La voz de los Premio Nobel de Literatura

El Premio Nobel de Literatura destacó a la autora bielorrusa Svetlana Alexievich. El Semanario te presenta brevemente a otros personajes mundialmente reconocidos que fueron seleccionados para recibir el galardón.

Ciudad de México (elsemanario.com).- En la Semana de los Premios Nobel, tocó el turno para el de Literatura, mismo que se llevó la escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexievich “por su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al valor en nuestro tiempo”, anunció la Academia Sueca.

Pero, ¿quiénes más se han llevado este galardón y por qué meritos? Aquí te dejamos algunos.

José Saramago, Premio Nobel de literatura en 1998.

“El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir”.

Así comenzaría su discurso José Saramago cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998, escritor comprometido social y políticamente. Perteneció al Partido Comunista Portugués, por lo que fue censurado y perseguido. En 1974 se adhirió a la Revolución de los Claveles.

Tendría que llegar el día en que contaría estas cosas. Nada de esto tiene importancia a no ser para mí. Un abuelo berebere, llegando del norte de Africa, otro abuelo pastor de cerdos, una abuela maravillosamente bella, unos padres graves y hermosos, una flor en un retrato ¿qué otra genealogía puede importarme? ¿En qué mejor árbol me apoyaría?”. Escribí estas palabras hace casi treinta años sin otra intención que no fuese reconstituir y registrar instantes de la vida de las personas que me engendraron y que estuvieron más cerca de mí, pensando que no necesitaría explicar nada más para que se supiese de dónde vengo y de qué materiales se hizo la persona que comencé siendo y ésta en que poco a poco me he convertido”.

Palabras del emotivo discurso de Saramago, que impregna el génesis de su persona y del escritor en el que se convirtió.

Saramago nació en la aldea portuguesa Azinhaga, un 16 de noviembre de 1922 y fue hijo de campesinos, sencillos; fue nieto de personas trabajadoras del campo, quienes, sin saberlo, serían una de las máximas inspiraciones para el escritor.

Albert Camus

Uno de los humanistas más reconocidos, fue condecorado con el Premio Nobel en 1957 gracias a su “importante producción literaria, que con una seriedad clarividente ilumina los problemas de la consciencia humana”.

El argelino iniciaría su discurso de aceptación de la siguiente manera:

Al recibir la distinción con que ha querido honrarme su libre Academia, mi gratitud es más profunda cuando evalúo hasta qué punto esa recompensa sobrepasa mis méritos personales. Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se reconozca lo que es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer su decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que realmente soy. ¿Cómo un hombre, casi joven todavía, rico sólo por sus dudas, con una obra apenas desarrollada, habituado a vivir en la soledad del trabajo o en el retiro de la amistad, podría recibir, sin una especie de pánico, un galardón que le coloca de pronto, y solo, a plena luz? ¿Con qué ánimo podía recibir ese honor al tiempo que, en tantos sitios, otros escritores, algunos de los más grandes, están reducidos al silencio y cuando, al mismo tiempo, su tierra natal conoce una desdicha incesante?”

Camus fue hijo de humildes colonos franceses; el futuro Nobel viviría la crudeza de la pobreza en Argelia, lugar de su nacimiento.

Alentado por sus profesores, estudió filosofía; sin embargo no pudo concluir debido a la tuberculosis; después se afiliaría dos años al Partido Comunista y trabajaría como periodista antes de mudarse a París. A los 29 años publicaría su obra: El Extranjero.

Jean-Paul Sartre: el que lo rechazó

Sartre decidió rechazar la -por muchos- codiciada presea enviando una carta a a la Academia sueca pidiéndoles no lo tomaran en cuenta; acto que no respetaron y días después anunciaban al francés como ganador del Nobel de Literatura.

Por razones que me son personales y por otras que son más objetivas, no quiero figurar en la lista de posibles laureados y ni puedo ni quiero, ni en 1964 ni después, aceptar esta distinción honorífica”.

Escribía el filósofo francés días después. Sartre fue seleccionado por su trabajo rico en ideas y lleno del espíritu de libertad y de la búsqueda de la verdad”.

El autor de El Ser y la Nada despreciaba el premio mediante otra carta aparecida en Le Figaro, donde recalcaba su tendencia a rechazar las condecoraciones oficiales; ejemplo de ello había sucedido cuando se le quiso entregar la Legión de Honor después de ser combatiente en la Segunda Guerra Mundial. Sus tendencias políticas también jugarían a favor para este rechazo en el que el filósofo existencialista no quiso ser institucionalizado:

Como he estado políticamente comprometido, la sociedad burguesa quiere cubrir mis errores pasados, ve una posibilidad de admisión y me dan el Premio Nobel. Me perdona y considera que tengo derecho al Premio Nobel. Es monstruoso”.

Gabriel García Márquez

El Gabo, el escritor comprometido, el conciliador, el creador de mundos fantásticos, el que se acercó a los dos polos, el cercano al poder; dueño de la pluma maravillosa y de la imaginación que le dio tantos éxitos, recibiría el Nobel en 1982, con su obra consagrada bajo el brazo: Cien años de Soledad. Así agradecería el autor de El amor en los tiempos del colera:

En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias”.

Svetlana Alexievich

La ganadora del 2015 es autora de Voces de Chernóbil y La guerra no tiene rostro femenino.

A través de su extraordinario método -un collage cuidadosamente compuesto por voces humanas-, Alexievich profundiza nuestra comprensión de toda una época”.

Así lo dijo Sara Danius, secretaria permanente de la Academia Sueca quien destacó que la ganadora del Nobel de Literatura es creadora de un nuevo género literario. ¿Por qué? Porque es periodista que ha sabido transformar su obra en literatura, ni más ni menos:

Ella inventó un nuevo género literario. Ella trasciende formatos periodísticos y ha continuado el género que otros han ayudado a crear”.

Voces de Chernóbil documenta la oralidad de los protagonistas de la catástrofe nuclear; de igual manera, La guerra no tiene rostro femenino está enfocada en el papel de la mujer en la Segunda Guerra Mundial.

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