Calidad en el servicio de telecomunicaciones deben de formar parte permanente de la narrativa del IFETEL y de la SCT si verdaderamente queremos que estos servicios sean palanca de desarrollo.
Arranca el día laboral y el teléfono móvil se convierte en una herramienta de trabajo indispensable. Es así como desde temprano me embarco a hacer la primera llamada del día, acto seguido me dice una grabadora “el número que usted marco no existe”, a lo que yo, acostumbrado ya a recibir este mensaje, ejecuto la función de remarcar en mi celular, ahora la pantalla de mi teléfono marca “error en la llamada”, por lo que vuelo a “remarcar” para que, con algo de suerte, ese número que originalmente me decía la grabadora que “no existe”, mágicamente ahora “si existe” y empieza a sonar. Finalmente la llamada se concreta, sin embargo dos de cada tres veces la llamada esta muy “digitalizada”, es decir esta muy distorsionada o se escucha con ecos. En el caso de que se logre escuchar bien, a los dos minutos de entrada la llamada o se corta o entra en un silencio permanente en donde ambas partes “conectadas” se dejan de escuchar.
Estoy seguro que el relato anterior le es familiar a la gran mayoría de usuarios de las redes móviles de telecomunicaciones en nuestro país. La realidad es que no importa que red se utilice o si el indicador de intensidad de la señal es alta o baja, la experiencia aquí descrita es la misma (yo soy usuario de Iusacell/ AT&T).
Una vez que llego a mi oficina tras haber maldecido, ya rutinariamente, la calidad de mi servicio de telefonía celular, ahora me toca sufrir servicio de mi red de telecomunicaciones fija. Prendo mi computadora y a lo largo del día empiezan las ya comunes intermitencias en el servicio, esto además de cambios drásticos en la velocidad de la conexión a Internet. En servicios de voz, la “digitalización” en las llamadas es frecuente y la deficiencia para poder lograr una llamada exitosa es notoria.
“Calidad y Competencia” deben de tener una correlación muy directa, o bien eso es lo que supondría la perspectiva de una economía en donde el consumidor , con el poder que le da su libre capacidad de “elección”, debería premiar al servicio de calidad vs. aquellos carentes de. La realidad es que en la practica esto no sucede.
Hoy en día, tanto la calidad, además de la competencia, deberían ser materia de atención del IFETEL, si bien es cierto que el sector requería de un dinamismo para incentivar las inversiones, la realidad es que inversión tampoco es sinónimo de calidad. Esta tiene que ver también con aspectos técnicos de gestión redes, como contar con ingenieros calificados y procesos operativos precisos. Para que las empresas de telecomunicaciones avancen en el terreno de la calidad, se requiere que el órgano regulador ponga al consumidor por delante de sus preocupaciones. Es muy fácil perderse en un sinnúmero de aspectos técnicos y económicos de la tarea regulatoria, pero algo me dice que todos, absolutamente todos los comisionados del Instituto, saben de lo que estoy hablando, ellos, sus familiares y amistades, son usuarios de los mismos servicios que todos nosotros.
Calidad en el servicio de telecomunicaciones deben de formar parte permanente de la narrativa del IFETEL y de la SCT si verdaderamente queremos que estos servicios sean palanca de desarrollo para el resto de la economía.
