El Foro Polivalente Antonieta Rivas Mercado de la Biblioteca de México se vistió de solemnidad con la presencia de 5 personajes que evocaron el Holocausto.
Ciudad de México (elsemanario.com).- El 27 de enero se conmemora el Holocausto o Shoa, como llaman los judíos a la liberación de los judíos que se encontraban en el campo de concentración Auschwitz I a manos del Ejército Rojo.
El día de ayer se cumplieron 70 años de un evento que marcó la conciencia europea y continúa moviendo al mundo. En el marco de esta ocasión en la Ciudad de México se realizaron varios eventos y exposiciones que buscan que la sociedad recuerde estos eventos y aprenda de ellos el valor del respeto y la tolerancia a los que nos rodean.
En el marco de esta conmemoración se realizó un par de mesas en el Foro Polivalente de la Biblioteca de México, donde se evocó este suceso histórico, las consecuencias e implicaciones que hoy podemos ver en la sociedad y las enseñanzas que legó a la humanidad. Este evento se realizó con la colaboración de Conaculta, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, el Colegio de México, y las Facultades de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
La primera mesa, llamada La memoria y la esperanza fue moderada por César Benedicto Callejas, profesor investigador de la Facultad de Derecho, y los 4 ponentes que se presentaron fueron Judit Bokser Liwerant, Efraim Zadoff, Hugo Hiriart y Ricardo Raphael.
La memoria es un territorio cambiante
La Judit Bokser Liwerant, integrante de la Académica Mexicana de Ciencias, se refirió a la memoria como un “campo de encuentro entre tiempos, el pasado y el futuro”; la memoria es algo que se resignifica en el presente, en el caso del holocausto la tragedia trascendió su estatus de memoria de grupo a una memoria universal.
Bokser llamó a la audiencia a no perder de vista la especificidad del acontecimiento, ya que al universalizar el Holocausto se enfocan 2 tiempos, el del suceso y el del momento en que se atrae el suceso para extraer algo de él. En este último caso, le parece importante la enseñanza que esta tragedia nos legó sobre la otredad, sobre la cultura judía.
Recordó que la destrucción del judaísmo europeo ha sido calificado como el fracaso de la modernidad, pero señaló que en este evento no se reconocen más rasgos de la modernidad más que fue un producto de las circunstancias sociales y políticas, donde la ideología política que lo gestó actuó de forma “irracional, política, xenófoba”, anti ilustrada.
Remarcó que debemos tener cuidado en universalizar los hechos históricos, ya que al no entender la singularidad de cada uno se disuelven las líneas entre memoria e historia.
Aferrarse a la vida
Efraim Zadoff, rabino y académico de la Universidad de Tel- Aviv, se dedicó a hacer precisiones históricas sobre el antisemitismo, una posición que homogeiniza a la comunidad judía y que comenzó con el cristianismo temprano que ejerció una presión social, política e incluso física para erradicar al judaísmo. Sin embargo, este odio antijudío no se puede equiparar con lo que el nazismo realizó en el siglo XX, donde el odio a una raza los llevó a querer exterminarlos, ya que las propiedades de una raza no pueden ser cambiadas. La base de su odio era puramente ideológica.
El académico reconoció el papel de aquellas personas que arriesgaron la vida para salvar a aquellos que se encontraban en peligro de muerte. Señaló que son ejemplo de que hay esperanza en la bondad humana. Se congratuló porque varios países condenan actualmente las demostraciones de antisemitismo.
El peor criminal es el burocrático obediente
Hugo Hiriart, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, planteó dos preguntas iniciales ¿Fue posible predecir el Holocausto? Y ¿Cuál es la especificidad del Holocausto?
Primero: no, era imposible imaginar semejante horror, nadie podría verlo venir.
