fracaso, porque la misión de todo gobierno es proteger al rico.
El triunfo de la Revolución consistirá en este hecho: en el traspaso de las manos de los capitalistas a las de los trabajadores, de todo cuanto detentan, de la riqueza entera”.

¿Cuántas veces ha visto usted la cara de este revolucionario –de pies a cabeza- en los libros de historia oficiales; cuándo ha visto usted que se haga todo un evento con parafernalia para celebrar el nacimiento del hombre que pudo llegar al proletario para enseñarle sobre la lucha digna? Ni falta que hace.

Él, igual que la historia posterior a Zapata -que lo llenaría de mitos y estigmas negativos, que si era un hacendado, un terrateniente, o un tipo que sólo luchó por sus tierras-, fue borrado por completo del oficialismo historiográfico mexicano; tiempo después, Emiliano Zapata sería injuriado por las mismas fuerzas que lo habían alabado tanto. ¿Recuerda usted aquel discurso presidencial que tiene que ver con el levantamiento Zapatista en el 94, cuando el presidente en turno decidió retirar el cuadro de Zapata que usaba en todos sus discursos oficiales para poner el de Venustiano Carranza en su lugar?

Así, de hecho, es como muchas veces se ha desintegrado la participación de figuras emblemáticas para esas luchas que posteriormente, los gobiernos se pasarían de mano en mano para tomar los ideales de la Revolución y con ello, así como Carranza, proteger a los que la lucha combatió desde la trinchera de los desprotegidos, a los que Flores Magón, entre otros, dieron voz y estímulo.

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