Arnulfo R. Gómez: forjador del Ejército Nacional Mexicano (Parte II)

Mucho agradezco a mi colega Don Manuel Ramiro Hernández el mensaje en su columna del pasado 25 de julio, en la que hace referencia a la literatura como fuente extraordinaria para conocer los hechos de la historia, sobre todo, tomando en cuenta que en nuestro país ha habido una Historia Oficial que sentó las bases de la enseñanza y las mentiras que recibieron numerosas generaciones de mexicanos a partir del año 1929, y que muchos conocimos como la realidad de nuestro país.

Resulta especial la referencia que hace a La sombra del caudillo, que es una versión novelada de los hechos acontecidos durante la campaña por la presidencia de la República en 1927, señalando que el personaje central era realmente una mezcla del General De la Huerta y el General Serrano.

Al respecto, me permito comentarle que en el año de 1964 inicié mis estudios en la Licenciatura en Diplomacia de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y una de las primeras lecturas recomendadas como tarea por el Lic. Henrique González Casanova fue leer La sombra del Caudillo, de Martín Luis Guzmán, obra que resultó de especial y enorme interés para mí, motivo por el cual, después de leerla, la comenté con él profesor González Casanova, y él me señaló que había tenido la oportunidad de conversar con Don Martín, quien le había dicho que, en efecto, ésa era una versión novelada de los hechos sin que, en la primera parte de su novela, se pudiera reflejar una personalización de los actores, sin embargo, esta primera parte pareciera que se desarrolla en la casa de mi abuelo, el General Arnulfo R. Gómez, en la calle de Arquitectos 107 (hoy Miguel Schultz), misma que después aparece en el primer capítulo de la obra de Francisco J. Santamaría, La tragedia de Cuernavaca en 1927 y mi escapatoria célebre.

historia de México
Portada de “La sombra del caudillo”, Fondo de Cultura Económica.

Evidentemente, en la segunda parte ya era una personalización clara y precisa, con la descripción detallada de uno de los múltiples y arteros crímenes de Obregón, Calles y Amaro que, en este caso, habían cometido en contra del General Francisco R. Serrano y sus acompañantes, así como de la escapatoria del Lic. Francisco J. Santamaría.

Al respecto, me permito señalar que en mi artículo del día 26 de junio publicado en El Semanario, anexé una copia digital de La tragedia de Cuernavaca en 1927 y mi escapatoria célebre que, independientemente de su enorme valor literario, incluye una introducción que realicé después de haber tenido conversaciones con varios expresidentes de la República, generales, militares y numerosas personas que vivieron los hechos y, lo más importante es que el Lic. Santamaría nos describe detalladamente las circunstancias que rodearon dichos asesinatos y su escapatoria célebre, por lo que recomiendo ampliamente su lectura.

También recomiendo otras obras que nos transmiten las vivencias de personas que constituían el Consejo Directivo del Partido Nacional Antirreeleccionista y que fueron perseguidos por los obregonistas como fue el caso del General Vito Alessio Robles con Desfile sangriento; del Ing. Félix F. Palavicini sugiero Mi vida revolucionaria; y también, la biografía política del Lic. Rafael Martínez de Escobar, escrita por sus nietos que, entre otras cosas, incluye una serie de cartas que el Lic. Martínez de Escobar escribía a su esposa durante la gira de promoción electoral que realizó junto con mi abuelo, en las cuales describe los acosos, boicot y atentados que enfrentaron por parte de las fuerzas gobiernistas lo que, sin duda, constituye una verdadera bitácora de los acontecimientos.

En breve haré llegar una copia digitalizada de estos documentos para que los puedan leer a través de El Semanario.

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General Arnulfo R. Gómez (Fotografía: Acervo histórico del INAH).

Finalmente, debo insistir que en un reciente estudio publicado por el Centro de Estudios del Ejército y la Fuerza Aérea (CEEFA) con el título Las propuestas de modernización y profesionalización del Ejército Nacional del General Arnulfo R. Gómez, se señala que … fue a partir de diciembre de 1924 con el gobierno de Plutarco Elías Calles, que se intensificaron los trabajos sobre la profesionalización global de las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina y Fuerza Aérea) y fue durante esta etapa en la que nuestra hipótesis tiene su justificación, pues, algunos de los logros que fueron alcanzados tienen semejanza con las propuestas que realizó el General Arnulfo R. Gómez, aunque  habrá que mencionar que el crédito por ello nunca fue reconocido a dicho personaje.     

Dichas propuestas fueron incluidas en el libro El Centinela (1924), escrito por el General Arnulfo R. Gómez y que fue mejor conocido como el Manual del Ordenanza. A través de éste se hacen numerosas propuestas para la reestructuración y capacitación del Instituto Armado pues constituía el programa de trabajo a desarrollar por el General Gómez como titular de la Secretaría de Guerra y Marina, en el periodo 1924/1928, sin embargo, Obregón se opuso a su nombramiento porque en el año de 1923 el General Gómez no obedeció sus órdenes de asesinar a Don Adolfo de la Huerta.

La enorme debilidad de carácter de Calles no impidió que Obregón impusiera a Amaro en dicha Secretaría, aunque, inicialmente, sólo lo aceptó como subsecretario encargado del despacho.

Durante su gestión, Amaro se apropió de algunas de estas propuestas, pero, desgraciadamente, debido a su carácter de analfabeta e inculto, no pudo darles la dimensión adecuada para un desarrollo integral del Ejército Nacional como lo había diseñado el General Gómez.

Las propuestas contenidas en El Centinela fueron enriquecidas por el General Gómez en su libro Estudios Militares (1926), que fue elaborado después de su viaje de estudios a West Point y a los principales centros de estudios e institutos armados en Francia, Bélgica, Alemania, Italia y España, así como sus fortificaciones en el Protectorado Español de Marruecos, a través del cual hizo cuarenta y tres propuestas de modernización del Ejército Nacional, que sólo se fueron cumpliendo con enormes retrasos a lo largo de más de noventa años.

Un elemento fundamental para el desarrollo integral del Instituto Armado fue la propuesta del General Gómez para la creación de la Escuela Superior de Guerra, misma que realizó el 15 de enero de 1926, idea que, en el año de 1932 -cuando fue creada dicha escuela-, Amaro promovió como suya. Con esto queda claro que Amaro no sólo fue un vulgar ladrón de bienes materiales y dinero sino también de propiedad intelectual, debiendo señalar que, en la realidad, pocos creyeron que ideas de ese tipo fueran de su autoría, debido a la enorme ignorancia y la reducida cultura de que Amaro hizo gala durante toda su vida.

Sin duda alguna, el auténtico forjador del Ejército Nacional Mexicano fue el General Arnulfo R. Gómez.

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