77, Massachusetts Avenue

Boston es una de las grandes capitales del este norteamericano, para algunos la más connotada desde el punto de vista histórico, con sus grandes monumentos y avenidas, sus parques extraordinarios, sus universidades, muchas de ellas representando la aspiración mayor de los más ambiciosos estudiantes del planeta.

Boston College es un espacio bellísimo, universidad jesuita con una de las bibliotecas más emblemáticas de la región y un bellísimo campus gótico, Boston University, BU, el cual es una propuesta de espacio universitario que hace pensar en una verdadera ciudad universitaria, no un campus sino una ciudad, con sus casas de estudiantes, bibliotecas, gimnasios y aulas bien acondicionadas que la hacen acogedora y más íntima. Northeastern no es muy linda pero ofrece programas de formación dual, con un componente importante de prácticas de campo y estancias profesionales o internships.  Harvard es la más rica, la más ufana, la primera en muchos de los rankings mundiales. Un barniz de Harvard suele valer más que varios años en una universidad en países de baja connotación académica. Otras universidades patito, ofrecen formaciones MMC y MEAM (Mientras Me Caso o Mientras Encuentro Algo Mejor). Muchos jóvenes azuzados por la ambición propia o de los padres, son enviados a este Espacio de utopías, para cantar luego un marcado: “―Estudió en Boston (dicho con garbo)”.

universidad
Boston College (Foto: https://bostoncollege.com).

Entre todas, sin embargo, las puertas abiertas del 77 de la Massachusetts Avenue, en Cambridge, el Massachusetts Institute of Technology, MIT, presenta en su hall principal, un “corredor infinito” como el conocimiento, su “caja de herramientas” (tool box) próxima a inaugurarse (octubre 2018), su actitud desenfadada, sin pretensiones exageradas, sus cientos de tanques de hidrógeno para enfriar procedimientos en los trabajos de laboratorio, sus premios nobel, su ingeniería hands-on, sus profesores siempre en formación, sus estudiantes cuyo trabajo es acompañado por la administración para nombrarlo, su constante give-back, a la comunidad y al mundo, son una utopía social que motiva a todos y enorgullece a quienes la animan en sus resultados.

Varios industriales mexicanos se han acercado al MIT con actitudes e intereses distintos.  Son diversos los laboratorios y las facultades que capitalizan estos afanes. El Media-Lab, creado por Nicholas Negroponte, es uno de ellos. Descendiente de una familia de navieros griegos y hermano de quien fuera embajador de Estados Unidos en México y el primero en absorber unilateralmente las funciones de seguridad del estado a través del Consejo Nacional de Inteligencia, bajo el presidente Bush, después de los ataques del 9/11.  También las facultades de Ingeniería Aeronáutica, de Arquitectura, de física y los laboratorios de nuevos materiales han despertado curiosidad entre el empresariado mexicano.

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MIT Media Lab (Foto: www.fablabconnect.com).

Alejandro Burillo Azcárraga contribuyó al desarrollo del Media Lab, mismo que representa un paradigma global de creatividad industrial y materializador de sueños, acercando recursos y algunas preguntas pertinentes para la industrialización de telecomunicaciones. El “Diablo” José Antonio Fernández, presidente de FEMSA, ha hecho aportaciones por varios millones de dólares y es hoy parte del Board de la institución. La familia Alemán Velasco, Claudia Alemán Magnani, sobre todo, está muy comprometida con el desarrollo de los laboratorios de aeronáutica y ha hecho aportaciones generosas independientemente al financiamiento de algunas becas y subvencionar una cátedra. Por su parte, Fernando Chico Pardo ha mantenido su interés en temas de seguridad y financia investigaciones al respecto, además, varias universidades como el TEC y la UNAM aportan recursos para investigaciones básicas y fomentar el intercambio de estudiantes.

En el MIT hay casos poco conocidos de mexicanos con extraordinario éxito; el Profesor Paulo Lozano, a quien hace unos días interrumpimos en su oficina con un grupo de estudiantes mexicanos para inquirirlo sobre sus motivaciones y logros, es un ejemplo de estos.

―Pierdan el miedo (nos dijo), ésa es mi lección…

Lo mismo nos repitió Marco Muñoz, veracruzano y Director de Vinculación Internacional desde hace 6 años en esta catedral del conocimiento. También nos reiteró con otras palabras e idéntico sentido, Eboney Hearn, directora Ejecutiva en la escuela de Ingeniería, cuando relató su condición resiliente para abordar las matemáticas viniendo de un ambiente poco favorecido económicamente y siendo una mujer afroamericana.