Segundo: Para este punto desarrolló una comparación entre dos eventos, la tragedia judía y la masacre de 72 migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas. No fue en vano el recuento de los hechos, porque las conclusiones fueron interesantes, destacó que el Holocausto todo fue deliberado, nada fue accidental; las personas que se ocuparon de la coordinación de todas las actividades eran en su mayoría letradas, lo que no evitó que actuaran como lo hicieron; odiaban a los judíos, estaban convencidos de que debían exterminarlos. Sucede lo opuesto al examinar la matanza de San Fernando, donde un joven logra escapar del lugar donde estaba secuestrado junto con otras 72 personas y avisa al ejército y a la policía, que da el pitazo a los Zetas y deciden asesinar a todos los migrantes. La decisión es tomada a prisa, los asesinos no tienen un nivel alto de educación; no detestan a los migrantes, pero deben actuar para satisfacer a sus jefes.
¿Por qué comparar estos dos sucesos? Porque en el odio que movió a los nazis para cometer un genocidio se reconoce su impotencia ante los judíos. El escritor señaló que la especificidad del Holocausto es su carácter “absolutamente perverso”, de donde se extrae que el peor criminal del siglo XX fue el burocrático obediente, al tiempo que la mejor escuela de criminales es la que prepara a sus alumnos para ser respetuosos, sumisos y obedientes.
Testigos próximos de la desmemoria
Por último se presentó Ricardo Raphael, conductor del programa Espiral y columnista de El Universal. Su intervención fue la más anecdótica, ya que habló de su experiencia para acercarse al Holocausto.
Su familia se exilió en México tras salir de Turquía por la violencia que se ejercía sobre los judíos sefardíes. Sin embargo, sus familiares optaron por olvidar que eran judíos y no hablar de ello de nuevo. Por ello el escritor se define como un “testigo próximo de la desmemoria”.
Observó cómo el enterrar hechos así convierte a las personas en sujetos mutilados, desalmados, porque la desmemoria trae consigo un conflicto de identidad, un dolor por haber sido algo y al mismo tiempo no serlo, y por dar carpetazo a eventos que deberían permanecer en la memoria para revalorarlos.
Y fue ahí cuando llegó a la moraleja de la historia, una enseñanza para el país, el autor reconoció que a los mexicanos les hace falta una resistencia más grande a la desmemoria, porque no sirve enterrar los ríos de dolor bajo la tierra.
La memoria es un instrumento delicado, se puede manipular para decir cosas distintas, para significar cosas diametralmente opuestas incluso.
Las discusiones que el genocidio judío ha provocado son interminables sin duda, pero ¿no lo son también las disquisiciones que provocan otras masacres? La pregunta de Hiriart para distinguir la especificidad del Holocausto es algo hiriente, por supuesto que ese suceso no tiene parangón en la historia de la tragedia humana, pero eso no significa que debamos exacerbar el papel del Holocausto y dejemos de lado otras matanzas que el odio racial ha provocado.
¿Dónde quedan las miles y miles de muertes de la colonización española en América? ¿Los indígenas exterminados en lo que hoy es Argentina, en Estados unidos? ¿Por qué no hablamos de esas muestras de verdadero odio racial que permitieron que Alberto Fujimori, presidente de Perú entre 1990 y 2000, aplicara programas de esterilización forzada a mujeres indígenas?
No es sólo la importancia de las cifras, sino del odio con que algunos dirigentes se conducen, odios en que no se reconoce el valor del otro y mucho menos se respeta su independencia.
Las intervenciones abundaron, como es claro, en el nazismo y todos los que se vieron afectados por él, con lo que reprodujeron, por enésima vez, un discurso al que estamos acostumbrados. Es difícil no notar en la cartelera las decenas de películas que se producen al año sobre el Holocausto, desde las perspectivas más variadas, con algunos resultados interesantes. Es también difícil no ver en la programación un documental sobre las curiosidades de nazis, alemanes, judíos, Segunda Guerra Mundial, etcétera, en los canales de History, National Geographic o en la TV abierta.
El Holocausto es todo un tema, así como otros eventos históricos que se merecen también un día para recordarlos, una enseñanza para todos, una memoria que debiera ser también colectiva así como se nos ha impuesto el genocidio nazi se nos ha impuesto como memoria universal y hegemónica. Por ello pienso que Ricardo Raphael fue el que se atrevió a más al traer su experiencia a la plática, al concretar con su experiencia el influjo del Holocausto. ¿Por qué los mexicanos no se deben permitir olvidar? Porque olvidar nos convierte en miserables, en personas “mutiladas”, como dijo el escritor.
Por Daniela Ríos.