El Museo Franz Mayer alberga la exposición formada por 52 bicicletas de 18 coleccionistas.
Ciudad de México (elsemanario.com).- En la búsqueda de medios de transporte sostenibles, la bicicleta es el hit por unanimidad. No sólo no contamina, sino que también permite que las personas se ejerciten. De ahí que cada vez gane más popularidad entre las personas.
Es por esto que el Museo Franz Mayer alimenta sus salas con una amplia colección de bicicletas, en total 52 ejemplares de 18 coleccionistas y 13 marcas, que son en conjunto una muestra de la historia de este objeto.
La muestra comprende un recorrido temático en trece secciones dedicadas a la historia de la bicicleta: Volcán de Indonesia, Abriendo horizontes, Mujeres con pantalones, Bicis para todos, Hecho en México, El pan de cada día, Pequeño gran invento, Pedal y fibra, 360 grados de locura, Echando rostro, Conquistando un espacio, Otros mundos posibles y Salud y bici.
La exposición presenta la época de oro de la producción nacional y presenta modelos clásicos como la Saeta de 1960; la Paris-Rubaix de Benotto, de 1976; el triciclo Apache, de 1970; los exóticos modelos Vagabundo, de 1978. Exhibe también modelos contemporáneos fabricados en talleres artesanales mexicanos con materiales inusuales como el bambú. Se exhiben también ejemplares de colección de los principales países productores de bicicletas como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos y China, entre los que se encuentran una bici estadounidense Víctor de 1895 y un modelo británico plegable de guerra BSA de los años cuarenta.
Al tiempo que detalla los cambios que este medio de transporte ha sufrido, se exponen imágenes que relatan su vida en sociedad.
La curaduría de la muestra estuvo a cargo de Ana Álvarez y Valentina Rojas Roa, la museografía es de Luis Rodríguez y Nils Dallman. Las primeras indicaron que la exposición quiere mostrar el periodo en que México produjo bicicletas preciosas entre las décadas de 1950 y 1980.
El recorrido se complementa con material gráfico y audiovisual de la Colección Pryor Dodge, así como cápsulas de audio que recogen los testimonios de ciclistas deportivos y de personas que usan este medio de transporte para llegar a la Basílica de Guadalupe camino al 12 de diciembre.
Paralelo a la muestra, se realizan conferencias, mesas redondas, recorridos y un ciclo de cine.
La vuelta a la bici es producto de una colaboración del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo en México (ITDP por sus siglas en inglés), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA), de la Embajada del Reino de los Países Bajos en México, del Centro de Investigación de Diseño Industrial de la UNAM (CIDI), del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y contó con la colaboración de organizaciones civiles.
La exposición se inauguró el día de ayer, y su apertura responde a la importancia creciente que las bicicletas han tomado entre la ciudadanía.
En días recientes se ha registrado una serie de hechos que hacen pensar que el transporte sustentable es cada vez más una necesidad para el funcionamiento de las urbes.
La campaña “Hazla de tos”, que impulsaron las organizaciones ciclistas miembros de la Red Nacional de Ciclismo Urbano (BICIRED), tiene como intención incidir a nivel nacional en las acciones del gobierno en materia de movilidad sostenible. Tienen la convicción de mejorar la calidad del aire y así beneficiar la salud de las personas.
La muerte del ciclista Rafael Guerrero a manos de un conductor presuntamente ebrio hace tan sólo unos días causó revuelo entre los ciclistas que a diario se mueven por la ciudad en este medio de transporte. Este suceso causó una rodada en protesta el martes 27 de enero en el que los manifestantes exigieron al gobierno capitalino que tome medidas para la movilidad de ciclistas a lo largo de la ciudad.
A principios de enero el ALDF informó que por falta de presupuesto no se realizarán algunas ciclovías que se tenían planeadas, como la que se realizaría en División del Norte.