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Marco Muñoz (Foto: www.empresariosaem.com).

Las lecciones de este templo de adoración de saberes son muchas para el observador circunstancial que representamos; una narrativa convincente, acompañada de actitudes elocuentes, de gestos adecuados en sus profesores, alumnos y trabajadores, un espacio que responde bien al contenido de su narrativa, gran reputación recogida por los sistemas internacionales de evaluación, resultados, expresados en patentes, en negocios exitosos, en investigaciones reconocidas y ponderadas. Premios Nobel gestados en la institución e incontables publicaciones científicas, son también parte de los logros, igualmente el flujo de recursos, donaciones, la formación de asociaciones, la aplicación de fondos de riesgo vinculados a proyectos, aulas, auditorios. Espacios lúdicos y laboratorios, muchos laboratorios, son reflejo de una ecuación que resuelve positivamente vectores de perseverancia, sentido, calidad, inteligencia, recursos y compromiso.

Unas cuantas lecciones derivan de nuestra incursión en las instituciones de Massachusetts:

  • Perder el miedo a las propias limitaciones y sobrepasarlas.
  • Orientarse por la excelencia y no por el dinero: la primera es el camino más seguro a lo segundo.
  • Problematizar: reducir una inquietud mayor a una serie de preguntas básicas.
  • Tener una visión y estar dispuesto a perseguirla.
  • Los equipos y el diálogo son indispensables al éxito (colaboración, compartición de datos y desarrollo de redes de sentido).

Si estos 5 sencillos elementos los consideramos a la luz de los programas y proyectos propuestos en México por la administración entrante, tendríamos un plan de desarrollo y un programa de país.

El clima en Cambridge, Massachusetts, no es el más agradable del planeta, sin embargo, no se encuentra éste a la base de la oferta regional. Se come bien, la calidad de vida se percibe en infinitos detalles y, si bien no echamos de menos a indigentes en el camino del alcoholismo, la mendicidad y la drogadicción, se respira en Boston y en Cambridge, Massachusetts, salud física y mental.

En este contexto, nuestro país, ¿México qué?

Ya hemos comentado que la educación es ante todo la educación mental y la educación para la libertad. En México sólo dos universidades están entre las primeras cien del planeta, la UNAM y el Tecnológico de Monterrey. Sin embargo, ambas se han masificado a partir de una sobredemanda y una oferta limitada.

Tec de Monterrey
Biblioteca del ITESM, Campus Monterrey (Foto: https://tec.mx).

Las propuestas del gobierno del próximo presidente López Obrador se orientan, si entiendo bien, por una parte, a la admisión generalizada y, por la otra, a una selección en el recorrido. Este modelo ha funcionado en países como Francia donde habido el diploma del Bachillerato, el BAC, el cual se puede acceder sin problema a la universidad. Esta idea es elocuente mientras se tengan opciones terminales de medio camino para las carreras básicas de medicina, ingenierías, leyes, comunicación, psicología y otras…

En todo caso, es recomendable paralelar este sistema de admisión generalizada con un sistema de Grandes Escuelas. Para este efecto, los viejos palacios de la universidad en el centro de la Ciudad de México y algunas propuestas paralelas a la movilización de las secretarías a otros lugares, constituyen un reto positivo.

Una gran escuela de Minas en Durango o Zacatecas, una de Ingeniería de Energías en Campeche, una más de Derecho en Oaxaca, la gran escuela de Comercio en Monterrey, la Escuela Superior de Ciencias Digitales en Morelia, la Escuela Superior de Medicina Genómica en Morelos, la formación de una gran Escuela de Biología en San Cristóbal de las Casas, el Conservatorio Superior de Música en Izamal, Yucatán, El Colegio Pellicer de Narrativas y Literaturas en Villahermosa. El Politécnico Militarizado de Sonora…

Hay tanto trabajo para materializar la utopía mexicana, tanta emoción, pero tan pocos recursos y tan poco tiempo. La ecuación es sin duda difícil de resolver, aunque tenemos a la vista un México ejemplar; construyámoslo. Como dice Borges, “no esperemos el futuro, hagámoslo”.

 

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