La obligación del Estado es proteger, catalogar y vigilar esos bienes, la Iglesia ni está capacitada ni le interesa hacerlo, tenemos miles de obras de arte sacro en peligro.
Ciudad de México.- La destrucción de la capilla de Tlaxcala no fue un acto místico-sobrenatural o misterioso, es consecuencia de la insuficiente división entre los bienes del clero y del Estado. Seguimos con una Reforma inacabada porque los gobiernos son cada vez más flexibles con el clero, han traicionado los principios del Estado laico. El Estado no quiere aceptar algo elemental: que esos bienes pertenecen a la Nación y que para la Iglesia esos monumentos históricos y el arte sacro no tienen valor histórico o artístico, son objetos de culto y como tales les da el uso que mejor conviene a sus intereses.
La curia de Tlaxcala decidió derribar un edificio del siglo XVIII catalogado porque para ellos era muy “pequeña y ya era bodega”, es la misma razón por la que en Ebay hay en venta decenas de obras de arte sacro, porque para el párroco es más importante la imagen de la virgen que se “apareció” en un tinaco o en un árbol que una pintura del siglo XVII. Recordemos que la curia actual que no es la misma que hubo en el Renacimiento, toman estas decisiones con su mínima o nula educación artística hasta caer en el absurdo o el ridículo, los feligreses afirmaron que la capilla estaba abandonada porque el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) no la restauró cuando lo solicitaron y por eso decidieron derribarla. La pueden tirar y no la pueden restaurar. Las supuestas investigaciones, obviamente para protegerlos, no incluyen interrogar y consignar al cura o quien administre el edificio.
Lo que es revelador en esta increíble falta de criterio artístico de la Iglesia, es que el edificio que ahora usan es horrendo y es el que les sirve y les gusta. La obligación del Estado es proteger, catalogar y vigilar esos bienes, la Iglesia ni está capacitada ni le interesa hacerlo, tenemos miles de obras de arte sacro en peligro, el comercio es escandaloso, si piensan que esos edificios, pinturas y esculturas están en manos responsables, están dejando una decisión de la razón a un acto de fe. Que esas personas “crean” en algo no los autoriza como los custodios ideales de ese bien artístico, son piezas que no se deben tocar y las tocan, que no deben viajar y las sacan a procesiones, porque para ellos son liturgia, no arte.
Esta destrucción seguramente va a quedar impune, no me imagino que se lleven preso al cura y al obispo que ordenaron esto, ni que les hagan una auditoría de lo que había ahí adentro, así que esperaremos a que lo sigan haciendo en otros pueblos y con el apoyo de las autoridades, como parece que sucedió en este caso. Estos edificios sufren humo de veladoras, pólvora de cuetes, remodelaciones infames, pintura que no es la adecuada, los patios son para tianguis, ningún recinto soporta ese trato, ninguna obra está hecha para eso. El Estado expropió esos bienes el 12 de julio de 1859, ya es tiempo de que ejerzan esas leyes, la Iglesia ni siendo de su propiedad los cuidaría, ya vimos el uso que le dan a la Capilla Sixtina, un ejemplo más grande no tienen.

Se que no es una publicación reciente, pero no pude evitar que viniera a mi memoria el antes excelente Instituto de Liturgia y Música “Cardenal Miranda”, hoy en vías de convertirse en una escuela mediocre más